La odisea de la búsqueda de empleo.
Estas en paro, no es de extrañar viendo como están las cosas hoy en día.
Desesperante ¿verdad? Te pasas la vida estudiando, soñando con un buen empleo y te encuentras a los veintimuchos / trentaitantos sin ningún ingreso en tu economía exceptuando la paga de tu madre (eso si tienes suerte). Te habías imaginado otra situación totalmente distinta a esta edad ¿a que sí?
Te desesperas, te frustras y lo peor de todo, empiezas a pensar que no vales ni para fregar platos. Entonces, es cuando entras en un bucle del que no es fácil salir.
Aquí van mis consejos para no llegar a estar en este bucle.
1- Internet. Aquí está tu gran aliado.
Hay un montón de páginas con ofertas de empleo. Miralas a diario, sobre todo por las mañanas. La mayoría de estas páginas, tienen aplicación para el móvil, así que, no tienes excusa. Mira y remira y mete tu curriculum en todas las ofertas que puedas.
2- Hay muchos anuncios, que no son lo que dicen ser.
No te preocupes, cuando lleves un tiempo buscando trabajo los distinguirás a la legua
3- Vete a todas las entrevistas que puedas, da igual si el empleo es una mierda y da igual si sabes que no vas a trabajar ahí en la vida, preséntate y haz la mejor entrevista del mundo.
Está muy bien practicar para cuando vayas a la que realmente te interesa.
4- Manténte activo, no solo buscando ofertas de empleo, haz cosas que te gusten y entretengan.
Si puedes, haz cursos relacionados con lo tuyo. En el Inem suelen tener unos bastante interesantes. (Hace falta que te seleccionen claro) pero lo puedes intentar. Todo esto, hará que tengas la cabeza despejada y no te ahogues en tus problemas.
5- Y una vez más, como en el resto de mis entradas, ten paciencia, mucha paciencia.
Por desgracia, la búsqueda de empleo se puede hacer muy larga, no dejes que te amargue. Parece una tontería, pero en las entrevistas, se fijan mucho en tu actitud frente a la vida y si estás amargado, no ayuda.
Cómete el mundo!!
Y vosotros, ¿tenéis algún consejito más?
Hasta la próxima amigos.
Unaaburrida.
Fuente: este post proviene de Qué duro es hacerse mayor, donde puedes consultar el contenido original.
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