Está ubicado en la antigua Plaza de Armas del Alcázar Real, encontrándose restos de época turdetana, romana, musulmana y medieval.
Las diversas campañas arqueológicas ponen de manifiesto evidencias de ocupación desde el siglo del IX a. C., con una continuidad en el uso del espacio que llega hasta época presente.
En la época del Al- Andalus se convertiría en el alcázar de Istiya, la Écija musulmana. Tras la reconquista de la ciudad en 1240 por las tropas castellanas, la fortificación será administrada por diversos alcaides nombrados por el rey. Tras varios siglos de deterioro, en el siglo XVIII se convirtió en un picadero de caballos, de ahí que se le conozca popularmente en la ciudad como barrio del “Picadero”. Tras ser ocupado por viviendas infraviviendas en 1999 se inicia la recuperación del espacio para su estudio.
En su interior destacan los restos de un edifico turdetano, cuyas funciones están relacionadas con el culto y diversas estancias romanas ricamente decoradas con mosaicos, pavimentos marmóreos y pintura mural en un excepcional estado de conservación. Desde los restos de la fortificación musulmana se puede divisar toda la ciudad.
Arquitectura para la defensa
El primer recinto murado que tuvo la ciudad fue la construcción de la muralla romana, de la que han quedado escasas evidencias arqueológicas, e hipotéticamente se presupone su trazado. Según los cronistas árabes que a lo largo del siglo IX visitaron la antigua Colonia romana, ésta contaba con un recinto amurallado de doble paramento, el interior de piedra blanca, almenado y con numerosos torreones, y el exterior de piedra roja, también almenado, pero de menor altura, que cobijaba una ciudad de planta aproximadamente rectangular, rodeada por tres cursos de agua. Tras la conquista musulmana la muralla fue respetada hasta que en el siglo X, Abderramán III mandó demoler el puente sobre el Genil y las murallas hasta los cimientos, como castigo a la ciudad por haber secundado la revuelta del rebelde Omar Ben Hafsun. Así, cuando los Almohades construyen la nueva muralla, de la que aún hoy perviven numerosos restos, lo hacen “ex novo”, comprimiendo y ajustando la madina. Tras la conquista de Écija por los cristianos en 1240, y la desaparición del peligro árabe una vez tomada Granada, la importancia de las murallas fue decayendo y sus muros dejaron de ser reparados. Las puertas de la ciudad, sin embargo, permanecieron en pie hasta que en 1868 la Junta Revolucionaria Local decidió su desmantelamiento.
Las murallas fueron declaradas Bien de Interés Cultural mediante los decretos de 22 de junio de 1949 y Decreto de 25 de junio de 1985.
Puertas y Torres
De las catorce puertas documentadas, cuatro tendrían su origen en el trazado romano que articulaba los dos ejes principales de la ciudad, una vía Este-Oeste —Puerta del Puente y Puerta Cerrada--, y otra vía Norte-Sur —Puerta Palma y Puerta Osuna; tres tienen su origen en la cerca almohade —Puerta de Estepa, Puerta del Agua y Puerta del Sol; cinco son posteriores a la conquista cristiana —Puerta de San Juan, Puerta Nueva, Puerta de San Pablo, Puerta de Sevilla y Puerta de los Descalzos--; y las dos restantes fueron puertas de comunicación entre el Alcázar y la ciudad, la Puerta de las Cadenas y la Puerta del Picadero. El modelo seguido en la construcción de las puertas del recinto, tiene su origen en los sistemas de acceso empleados por los Almohades tanto en el norte de África como en ciudades andaluzas. Este sistema se componía básicamente de dos puertas, desenfilada una con respecto a la otra, dejando entre ambas un espacio a cielo abierto, y estructura acodada. Las puertas abiertas en época cristiana eran simples, y en la mayoría de los casos se trataba de la apertura de un vano en el muro.
La cerca almohade de Écija cuenta con numerosas torres, que jalonan todo su perímetro, convirtiendo la ciudad en una impresionante atalaya defensiva. De las 60 o 65 torres que tuvo el recinto, aún se conservan 45, cuya construcción siguen tres modelos bien diferenciados:
1. Albarranas: torre exenta del recorrido de la muralla, que se une al adarve a través de un espigón, fue un dispositivo defensivo comúnmente utilizado por los almohades. En el recinto fortificado ecijano se conservan al menos siete, y se situaban preferentemente en aquellos lugares de la cerca donde el enemigo tenía más fácil acceso
2. Torres adosadas: Son de planta cuadrangular y se adosan exteriormente al muro. Siguiendo modelos magrebíes, se presentan macizas hasta el paseo de ronda teniendo, a la altura del adarve, una cámara para la guarnición; algunas de ellas aún conservan la escalera de acceso a la terraza.
3. Alcázares: Siendo las puertas de la ciudad las zonas más desprotegidas de cualquier recinto murado, su defensa se articulaba con la construcción de alcázares (enormes torreones con amplias cámaras en su interior). En la muralla ecijana su existencia queda atestiguada en siete casos, siendo los alcázares de la Puerta de Osuna y la Puerta de Palma los de mayor envergadura.
Plaza puerta de Osuna
Capilla Virgen de Belén
Situada junto a la denominada puerta de Estepa y sobre un lienzo de muralla, se encuentra una capilla dedicada a la Virgen de Belén. Es de grandes proporciones y simula un gran balcón embutido en la muralla que alberga sobre una mesa de altar, adosada al testero, un lienzo de tela de lino de trama gruesa y tupida pintado al óleo. La composición está formada por un coro de ángeles que, en su vuelo, portan flores y, a su vez, corren una cortina que deja ver, como tema central, a la Virgen dándole el pecho al Niño Jesús. El lienzo se encuentra protegido por un cierre acristalado al que se adosan varias hojas de madera, a modo de políptico, cuya finalidad es la de proteger al cuadro ante las inclemencias del tiempo.
La capilla estuvo rematada por un antepecho mixtilíneo, desmantelado en 1.896 por su estado ruinoso. En 1908 se llevará a cabo una reforma financiada por los señores de Albornoz, que le darán el aspecto que actualmente conserva: techumbre de tejas planas a un frente, dejando ver en su interior las vigas de madera que la sostienen. En 1984 la restauración del lienzo fue encargada a Rocío Campos y María José Robina. En la actualidad se encuentra en proceso de restauración.
A principios de 2007, ha sido consolidada y restaurada la capilla. Las obras han sido promovidas por el Excmo. Ayuntamiento de écija y financiadas por la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía. El proyecto ha sido dirigido por el Arquitecto Fernando J. González Beviá.
En esta intervención se han recuperado las pinturas murales y esgrafiados que decoraban las paredes interiores de la capilla, sobre fondo celeste se repite el mismo elemento decorativo: la flor de lis pintada en amarillo. El cuadro central ha sido despojado del cierro de cristales y de los portalones laterales abatibles, siendo sustituidos por una plancha de transparente.
Capilla de Nuestra Señora del Valle
Situada sobre los restos de muralla de la antigua Puerta de las Cadenas, que comunicaba el Alcázar con la ciudad, encontramos una capilla dedicada a Nuestra Señora del Valle. El 28 de enero de 1726, el Cabildo leyó una declaración realizada por el maestro mayor de obras José Páez de Carmona que dijo haber reconocido el sitio donde se pretende hacer la capilla de Nuestra Señora del Valle, situada a la salida del arco de San Gil, "en lo que no hay embarazo respecto de no ser de más de tres varas y media en cuadro, lo que se toma de la plazuela quedando bastante sitio para el comercio"; la ciudad acordó conceder la licencia para la construcción de dicha capilla siempre y cuando se encuentre presente el maestro mayor de obras en el momento de tomar las medidas.
Desde el punto de vista arquitectónico es la más notable de las que se conservan: en su interior presenta una cúpula sobre pechinas que cubre el espacio donde se encuentra el retablo y la mesa de altar. El retablo es de madera tallada y dorada de estilo rococó, rematado por un arco trilobulado, bajo el cual se aloja un lienzo, restaurado recientemente, que representa a la patrona de la ciudad sostenida por un pedestal de ángeles sobre un fondo de arquitectura fingida.
Se comunica al exterior por un arco de medio punto guarnecido por una reja sin interés artístico. Dicho arco está flanqueado por dos pilastras que parten de sendos pinjantes, sobre las que corre un friso rematado por un antepecho mixtilíneo de cuyos extremos surgen remates piramidales.
A principios de 2007, la capilla ha sido consolidada y restaurada. Las obras han sido promovidas por el Excmo. Ayuntamiento de écija y financiadas por la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía. El proyecto ha sido dirigido por el Arquitecto Fernando J. González Beviá . En esta intervención se han recuperado las pinturas murales y esgrafiados que decoraban su fachada, así como el anagrama de María del antepecho, todo ello pintado en tonos ocres y anaranjados, junto a la inscripción del friso en el que descansa el antepecho, en la que se lee: EXECUTOSE ESTA OBRA POR LOS ALBASEAS DE DON FRAN / CISCO ALVERTO NUÑES DIRECTOR GENERAL DE JARSIAS POR SM.
Carnicerías Reales
Las antiguas Carnicerías Reales tienen su interior tremendamente modificado a causa de los diferentes usos por los que ha pasado el inmueble, pero sin embargo conserva en bastante buen estado su interesantísima portada, que es una de las piezas más importantes del conjunto artístico ecijano. La obra fue proyectada por el arquitecto cordobés Hernán Ruíz y dirigida por su hermano el arquitecto y entallador Martín Ruíz Ordóñez. La obra fue terminada en Octubre de 1573.
La composición de dicha portada, concebida según las normas del orden dórico renacentista, revela la ciencia arquitectónica de su autor. Está distribuida en un gran cuerpo y un ático: un robusto arco de medio punto rompe la horizontalidad del entablamento para determinar, con el dintel del vano de la puerta, un tímpano donde se alojan los escudos con las armas reales y una cartela. En el ático, el frontón curvo se peralta en su centro para constituir la mitad superior de una cartela ovoidea que alberga la figura en relieve de la Justicia.
El patio, de una sola planta, posee arquería sobre columnas, y restos de pinturas murales y artesonados de inspiración mudéjar. En la actualidad el conjunto se encuentra muy alterado desde el punto de vista constructivo.
Arca Real del Agua
Constituye este inmueble otro de los edificios públicos singulares de écija. Su construcción se enmarca en un ambicioso plan constructivo, del último tercio del siglo XVI, para el abastecimiento de aguas a la localidad. En la redacción del proyecto se encuentra el arquitecto Hernán Ruíz, pero problemas surgidos con el Concejo ecijano, hacia 1584, hace que se le releve de sus funciones en favor de Francisco Fernández de Medellín y de Martín Zorrilla. Consta, igualmente, la intervención de los arquitectos Martín Infante y Lorenzo de Oviedo.
De los restos que se conservan del inmueble, escasos y en deficiente estado de conservación, destacamos la portada, de diseño manierista y con arco de acceso dovelado rematado por un friso sobre el que campean las armas reales flanqueadas por el escudo de écija y una cartela.
En la planta de arriba se puede ver el depósito y la forma en la que median el caudal de agua que cada uno pagaba para que le llegara a su hogar
Mercado de Abastos
Este edificio público se crea para centralizar el comercio de los abastos de écija en los comienzos de la etapa isabelina, concretamente en 1844, y se edifica sobre el solar que ocupara el antiguo Colegio de San Fulgencio de la Compañía de Jesús. Su construcción fue auspiciada por la Sociedad de Fomento, constituida en 1843 por Don José Angulo Lasso de la Vega, Marqués del Arenal, dado que el antiguo inmueble jesuítico se encontraba semiderruido en 1842.
Para esta obra existieron varios proyectos, uno de ellos, de 1843, su autor es D. Manuel Galiano y otro para modificación de la obra existente, es de 1863 y se debe a D. Balbino Marrón y Ranero.
Los puestos del mercado se distribuyen en torno a un claustro. Este edificio ha sido restaurado por la corporación municipal, dotándosele de todas las comodidades y medidas higiénicas que han de cumplir este tipo de inmuebles.
Gremio de la Seda
Este inmueble, de carácter corporativo, perteneció al Gremio de la Seda y su entidad arquitectónica y decorativa nos hablan por sí mismas de la importancia que en écija tuvo este gremio de profesionales encargados de la manufactura de la seda.
El inmueble carece de portada monumental, sobre el vano de acceso se conserva la siguiente inscripción: Regina Sacratissi – ANO DE 1782.
Las dos plantas superiores son similares a la estructura de los miradores de la Plaza del Salón, a base de arcos abiertos sobre columnas. Tanto la cornisa como los balcones centrales de las dos plantas superiores se resuelven en espaciosos guardapolvos que conservan parte de la espléndida decoración pictórica de que estuvieron dotados a base de elementos florales y otros motivos vegetales.
La restauración del edificio corrió a cargo del Arquitecto Francisco Segura Valverde, encargándose de las pinturas murales la Empresa Pinlesan, cuya ejecución puso en manos de Francisco Núñez Márquez quien contó con la colaboración de Plácido Tamarit Campuzano y Jesús García Carrillo, obras que finalizaron durante el 2005.
Otras entradas:
De paseo por Écija (I): historia
De paseo por Écija (II): Plaza España
De paseo por Écija (III): Palacio de los marqueses de Peñaflor
De paseo por Ecija (IV): Iglesia de San Juan
De paseo por Écija (V): Plazuela de Santa María
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