Wes Anderson en territorio animado.
La animación es un ámbito perfecto para marcarse algo estiloso, es un medio que le viene como anillo al dedo al director para derrochar todo su imaginario personal. No es la primera incursión a este terreno ya que Wes Anderson ya trabajó en la animación stop motion con la aclamada Fantastic Mr. Fox.
La historia de Isla de perros se centra en la ficticia y futurista Megasaki. Esta ciudad sufre una epidemia canina y lleva al alcalde a llevar a todos los perros a una isla vertedero situada a las afueras. El líder de la manada, Chief (Bryan Cranston), ha perdido toda esperanza de regresar a Nagasaki hasta que un niño viaja a la isla en busca de su mascota.
La cinta hace un sencilla pero bella apología al humanitarismo más puro.
Empatía en una distopía
Isla de Perros, cuyo título original Isle of Dogs hace un juego de palabras con “I Love Dogs” , no solo es un canto al mejor amigo del hombre, sino que también lo es a la humanidad.
Es un relato adulto bajo un prisma infantil. Se nos presentan unos protagonistas ingenuos y puros, en un entorno adulto y cínico. Probablemente este sea uno de los principales encantos de esta película, empatizamos con un optimismo que creíamos haber perdido en la niñez.
Un haiku visual
La narración de esta película es fabulosa. La estética naif y simétrica de Wes Anderson acompaña de manera sublime a la técnica en stop motion. La artesanía y la cantidad de detalles puestos en cada plano es digno de mención. Esta película nos regala imaginativos “planacos”. No es una estética impostada, no es un Tim Burton que nos quiere colar espirales y colores apagados para gritarnos “¡Miradme, aún conservo mi estilo!”.
Wes Anderson no hace películas para mostrar un virtuosismo o que gusten a los demás, sino que él las dirige para que le gusten a él mismo. Es su visión honesta de su manera de entender la narración que puede ofrecer el cine. Se agradece ver películas tan juguetonas en el apartado visual como lo es Isla de perros. Los tonos de colores, las inserciones gráficas o la iconografía samurai y orwelliana, refuerzan el encanto de su atmósfera. Esta película consigue que un vertedero de residuos resulte otoñal y evocador.
Una manada humana
Tanto su puesta en escena como su comedia visual es fantástica. Los personajes ya sean perros o humanos, hacen gala de un humor sutil a la par que astuto. Los diálogos son ágiles y funcionan gracias a las voces de sus actores. Un ejemplo es el diálogo sobre los rumores ofrecido por el perro Duke (Jeff Goldblum). El humor de reiteración es dinámico y la excentricidad de Jeff Goldblum lo hace único. Porque amigos, en esta película, Jeff Goldblum hace de perro. COMPRO.
Y es que en la versión original cuenta con un reparto de lujo como Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, y Tilda Swinton, entre otros. Sencillamente están fantásticos.
Además en el apartado sonoro cuenta con la música de Alexandre Desplat (El Gran Hotel Budapest). Una banda sonora original que usa instrumentos tradicionales japoneses y evoca una épica japonesa que pone los pelos de punta.
Isla de perros es excéntrica y adorable, una película con una factura técnica muy cuidada y visualmente hermosa. Jamás he visto unos perretes que desborden tanta humanidad.
¿Qué os ha parecido Isla de perros? ¿Os gusta su estética visual o por el contrario os parecen peluches disecados puestos en simetría? Dejadnos vuestra opinión. Estad atentos a más reseñas de traca, como siempre en La Sexta Butaca.