Voy a empezar con la ruta de este fin de semana. Ruta por el Cabo de Gata. Un lugar donde perderse si uno se quiere encontrar. La soledad del desierto es una buena compañía, aunque en mi caso yo llevaba dos acompañantes aun mejores...mi Makina y mi pareja.
Salimos de la blanca población de San Jose, donde teníamos una acogedora casita con unas preciosas vistas a la montaña (pena que por unos metros no se veía el mar). Tomamos la nacional que lleva hasta Pozo del Fraile, desde donde sale un camino de piedra suelta que lleva a Los Escullos...después de una fotito en la preciosa batería de costa que allí se halla, vuelta al sillín y carretera y manta dirección rodarquilar.
Y aquí estaba mi reto, reto inesperado porque aun no me veía preparada y cada ruta que había preparado pretendía obviar esta subida. La subida al mirador de la amatista, con un desnivel de 70m y pendientes de hasta el 10%. Iba convencida de que tendría que bajarme, aunque no sin antes darlo todo. Cuando más me flojeaban las fuerzas bajaban un grupo de ciclistas de carretera que venían de la vertiente contraria que al cruzarse conmigo me gritaban palabras de ánimo...justo cuando ya creía que me tenía que bajar, que no podía mas , solo quedaban 100m asique apreté los dientes, sobrepuse mi orgullo a mi dolor de piernas. Fue gratificante, muy gratificante. Disfrute de la bajada como no lo había hecho nunca. Y es que, hace un año fuimos también a Cabo de Gata con las bicis y me parecía imposible que hubiera humano que subiera eso. Sin embargo este año, he sido yo con mi bici de montaña que no veas cómo se agarra la que lo ha logrado.
Bueno, la ruta continúo hacia Rodarquilar subiendo por sus minas de oro, donde el año anterior había tenido que pararme sin más fuerza ni para dar un paso. Pero este año las subí bien, muy bien...a mi lento ritmo pero sin necesidad de plato pequeño. De ahí bajamos hasta Los Albaricoques, desde donde partía nuestra pesadilla, unos 5km de rambla con suelo muy blando donde la bici se clavaba de tal forma que ni bajada de ella se podía tirar...imposible de ciclarla al menos para mi estado actual. Algo que quiero olvida r de ese día. Pasada la pesadilla retomamos la carretera y rodamos de vuelta a San José rapidito que había mucha hambre.
Y esto fue todo. Me siento muy orgullosa de haber coronado el pico del mirador de las amatistas, y ahora estoy ya dándole vueltas a otro reto. La ruta Observatorio-Bidón.