Sintra fue declarada Patrimonio de la Humanidaden 1995. De origen celta, hacia el siglo XV se constituyó como residencia vacacional de nobles y monarcas portugueses, debido en buena parte a su entorno natural, muy propicio para practicar la caza.
Palacio da Pena
El Palacio da Pena, también conocido como Castelo da Pena, está situado en Sintra, a 30 Kms de Lisboa. Corona una de las cumbres más altas de la sierra de Sintra, desde él se obtiene una vista de 360 grados sobre los terrenos del valle. Está rodeado de un parque con cerca de 3000 especies botánicas de todo el mundo repartidas entre cascadas, lagos y puentes, (secuoyas, tuyas gigantes de Norteamérica con Araucarias de Brasil, Criptomerias de Japón y Cedros del Líbano, helechos de Australia y Nueva Zelanda, junto a robles, hayas y castaños autóctonos, rododendros de Asia, camelias y arces dejapón)
Fue construido por el rey Juan II y transformado, de forma substancial, por el rey Manuel I que, cumpliendo una promesa, ordenó la reconstrucción del monasterio en honor de NossaSenhora da Pena, la Madre de Dios de la Peña (Palácio da Penaquiere decir precisamente «palacio de la Peña», en referencia a su situación sobre un cerro escarpado), y lo donó a la orden de San Jerónimo.
Tras el terremoto de 1755 el monasterio quedo muy dañado, del monasterio original, conservándose gran parte de la fachada principal, el claustro manuelino, con azulejos de tipo mudéjar, y la capilla, revestida de azulejos blancos y verdes, con un retablo renacentista del escultor portugués Nicolau Chanterene, en alabastro y mármol negro representando escenas del Nuevo Testamento. En 1838 Fernando II compró las ruinas y encargó al arquitecto de origen alemán Ludwig Von Eschewege su reconstrucción y ampliación para convertirlo en residencia de verano de la familia real portuguesa, realizándose entre los años 1842 y 1854.En el Palacio también vivieron Don Carlos I y su esposa Doña Amélia, reyes de Portugal en 1889. Don Fernando II muere en 1885 y la propiedad es heredada por la Condesa Edla, una cantante de ópera llamada Elisa Hensler que se había casado con Don Fernando al enviudar éste de la Reina Doña María II. Cuatro años después, lo vende al Estado y en 1910, con el inicio de la República, se transforma en Museo Histórico y se abre al público.
El Palacio da Pena constituye el mejor ejemplo del estilo romántico decimonónico de Portugal. En él se pueden contemplar diferentes estilos que van desde el neogótico hasta al neoislámico, pasando por el neorenacimiento y una visión pseudomanuelina.
Arquitectura
El palacio se divide en cuatro áreas principales:
Los cimientos y murallas exteriores, con dos puertas, una de las cuales está provista de puente levadizo.
El edificio correspondiente al convento íntegramente restaurado. Se encuentra en el punto más alto de la colina y ha sido rodeado de almenas y dotado de la Torre del Reloj.
El patio de los arcos frente a la capilla, con sus paredes de arcos moriscos.
La zona palaciega propiamente dicha con su baluarte cilíndrico de gran porte, estando su interior decorado en estilo catedralicio. El mobiliario y la ornamentación presentes en su interior, dan gran muestra de ello.El palacio consiste de 26 dependencias. De todos los palacios portugueses, éste es el único que conserva casi intactos los muebles y objetos tales como los dejaran sus últimos ocupantes reales
La planta del edificio es bastante irregular, ya que está condicionada al relieve montañoso de la peña y la existencia de una construcción previa, la Capilla de Nuestra Señora de la Peña. El resultado es un edificio con un núcleo cuadrado organizado en torno a un claustro, y otro edificio alargado. Las fachadas están divididas regularmente por torsiones y ventanales, así como por vanos cuadrangulares, rectangulares y semicirculares. Las torres y los baluartes tienen unos anillos en su exterior o en la parte superior que forman caminos para hacer la ronda (comunicándolos con otras torres), terrazas o bien miradores. Las torres cuadradas tienen garitas semicirculares con cúpulas cónicas.
La puerta de entrada al recinto, además de incluir los escudos de armas reales, está plagada de altos relieves geométricos y animales.
El arco de entrada al convento, flanqueado por dos torres, se decoró con relieves para imitar al coral. Sobre este arco, sujetando una ventana superior, se colocó una figura en relieve de un ser híbrido medio pez medio hombre, saliendo de una concha, con una cabeza cubierta por cabellos que se convierten en un tronco de parra, cuyas ramas están sujetadas por los brazos del personaje.Este conjunto se conoce como el pórtico de Tritón y fue diseñado por Don Fernando como "una alegoría de la creación del Mundo"¸ que quiso fundir tierra, agua, fuego y aire en la composición de este personaje de roca.
Este pórtico lleva al Patio dos Arcos, cuya galería de arcos moriscos ofrece hermosas vistas de la sierra; desde aquí se ingresa a la capilla, que tiene un precioso retablo de mármol, y a los claustros del antiguo monasteriorestaurado, cubierto de azulejos polícromos, y donde destaca la torre con reloj. ¿¿¿¿¿¿En esta zona merece una visita el Salón Arabe, de decoración oriental, cuyo techo pintado con trampantojos es uno de los más bellos del palacio. También destaca el que fuera el refectorio del convento, convertido por el rey D. Carlos en su taller de trabajo.
La fachada principal está revestida con azulejos de policromados y dispone de un balcón a nivel del tercer piso. En el núcleo cuadrangular del claustro, destacan varias arcadas interrumpidas por muretes. Una escalera de caracol conduce al claustro, que cuenta con una arcada de dos pisos. En el primer piso, los arcos son totalmente semicirculares y en el segundo son achatados. Es de destacar, que cada columna de las arcadas del claustro es diferente a las demás, estando estas esculpidas en piedra. Alrededor del claustro pueden visitarse las habitaciones más notables de los habitantes del palacio.
Todas las torres, menos la del reloj, poseen cúpulas.
La concepción de los interiores de este Palacio para la adaptación como residencia de verano de la família real valoró los excelentes trabajos en estuco,las pinturas murales y diversos revestimientos en azulejo del Siglo XIX, integrando las innumerables colecciones reales en ambientes donde el gusto por el bricolaje y por el coleccionismo son muy evidentes.
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