ha desteñido la mancha en el camino de mi espalda que tu lengua dejó,
misteriosamente la putrefacta mariposa aún en mi estómago cava tumbas
De mi tan solo quedas tú,
unos oídos poseídos por tu voz maldita,
unos ojos hipnotizados por tu piel morena,
unos labios magullados por tus dientes, y
manos inquietas por desvanecerte en ellas como arena
La ventana a roto su cristal más fino,
cuando la brisa que expulso tu cuerpo al mostrarse ajeno a el mio te desvistió,
la sinfonía que mi cuerpo despojaba al roce de tu mano en mi pecho ensordecio a miles,
el minuto que transcurrio cuando tu lengua mojaba mi cuello se hizo eterno,
marco una estrecha muralla en tu camino
Tus manos frías dejaron de moverse y mi piel caliente alejó tu alma,
el regocijo en tu pecho de mis lágrimas cremo el sosiego de tu andanza y esfumó el deseo de tu cuerpo
He apagado la luz que guiaba tu misión de ser infeliz entre mis brazos,
encendí una vez más el dolor que marca la sangre en mi pecho, al arrebatarme una vez más, lo que mi mente grita, pero la aldea entre mis raíces calla.