Es comprensible que, ante la partida de los hijos, los padres no sepan qué hacer al desaparecer sus obligaciones que durante años parecían fijas e inamovibles.
Los sentimientos de ansiedad frente a esa situación y al nido vacío, aparecen en los padres, ante la doble pregunta: ¿qué pasará a partir de ahora con mi vida y qué será de mi hijo, sin mis cuidados?
Disyuntiva que se esclarece cuando uno pone de nuevo en orden su propia vida y comprende que el hijo puede defenderse solo y está a buen resguardo.
Según los psicólogos, se trata de un proceso natural que, tarde o temprano, llegará; es un momento de crisis y de cambio para el grupo familiar.
Muchos padres tienden a enojarse y generan sentimientos de culpa en los hijos. Si la salida de casa es fácil, las emociones negativas serán menores. Si produce dolor, hay que vivir con naturalidad el duelo de la pérdida y manifestarlo. Y recordar siempre que los hijos regresarán en forma de nietos.
¿Quién sufre mas?
En cuanto a si es el padre o la madre quien sufre más, habitualmente se afirma que son las madres, por una razón muy natural.
Sin embargo, algunos especialistas creen que no es una cuestión de sexos, sino de otros factores: cuánto se ha invertido de sí en la relación padre-hijo, que otras responsabilidades tiene (aparte de la de ser madre o padre), si el padre o madre solo (sin cónyuge), a cuánto ha renunciado para cumplir abnegadamente con su rol paterno, etc.
Uno de los problemas más frecuentes en la aparición de este vacío reside en el hecho de que el matrimonio no tiene una unión muy consolidada, y ninguno quiere enfrentarse a ese hecho. Durante los años de crianza de los hijos, las emociones negativas o peleas pueden haberse reprimido. Ahora ya no hay hijos de por medio, y se hace necesario replantearse la relación o tomar una decisión importante. Y eso asusta, máximo si llevan varios años postergando cómo afrontarla.
Tal vez, se trate de un matrimonio de vínculos firmes y estables, y es hora de dedicarle más tiempo a la pareja. En definitiva comenzaron esta aventura de vida solos y es como un retorno a los primeros años de convivencia, enriquecido con la experiencia adquirida en todo este tiempo.
O quizás, sea únicamente un cónyuge el que ha quedado solo por diversos motivos, y puede ser un buen momento para iniciar relaciones más íntimas con el sexo opuesto, con miras, si se da la situación, a formar una nueva pareja. Todas estas situaciones implican cambios, miedos e incertidumbres.
¿Cómo sobrellevar la situación?
1) Salir con amigos y viajar: el vacío que produjo la mudanza de los hijos necesita ser ocupado de algún otro modo. La mediana edad es un tiempo propicio para el desarrollo de actividades que antes eran imposibles. Piensen que ahora tendrán más tiempo para salir, encontrarse con amigos, ex-compañeros de trabajo, de estudios, para estudiar, para viajar, hacer aquellas cosas que desearon hacer y dejaron postergadas. La vida no termina, los hijos tampoco, solo cambiaron su lugar de residencia.
2) Buscar apoyo en la pareja: Prestarle atención a la pareja, dialogar con ella, ser mas tolerante y, sobre todo, compartir actividades. En esta etapa la relación puede ser mas placentera y relajada.
3) Aceptar los cambios: En cada persona se encuentra la posibilidad de quedarse con las pérdidas o con las oportunidades que le brinda el fin de una etapa que pasó, no sólo en este caso, con la partida de los hijos, sino para cualquier circunstancia de la vida. Ver el vaso medio lleno en lugar de verlo medio vacío, hace la diferencia. Se impone aceptar los cambios, por dolorosos que sean, y sacarles provecho.
Por último, les dejo una canción muy bonita de nuestro gran folclorista Argentino Luna, quien supo plasmar con gran sentimiento, ese momento de la vida de los padres de familia, en su tema "Mira lo que son las cosas"