En casa de mis viejos siempre se miraban por tele programas que mostraban como se bailaba Tango y se veían a las grandes figuras cantar. Mis abuelas y mi mamá los observaban con mucha atención y con pasión. Yo era chica y es raro que a la edad de diez, doce o quince años te guste el tango, es más pensaba que era aburrido.
A los veinte años fui por trabajo a una feria de turismo, en Sevilla, España., mis viejos tuvieron que hacerme el permiso por ser menor de edad.
Fui con mucha ilusión, era la primera vez fuera de mi país. En el gran pabellón (se le dice así a los edificios que albergan muestras de los países), se exhibían varios atractivos. Estaba el sector donde se promocionaban todos los destinos turísticos de
nuestro país, en otra área. Juan Carlos Pallarols y su hijo Adrián Pallarols plateros, exponían sus objetos labrados con el cincel por horas y horas.
En un auditorio dos o tres parejas de tango bailaban cuatro shows a la largo del día. Ahí, en otro país y en el stand argentino sentí como si alguien me hubiera dicho: “esa música tuya, que vos no le prestás atención, mirá lo que produce”.
La gente se iba amontonando para escuchar y ver bailar el Tango Argentino. Gente y más gente, cautivada y super movilizada. En su mayoría eran españoles y de otras partes del mundo, venían como abejas a la miel. Recuerdo haber llamado emocionada a mis viejos y comentarles, ¡¡hay fila para ver bailar Tango!! Ahí empecé a comprender a mi familia y con qué devoción miraban esos programas de Tango.
Volví de la ciudad andaluza y esa muestra de cariño hacia nuestro baile quedó latente en mi.
Luego de años, tuve la oportunidad de irme a Lisboa, Portugal. ¡Eran cinco meses fuera de Argentina en otra feria de Turismo!. Éramos quince personas que pasábamos horas recibiendo a lisboetas, españoles y turistas de otras partes del mundo. Les brindábamos información sobre Argentina, los guiábamos por un recorrido de historia natural sobre la Patagonia y presentábamos un espectáculo de nuestro baile.
Se formó un grupo muy lindo, con varios entablamos amistad.
Una de las tres parejas de Tango, Agustina y Claudio Asprea nos desafiaron “les enseñamos a bailar”. Fue el momento de quiebre, el instante en que uno dice es ahora. Estábamos agotados de trabajar todo el día, sin embargo las ganas por aprender pudieron más. Claro nos movía el lema: si sos argentino tenés que bailar el tango ¡cuanta razón tenían!
El tango se me había colado por los huesos. De regreso a Buenos Aires me prometí que iba a perfeccionarme costara lo que costara.
En el 2005 me mudé a tres cuadras del estudio de Mora Godoy. Ahí retomé las clases de Tango en donde conocí a varios profesores y fanáticos que me decían que había que ir a las milongas (el lugar donde se baila).
Cambié y en el barrio conocido como el Abasto (Balvanera) fui a lo de Carlos Copello, me gustó el lugar, gran paciencia la profe Natacha Podestá. ¡Morocha!, me decía y a mi me hacía recordar a mi profe de danzas clásicas! Seguí averiguando y llegué a la
Escuela Argentina de Tango en donde bailé y bailé. El maestro
Angel Coria fue el que me espetó: “el tango se baila con el abrazo cerrado”. También aprendí milonga con el “Turco Suaya”que con alegría exclamó “esa es mi alumna”.y conocí el estudio Canelo Tango dirigido por Roberto Canelo y Valeria Eguía.
¡¡Bailé por cinco años y logré ir a las milongas con un grupo de amigas!! Me animé al famoso cabeceo! Toda una experiencia.
He continuado participando en ferias de Turismo en donde obviamente se sigue mostrando el Tango. Así fue como bailé con Jesús Velázquez en una feria de Paris, y con Alejandro Ferrante tanguero marplatense de pura cepa y
milanés por adopción en
varias ediciones de la Bit (Borsa Internazionale del Turismo) en Milán. La última vez fue este año en un restaurante llamado El Porteño. ¡Qué hermosa sensación! Muchas gracias Ale, gracias por brindarme la posibilidad de danzar nuestro tango en la ciudad de il Duomo. Pura emoción, la sonrisa se salía de mi rostro, y eso que no bailo Tango profesionalmente.
El Tango te hace sincero, una vez me salió esta frase. Es que todos tenemos un lenguaje corporal. Si algún músculo está tenso, creeme se nota. Encontrás el hombre que es un tanto intenso y sentís su marca en la espalda de modo algo fuerte, el caballero,el que te cuida como si te fueras a partir, el dulce que te abraza de un modo muy tierno, o el que te abraza más de la cuenta.
Viví muchas cosas bailando tango, llegué a bailar con una persona ciega, quien, primero reconoció el salón, luego me fue guiando, y bailamos cómo si él viera, una maravilla.
Bailando me sentí más cerca de nuestros inmigrantes, que sé se acercaron esta música para integrarse a la sociedad de aquel entonces. Me sentí más próxima a mi abuela materna, un día una tía me dijo: “no sabés cómo bailaba el tango tu abuela”. Se me llenaron los ojos de lágrimas, yo nunca la había visto bailar. Y así fueron horas de aprendizaje. Me divertí mucho, me cansé, me enojé, me decían: “nena con esa energía espantás a los hombres”. Tuve, a diferencia del rol de una mujer de hoy, que dejarme llevar y hacer caso a “la marca del hombre”.
Ahora sí puedo decir! ¡Soy argentina y bailo el Tango! Escucho los acordes del bandoneón y mi corazón empieza a latir más fuerte ¡y ni te cuento cuando lo que suena es La Cumparsita!
Cuando te conectas con el tango y con quien bailás, sentís que flotás…Y este sentimiento te aseguro es el más maravilloso y sublime que hay. Definitivamente como dijo el grande Enrique Santos Discéplo “el tango es un sentimiento que se baila”.
Sí logro hacerte pensar lo importante de aprender Tango, me voy a sentir muy contenta. Bailando conocí gente encantadora, gente apasionada. Y es que el baile, querido amigo, mueve energías increíbles en tu cuerpo, en tu mente, te pone de buen humor.
¿Qué esperas? Vamos, bailá nuestra música rioplatense, te vas a enamorar, vas a entender esa locura linda del 2×4 y por sobre todo, te va a correr una energía por todo el cuerpo que no te va a dejar en tu vida.
¡Feliz día del tango y gracias a todos quienes con mucho esfuerzo defienden y difunden nuestro Tango! Gracias a todos mis profesores, que con paciencia, amor y profesionalidad me abrazaron y me guiaron por esta música divina.
¡Mirá qué hermoso el baile de Alejandro Ferrante.y Maribel Lopera! El tango que suena es Bahía Blanca!
Gracias a mi mamá y a mis abuelas quienes sin querer me abrieron las puertas a esta música tan pasional, tan nuestra.
¡Qué tengas un día con muchos abrazos y si esos abrazos son de tango mucho mejor!