La esencia de este carnaval es el caos que se crea entre identidades ocultas tras los originales y divertidos disfraces que inundan cada uno de los rincones de la ciudad. Las comparsas, rondallas, agrupaciones y murgas son también parte de esta maravillosa y exitosa festividad que, además de atraer a miles de turistas cada año, organizan sus propias galas, concursos y exhibiciones, preparadas con esmero y al detalle durante meses.
Para muchos lugareños, esta fiesta es su mayor estandarte y la viven durante todo el año, entre preparativos de la próxima edición y recuerdos de las anteriores. Se vuelcan en un solo objetivo: la alegría, la felicidad y la fiesta que se congrega en cada escondrijo.
El Carnaval es calle, es gente, es diversión, es fiesta, es alegría y es la forma de celebrar un ocultismo diferente, visto de otra forma que nos hace ser por un tiempo quienes queremos ser, quienes elegimos ser en esa ocasión.
¿Vosotros habéis visitado alguna vez el Carnaval tinerfeño?