Jueves reflexivo: voy a pasármelo bien
Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, el tiempo vuela de una forma que asusta. Hoy toca el post improvisado, es temprano y estoy con un café y mucho silencio a mi alrededor, y sin más rollo, empezamos.
La verdad es que siempre me ocurre lo mismo, empiezo a escribir estas entradas sin tener nada previsto, así que no sé que me va a salir.
El otro día, siguiendo la recomendación de Miguel vi en Amazon "Voy a pasármelo bien". Él me dijo que era una superrecomendación y ha dado en el clavo. Ver esta obra me ha puesto algo nostálgica. Transcurre en 1989 y los protagonistas tienen 13 años, yo en ese año tenía 14 y 15, solo iba un curso por delante de esos niños. Y llevaba minifaldas vaqueras como las de la niña protagonistas, tenía un walkman como el del niño protagonista y cantaba las mismas canciones que ellos, porque yo escuchaba muchísima música, y entre otras cosas era un poco "chica cocodrilo".
Y esto me lleva a lo que repito mucho en mis post reflexivos, hay que aprovechar los momentos, que vivimos muy deprisa. Yo creo que todos hemos saboreado mucho la infancia y la adolescencia, el tiempo pasaba de otra manera. Yo, al menos, fui una adolescente bastante intensa, como queda reflejado en mis diarios, y eso me llevaba a disfrutar mucho de todo, de lo malo también claro.
Luego el tiempo pasa, crecemos y todo va cambiando, pero lo que hemos vivido con intensidad deja un poso, que nos sirve como premio, como regalo e incluso como tablón para agarrarnos cuando todo se hunde (bueno, si Rose está cerca no porque ella no lo compartió y ya sabemos todos como terminó mi pobre Jack).
Cuando perdí a mis padres, tener ese colchón de recuerdos me sirvió en momentos en los que no veía luz, no ya al final del túnel, no la veía en ningún sitio.
En la película nos encontramos con muchas situaciones que todos hemos vivido a una edad parecida, las primeras fiestas, las salidas con amigos, los primeros amores, el primer beso...
También reflejan la pérdida de seres queridos, la amistad que permanece, y hay una representación de muchos tipos de personas: la chica guapa, los chulitos, los que quieren impresionar aunque deban renunciar a su personalidad, los que tienen personalidad y no renuncian, y adultos que han triunfado, otros que van tirando, hay parejas gays, parejas hetero, los que siguen juntos, los que no. Con un reparto tirando a pequeño logran que todos tengamos un hueco. Bueno, que esto no es una reseña, sigo. Pues al ver esa cantidad de gente de antes y de ahora he recordado a personas que han pasado por mi vida, algunos siguen en ella, otros se han ido y otros viene y van. Y todos, todos, han contribuido a tejer esta telaraña de recuerdos que conforma mis vivencias.
Así que, aunque lleve una semana un poco a carreras, como la mayoría de la gente, sigo buscando la ocasión para saborear el momento y capturarlo. Ayer fue el paseo nocturno, coronado por una increíble luna llena. Y hoy no sé qué será, pero seguro que ocurre algo bueno. Porque los momentos son importantes, a veces es precisamente el momento el que hace que algo nos marque. En mi caso, por ejemplo, recuerdo algunas películas por el momento en que las vi. Sin ir más lejos viene a mi mente El otro árbol de Guernika, que vi un día por semana, una mañana lluviosa en la que no había clase. La grabé siguiendo una intuición y me atrapó, pero la recuerdo muy especial por el día en qu ela vi por primera vez.
Me ocurre igual con las pelis de Navidad. La mayoría son malas, tópicas y previsibles. Si fuese la misma historia pero en agosto en una playa, seguramente no me interesaría, pero en Navidad, con la ilusión de los días en familia, de las fiestas y la celebración, las pelis parecen algo estupendo.
Bueno, que no quiero enrollarme demasiado, así que diré que, por supuesto, cada uno haga con su vida lo que quiera, pero para mí, la felicidad está en vivir a tope los pequeños momentos. Y en disfrutarlos. Y también en disfrutar de lo bueno que les ocurra a los demás. Yo me alegro cuando a otro le van las cosas bien, me parece que vivir rodeados de personas felices siempre aporta. Quizás por eso intento, siempre que puedo, evitar el daño gratuito y también evito juzgar a los demás. Obviamente no hablo de casos extremos en plan el padre que raptó a sus niñas y las mató o cosas así horribles, pero si hablamos del día adía no juzgo las decisiones ajenas. Cada uno con su vida, su tiempo y su dinero hace lo que quiere. Y nada es mejor o peor, por ejemplo yo mi dinero lo gasto en comer, en libros y en cultura, ya sea viajes o teatros. Otras personas lo gastan en gimnasio, otras en maquillaje y otras en ropa. Y nada es mejor. Lo importante es que esas cosas nos hagan felices. Y lo mismo con el tiempo, yo por ejemplo prefiero pasar la mañana en la finca, haciendo manualidades, leyendo, regando el huerto y haciendo ramos de flores, otro a lo mejor prefiere estar en una terracita, o en el cine o limpiando su casa. Pues mientras todos seamos felices, por mí perfecto.
La vida son dos días, hay que disfrutar, compartir, evitar juzgar y celebrar. Yo lo celebro todo, el otro día descubrí que mis tijeras tienen una pieza que sirve para abrir botellines de cerveza y me puse a aplaudir, porque soy así de simple. Lo importante es estar más o menos bien y con las personas que queremos. Todo lo demás es secundario.
Bueno, ya paro, que mi hija va a hacer de mamá perruna, que tiene la mañana libre y yo me voy con mi hermana, que también libra hoy y queremos hacer muchas cosas de chicas, y todavía me quedan cosas por hacer. Y como dicen los Hombres G, voy a pasármelo bien.
Hasta aquí el post de hoy, mil gracias por leerme y a disfrutar todos del resto de semana y de ese finde que ya asoma.