En el hemisferio norte se le conoce como aurora boreal, y en el hemisferio sur como aurora austral, pero no hay diferencias entre ellas.
Espectáculo natural
Las aurora polares han cautivado al hombre desde hace miles de años. Su nombre proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer.
La aurora boreal es visible de septiembre a marzo, aunque en ciertas ocasiones hace su aparición durante el transcurso de otros meses, siempre y cuando la temperatura atmosférica sea lo suficientemente baja]. Los mejores meses para verla son enero y febrero, ya que es en estos meses donde las temperaturas son más bajas.
Una aurora se produce cuando una eyección de masa solar choca con los polos norte y sur de la magnetosfera terrestre, produciendo una luz difusa pero predominante proyectada en la ionosfera terrestre. Dicho fenómeno ocurre cuando el sol libera partículas al espacio que llegan a la Tierra.
Las partículas del viento solar viajan a velocidades desde 300 a 1000 km/s, de modo que recorren la distancia Sol-Tierra en aproximadamente dos días.
Las auroras se mantienen por encima de los 95 km porque a esa altitud la atmósfera, aunque muy tenue, ya es suficientemente densa para que los choques con las partículas cargadas ocurran tan frecuentemente que los átomos y moléculas están prácticamente en reposo. Por otro lado, las auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km porque a esa altura la atmósfera es demasiado tenue ?poco densa- para que las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo.
Estas eyecciones pueden provocar tormentas electromagnéticas al reaccionar contra el campo magnético de nuestro planeta, provocando así explosiones de colores en el cielo.
En los polos son frecuentes, pero no dejan de sorprender y atraen a miles de turistas de todo el mundo.
Sus colores y formas
Ninguna aurora es igual a otra, lo que las hace completamente únicas. Las auroras tienen formas, estructuras y colores muy diversos que además cambian rápidamente con el tiempo. Durante una noche, la aurora puede comenzar como un arco aislado muy alargado que se va extendiendo en el horizonte, generalmente en dirección este-oeste. Cerca de la medianoche el arco puede comenzar a incrementar su brillo.
Comienzan a formarse ondas o rizos a lo largo del arco y también estructuras verticales que se parecen a rayos de luz muy alargados y delgados. De repente la totalidad del cielo puede llenarse de bandas, espirales, y rayos de luz que tiemblan y se mueven rápidamente de horizonte a horizonte.
La actividad puede durar desde unos pocos minutos hasta horas. Cuando se aproxima el alba todo el proceso parece calmarse y tan sólo algunas pequeñas zonas del cielo aparecen brillantes hasta que llega la mañana.
Los colores que vemos en las auroras dependen de la especie atómica o molecular que las partículas del viento solar excitan y del nivel de energía que esos átomos o moléculas alcanzan.
El oxígeno es responsable de los dos colores primarios de las auroras, el verde/amarillo de una transición de energía a 557,7 mm, , mientras que el color más rojo lo produce una transición menos frecuente a 630.0 nm.
El nitrógeno, al que una colisión le puede arrancar alguno de sus electrones más externos, produce luz azulada, mientras que las moléculas de Helio son muy a menudo responsables de la coloración rojo/púrpura de los bordes más bajos de las auroras y de las partes más externas curvadas.
¿Desde dónde se pueden ver?
Gracias a su ubicación geográfica, oscuros inviernos y escasa contaminación luminosa, Islandia es uno de los lugares ideales para observar auroras boreales. Pero las luces se pueden ver desde Alaska, Suecia, Noruega, Finlandia, Canadá, Rusia o Escocia.
Este fenómeno existe también en otros planetas del Sistema Solar muestran fenómenos similares, como es el caso de Júpiter y Saturno que poseen campos magnéticos más fuertes que la Tierra, pero también en Marte.