Agallas

No sé por qué se suele utilizar tanto la expresión “con un par de huevos”. No lo entiendo. Es como si sólo con huevos se pudieran cerrar tratos, tomar decisiones o mandar a alguien a tomar por saco. Lo que deja entrever, que sólo una persona con huevos (o lo que es lo mismo, un hombre), tiene la extraordinaria capacidad de realizar ciertas cosas. Ya sabéis, cosas como poner los puntos sobre las íes, decirle a alguien las verdades que nadie más se atreve o cosas más (mucho más) importantes que quedar de gallito de corral, como bien puede ser… ah sí, emprender un nuevo camino o cambiar de vida. Eso sí requiere ¿huevos?, y no hablar más alto que el de enfrente.

Pero se sigue empleando la expresión, y sólo desde hace relativamente poco, se incluye un “ovarios” cuando la protagonista de la escena es una chica. Como si la valentía fuera una cuestión de sexos, de huevos o gallinas, de ovarios o cojones. Y oyes que alguien le echó ovarios a algo. Y crees que esa chica tuvo que hacer algo épico para que se nombren sus ovarios. Que nunca se mencionan unos ovarios en vano, Dios nos libre. Y aunque la creciente introducción del término, dejando bien claro que nosotras también tenemos un par de algo, me gusta en parte, he de decir que hay otra palabra que me agrada mil veces más: agallas.

Echarle agallas a algo.

¿No suena mejor? 

AGALLAS4


A mi, eso de tener agallas, me recuerda a esas películas antiguas en las que todo era más apasionado, más épico, más emocionante. Me recuerda a esas mujeres con curvas y carácter que caminaban abriendo las calles a su paso, pisando fuerte, echando el humo de sus cigarrillos en cualquier café de cualquier ciudad. Me recuerda a esos galanes con traje y barajas de cartas, y copas con poco hielo y mucho alcohol. Y a besos de esos en los que la espalda de la chica se arquea hacia el suelo. Y a bailes con zapatos de charol. Y a despedidas en las que siempre queda París como principal protagonista. Supongo que todo lo relacionado con el Hollywood de aquellos años me encandila mucho más que cualquier expresión que incluya unos ovarios, unos huevos sueltos o una caja entera. Agallas. Me gustan más las agallas.

Ayer sucedió algo. Tras muchos meses sintiéndome ajena a algunas de mis rutinas, tomé una decisión.

Ayer comencé a creer en mis propias agallas.



Las agallas es eso que vive escondido al fondo de tu infeliz comodidad. Se asienta entre tu corazón, tu cabeza y tus deseos de pertenecer a otra realidad. Pertenecer. Es complicado saber a qué lugar perteneces, pero lo más complejo todavía es averiguar a qué lugar quieres pertenecer. Con pertenecer no me refiero a saber quién es tu familia o en qué ciudad naciste. Me refiero a encajar en un puzzle, a formar parte de algo que respire lo mismo que tú respiras, a cerrar los ojos y sentirte parte de algo, metida de pleno, con la sonrisa de quien sabe que es ahí, y no en otra parte. No pertenecer es lo contrario a eso. Y es difícil hablar contigo misma y decirte que es el momento de hacer maletas y cambiar de escenario. Pero hay que hacerlo. Hay que echarle agallas.

Porque sin agallas, la vida es un torpe ensayo de lo que siempre querremos vivir y nunca viviremos.

AGALLAS2


Hay que echarle agallas, una caja llena de agallas. Sabes que las tienes, no como los huevos o los ovarios, que igual no te han tocado en el reparto de órganos cuando naciste. Pero las agallas las dan a todos, ¿sabes? Aunque creas que no, viven contigo desde siempre, se mantienen en silencio hasta que lo rompen. Y gritan. Y el grito se escucha por todo tu cuerpo hasta traspasarlo y hacerse sólido. A eso, yo lo llamo valor. Así que si notas algo que aprieta dentro, no lo reprimas y déjalo salir. No tengas miedo, la vida no está hecha de los impulsos que paralizamos, sino de las decisiones que tomamos.

Y ahora, escucha con atención: si has encontrado ese lugar al que crees que perteneces, tu hueco en este mundo hostil y bello al mismo tiempo, tu butaca en el teatro, tu sitio para aparcar o tus ganas de avanzar sin mirar atrás, ve a por ello. Sin más.

Y si aún no lo has encontrado, vive atento, porque cuando menos te lo esperes, te tocará echarle un par.

De agallas.

AGALLAS3


M.

Archivado en: Cosas que contar(os) Tagged: agallas, avanzar, cambios, crecimiento, valor
Fuente: este post proviene de La chica de los jueves, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Día 16. El mundo, de Jimmy Fontana, sonaba esta mañana en San Isidro desde el balcón de alguien, en el edificio que queda a la izquierda de mi casa. Sentada en el sillón de mimbre pintado de blanco, c ...

Día cinco. Durante estos días de confinamiento me he dado cuenta de varias cosas. Algunas son bastante absurdas, otras tantas tienen relativa importancia y, las que dejaré para el final, creo que marc ...

No. No siempre es fácil. El amor no siempre te hace reír. En ocasiones, no fluye la comunicación, el drama llama a la puerta por un mal gesto o por una palabra desafortunada, la verdad se esconde por ...

Antes. A veces, solo a veces, me reía de tu música. Eso que escuchas parecen cánticos de catequesis para niños. Me duermo. Parece que estemos en misa. Venga va. Quítalo. Y tú, durante unos instantes, ...

Recomendamos