CATACLISMUS

La ola de magma que se levantó a 90 kilómetros por hora cubrió edificios de hasta 60 pisos mientras el océano entraba en ebullición por las altas temperaturas. La atmósfera se cubrió de regordetas nubes de vapor que estallaban al contacto con los gases termo tóxico que se liberaron dando como resultado una mega tormenta eléctrica que repelía al núcleo de hierro de la tierra por el magnetismo. Esa fue la causa de la desintegración progresiva. De la partición del planeta. Parecía un melón maduro incandescente al comienzo; luego fue solo un montón de roca candente en el espacio, siguiendo una órbita, negándose al desglose...
Esto, solo podía verse desde la Luna la cual había quedado a la deriva al perder la atracción con la tierra, y que poco a poco se alejaba como un globo sin destino, girando algo hacia la derecha y un poco al frente como despidiéndose.
Me asenté en una roca, empuñé el polvo con rabia y lloré como un niño al que le quitaban su madre. Caí en la cuenta que era el último de mi especie. En la oscuridad del espacio, mi soledad era profunda y tan terrible que dolía físicamente. Mis nervios parecían anudarse. Del miedo siguió el terror, el pánico... y luego la calma. Pude ver a mis padres y a la mujer que amaba reunidos en un monte cercano, traté de acercarme dando algunos saltos largos... pero se disolvieron en la noche. Comencé a reír a carcajadas, los espasmos me detuvieron; me volví rápidamente: ya no podía ver la tierra o lo que quedaba de ella, me impulsé muy fuerte hacia el espacio, cerré los ojos y sonreí esperando que me tragara pero volví a caer de espaldas, pesadamente por el traje.
Me quede así, mirando la negrura infinita, perdido, esperando... al final, el amor no lo era todo.
Héctor Martín Flores
Puerto de San Juan - Perú.