Bueno, llegamos a los dos últimos días del viaje al fin. Parece mentira que solo estuviéramos en Islandia 5 días, ¿verdad? A mí por lo menos me parecen muchísimos más, no sé si por todo lo que recorrimos, por las anécdotas… pero no me quejaré :)
En los dos últimos días hicimos bastantes kilómetros. Recorrimos del punto 3 al punto 5 del mapa:
Según teníamos planificado en base a nuestra guía de viaje, la idea era salir de la ruta del Círculo Dorado, llegar hasta la tienda de lanas de Álafoss, y en lugar de ir hacia Reikiavik, subir a recorrer la península de Snaefellsnes. Habría muchos sitios que ver, pero no tantos parajes naturales donde parar, explorar, etc.
Vais a ver que este post apenas tiene fotos, y es porque en realidad estos dos últimos días apenas hicimos, por circunstancias que ahora os voy a contar.
Día 4
Me desperté súper pronto en la zona de acampada donde habíamos rescatado a los franceses la noche anterior. Había duchas con agua caliente, pero el agua caliente no era ilimitada, así que quería levantarme de las primeras para ducharme cuanto antes. Ducharse con agua fría a tres grados no mola, jajaja. Después de volver a ser personas, recogimos todo y fuimos derechos a Álafoss. Decidimos picar algo y esperar a que fuera más tarde para buscar un sitio donde desayunar.
Llegamos a la tienda justo a la hora de apertura, y madre mía… nunca he visto una tienda de lana así. Enorme, gigante, todo un edificio. Hice bien en ir con una lista de lo que necesitaba para tejer mi jersey islandés, porque como me hubiese plantado allí con un presupuesto infinito, drama. Si queréis ver mi stash, junto con el patrón que elegí para el jersey y el resto de lanas que traje, lo tenéis todo en este post. No importa si no tejes ni tienes intención de aprender, este sitio es de visita obligada, es el templo de los productos de lana islandeses.
Después de organizar todos los ovillos de lana que había comprado, volvimos al coche y cruzamos por el Túnel Hvalfjörður, que pasa por debajo del fiordo del mismo nombre y que es la forma más rápida de acceder a la zona donde queríamos ir. La verdad es que no tenía ni idea de que el túnel tuviera una mala calificación (mirad el enlace), y a mí me pareció que estaba bastante bien. Sinceramente, me dio mucha más seguridad que los túneles que he cruzado en España, y eso que éste va a 165 metros de profundidad.
Como a partir de aquí no teníamos claro dónde merecía la pena parar y dónde no, hicimos caso de la guía y fuimos a Borgarnes, en teoría, el lugar donde llegaron los primeros colonos a Islandia, y donde tienen origen las sagas islandesas. ¡La ciudad es preciosa! Muy pequeñita, como todo allí, pero llena de encanto. Tomamos el primer café decente de todo el viaje (el café islandés…) y vimos una de las de las exposiciones del Settlement Center.
Para la hora de comer queríamos estar en el punto más alejado de la ruta, para poder volver con tranquilidad y aprovechar la tarde para recorrer toda la península en sentido de vuelta, así que salimos para Stykkishólmur. El paisaje cambió y todo eran piedras de basalto de nuevo, cráteres y restos volcánicos. La carretera pasó a ser un camino de grava, muy habitual allí, y tras un par de horas ya teníamos ganas de volver a ver algo que indicara la presencia de seres humanos. Pasamos por varios fiordos bordeando la costa, y me pareció el paisaje más bonito de toda Islandia.
Y al salir del camino de grava, la catástrofe. De repente sonó un aviso en el coche y éste se inclinó hacia mi lado. Ups, rueda pinchada. Mejor dicho, la rueda tenía una grieta de unos tres centímetros. Pues sí, estas cosas son las que te pueden pasar en Islandia, jajaja. En la carretera más perdida del mundo, y te quedas sin rueda. Empezó a llover. Abrimos el maletero y sacamos la rueda de repuesto con el gato para cambiarla y nos llevamos la sorpresa de que la llave para soltar las tuercas estaba rota. Así que teníamos rueda pero no podíamos ponerla. Y estábamos a muchos kilómetros de Stykkishólmur.
Fuimos al borde de la carretera e intentamos parar al primer coche que pasó, que resultó ser uno de esos todoterrenos monstruosos que tienen todos los islandeses y remolcaba un barco (imaginad la escena por un momento). El hombre, muy amable, quiso probar a ver si su llave servía para nuestro coche, aunque estaba claro que con las ruedas que tenía él, no nos iba a valer. No hay ningún seguro de alquiler de coches que cubra el pinchazo o rotura de ruedas, y es el cliente el que debe reparar la rueda y correr con los gastos antes de devolver el vehículo.
Pues bien, el hombre de repente nos dice que nos subamos con él, que nos lleva hasta la ciudad y que además va a llamar a su mecánico de confianza para que nos traiga de vuelta y nos arregle la rueda. ¡Esto es el karma, señoras! ¿Recordáis lo que había pasado la noche anterior con los franceses? Pues esto fue el destino :)
Y allí que nos fuimos en ese coche-casi-camión, y el señor nos llevó a su casa, donde le ayudamos a aparcar su barco mientras esperábamos al mecánico. Luego, los mecánicos (que eran dos en realidad), nos volvieron a llevar al coche y nos repararon la rueda allí mismo, en la absoluta nada. La foto que le hice a la casa de este hombre, con el barco en la puerta, la tengo en mi móvil guardada para siempre, por si un día volvemos a Islandia ir a darle dos besos. Ya podéis imaginar que la broma nos iba a salir cara, porque en Islandia nada es barato, y menos aún que te reparen una rueda en esas condiciones. Yo ya estaba temblando, pensando que todo el dinero del viaje se iba a terminar en este imprevisto, cuando el mecánico nos dice que son 8.000 coronas islandesas (unos 65-70€). Podría ser peor. Y cuando voy a pagarles, va Juan Carlos y les pregunta si quieren un trozo de salchichón ibérico… no sabéis cómo les cambió la cara al escuchar “ibérico”, jajaja. No solo lo cogieron rápidamente, si no que además me dejaron el arreglo en la mitad de dinero, ¡increíble pero cierto! Mi mejor consejo si vais a viajar es que llevéis embutidos y cosas ricas que no tengan en el país de destino, porque con eso podéis hacer amigos y solucionar muchos problemas :P
Después de esta “maravillosa” aventura, nos encontramos por casualidad con uno de los famosos puestos de perritos calientes islandeses, y para compensar (había que probarlos) nos comimos dos. Lo rematamos con un café en un local encantador que también era biblioteca, ¡y estaba lleno de libros de punto! Una pena que hubiésemos perdido tanto tiempo con lo del coche, porque había un montón de libros interesantes para cotillear.
Dimos la vuelta al resto de la Península de Snaefellsnes sin pena ni gloria. La culpa no la tenía el lugar, donde a cada curva de carretera ves paisajes impresionantes, ni sus ciudades y pueblos pintorescos. El tema es que íbamos un poquito desanimados con lo que había sucedido y preocupados por qué pasaría al devolver el coche. No sabíamos si nos pondrían alguna pega.
La noche la pasamos en Akranes, ya bien cerca de Reikiavik, y estábamos tan cansados que reservamos una habitación en una casa de allí a través de Booking. Era nuestra última noche en Islandia y queríamos pasarla en una casa típica islandesa y dormir en una buena cama (os recuerdo que estábamos durmiendo en el maletero del todoterreno con los asientos tumbados, sin colchón, solo con los sacos de dormir). La casa era algo extraña, jajaja, pero estuvo bien. Nos tocó compartirla con otra pareja de franceses (¡de nuevo franceses!) que también volvían al día siguiente a su país.
Día 5
¡Nuestro último día! Nos vino genial despertarnos en una casa, porque así pudimos reorganizar el equipaje y guardar todo lo que nos íbamos a traer de vuelta. Queríamos tenerlo todo listo para aprovechar al máximo la jornada antes de tener que dejar el coche.
Reikiavik era lo único que nos quedaba por ver… y debo decir que no vimos mucho. Tan solo recorrimos la zona del puerto y el casco antiguo, además de la iglesia de Hallgrímskirkja. Y es que teníamos muchas expectativas con esta ciudad pero no se cumplieron. Desde que bajamos del coche todo nos pareció feo y para nada como nos esperábamos. Fue una desilusión total. Ojo, que no digo que Reikiavik no merezca la pena, solo que a nosotros no nos gustó. Sin más. No quisimos ni pasar el día entero allí. Apenas hicimos fotos. Mira que era mi ilusión ir a Reikiavik desde hace años, pero nada. Decidimos sacar la guía y buscar algo cerca del aeropuerto que estuviera recomendado. Y nos fuimos pitando para Reykjanesbr.
Después de comer en un restaurante del pueblo, llegamos al aeropuerto y pusimos fin al viaje :(
Aquí termina la crónica, para mí fue un viaje inolvidable. Ni siquiera le pondría pegas a pesar de las cosas que nos pasaron. Creo que esas anécdotas son también una parte importante de esos días :)
Por cierto, no tuvimos problema al devolver el coche. Si alguna vez volvemos, posiblemente alquilaremos vehículo con la misma empresa.
Ahora hablemos de dinero. Sé que muchas tenéis pensado ir próximamente y no podemos negar que es un país caro, muy caro. Lo he ido contando en los anteriores posts.
– Reservar con antelación es clave, hacerlo fuera de temporada alta también.
– Y por supuesto mi recomendación es que llevéis la mayor parte de la comida y que compréis en supermercados, porque los precios de los bares y restaurantes son prohibitivos. Nosotros hicimos todos los desayunos (sin privarnos de café, té, y comida para acompañarlos) fuera, pero solo dos comidas principales (y una fue en un puesto de perritos, así que no estoy segura de que cuente). Compramos cosas típicas en el supermercado y también cervezas en un Vinbudin. No siento que fuera una restricción viajar de esta forma, pero entiendo que haya quien no conciba viajar sin comer todo el rato como los locales.
– Siempre viajo solo con equipaje de mano, pero aquí hicimos una excepción y facturamos una mochila enorme. Así pudimos llevar nuestros sacos de dormir, el Jetboil para cocinar… Y ahorrar en alquilarlo.
– Selecciona bien las visitas a museos y actividades que quieres hacer. Si por ejemplo vas a ir al Blue Lagoon y al Settlement Center, ya es un gasto de casi 100€ por persona. Intenta aprovechar todo lo que Islandia te ofrece de forma gratuita, que no es poco.
– Hacer el viaje en coche con tienda o acampar directamente es muy buena idea. Te permite ver mucho, y las zonas de acampada están bien preparadas. Además, tienes piscinas y zonas de baño por precios irrisorios (y otras muchas gratuitas).
Por último, el presupuesto total. El viaje nos costó un poco menos de 600€ a cada uno, por 5 días. Aquí incluyo precio de avión con la maleta facturada, alquiler de coche y todo lo demás. Desglosado así:
– 150€ en el billete de avión con la maleta facturada (vuelo directo, fuimos con Norwegian).
– 150€ en el alquiler del todoterreno con la tienda en el techo, Wifi y GPS (Dacia Duster alquilado en Northern Lights).
– 300€ de gastos que incluyen gasolina, la reparación de la rueda, compra de comida, restaurantes y cafeterías, visitas, souvenirs y lanas, por supuesto.
Os vuelvo a dejar la galería con algunas fotos y también los enlaces a los posts anteriores sobre el viaje:
– Compras laneras en Islandia.
– Lo que necesitas saber si vas a viajar a Islandia.
– Nuestro viaje a Islandia: qué ver en 5 días (parte I).
– Nuestro viaje a Islandia: qué ver en 5 días (parte II).