Varios meses atrás tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de estudiantes el tema de las generaciones que han sido parte la sociedad occidental. Mis estudiantes, los millenials, se sintieron profundamente atraídos al conocer lo que la sociología hoy habla sobre ellos: su relación con la tecnología, con las redes sociales, sus hábitos multitasking y los retos que la educación y el ámbito profesional tiene que enfrentar para recibir a esta nueva generación.
Estoy cien por ciento segura de que estos jóvenes saben perfectamente quienes son, reconocen sus hábitos, sus gustos y su personalidad; sin embargo, a través del estudio de este tema pude descubrir como las diferentes investigaciones, expertos y autodenominados líderes de opinión se han encargado de definir a estos niños y adolescentes bajo predeterminados estereotipos que hoy en día por supuesto preocupan a padres y maestros. En conclusión, la comunidad adulta en general.
Los contrastes de cada generación son cada vez más marcados, y como siempre lo he afirmado lo nuevo, lo desconocido, jamás nos ha agradado. Estos sujetos de estudio son difíciles de comprender y también de contener. Por lo que me pregunto, ¿si la preocupación que hoy en día se levanta en contra de los millenialsy el resto de nativos digitales que están por venir radica allí?, ¿nos preocupa una generación que se sale de nuestras manos, a la que no podemos controlar y decirle como pensar?
Mimados, sin autoestima o con una exagerada autoestima, utópicos, nomofóbicos, consumistas e impacientes, son tan sólo algunas de las características que los expertos afirman son propias de la juventud de esta generación. Todo esto bajo una delicada cortina de doble moral, ya que por supuesto las generaciones anteriores no representaron ningún problema ni preocupación para la trascendencia de la humanidad (léase con tono sarcástico).
Es decir, la generación silenciosa con sus guerras, su racismo, su materialismo y su machismo no eran temas de discusión viral en redes sociales. Los baby boomers y las drogas; la generación X y su prominente promiscuidad sexual; nada de eso causó tanta polémica, porque aquella no era la época en la que todo fenómeno representaba un problema social que debía ser estudiado, publicado por expertos y posteriormente evaluado por todo ente que tiene una red social que le otorga el poder de autoproclamarse líder de opinión.
Por lo tanto, mientras los adultos debaten y observan aterrados los peligros de esta generación, los millenials siguen viviendo sus vidas, sin interesarles lo que la sociedad diga sobre ellos, porque seguramente son muy individualistas y egoístas como afirman los expertos; o porque simplemente aún están recorriendo el largo camino que necesitan vivir para definirse a sí mismos lejos del escrutinio de la sociedad.
Esta es la generación que en algunos años será la fuerza laboral de nuestros países, ocuparán los puestos de poder y liderarán naciones; es la generación que baila al ritmo de una escalofriante canción llamada Cuatro babys, la generación que aspira ganarse la vida como youtuber, la generación que perseverantemente puede pasar 8 horas diarias practicando botella challengue o maniqui chalenge, es la generación que ama el filtro de cara de perrito para snapchear cada instante de su día a día.
¿Pero saben qué hace más especial a esta generación? Que mientras los adultos contemplan este escenario con profunda preocupación, a estos chicos nuestros prejuicios no les quita el sueño ni un segundo. Mientras el mundo de los adultos pretende que todo individuo, encaje en un perfil, en un modelo, un paradigma que afirme que una sociedad será próspera y exitosa; los millenials, seguirán siendo libres.
Ellos un día harán que la tecnología con la que crecieron tenga los propósitos más útiles y dignos, puesto que, lo que para nosotros es marketing y novelería, para ellos es un estilo de vida. Ellos cambiarán los medios de comunicación, porque ténganlo por seguro los millenialsno consumen realities shows. La telebasura está diseñada para el principal público consumidor, los adultos; estos jóvenes prefieren leer, ver televisión por internet, anime, series de ciencia ficción; juegan en línea con personas del otro hemisferio, desarrollando un criterio intercultural.
No son una generación perfecta, como todas las anteriores, seguramente traerán un poco de caos al mundo; para que posteriormente la generación que los releve tome la posta para seguir haciendo un trabajo mucho mejor. Lo importante es nunca dejar de creer que, sin importar tu edad, ni a la generación que pertenezcas si quieres hacer que este mundo sea un lugar mejor, no le delegues esa tarea a otros, pues sólo depende de ti. Mi corazón vibra cada vez que escucho la Voz de los ochenta de Los Prisioneros, como el himno de una generación que se levanta para cambiar al mundo; a final de cuentas eso es lo que verdaderamente importa, el llamado que debe estar en el corazón de cada individuo, ese compromiso intrínseco de trascender y hacer de este mundo un lugar mejor.