Páginas: 464
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788497347389
Precio: 11,00 €
Sinopsis
Año 441 d.C. El Imperio romano, aunque arruinado y al borde del colapso, todavía no ha sido vencido. Las arcas del tesoro están vacías, las legiones agotadas y los emperadores hacen gala de holgazanería e incompetencia. Las tribus de visigodos y vándalos ya no son enemigas y empiezan a asentarse «pacíficamente» dentro de sus fronteras. Serán otros bárbaros, llegados del lejano oriente, los que acabarán con este coloso milenario: los hunos al mando del salvaje Atila.
Atila ha regresado con su pueblo tras un traicionero exilio. Desterrado por su tío, ha vagado por las estepas durante más de treinta años mientras su cólera y su ambición crecían día a día. Ahora ha vuelto para ocupar el trono que por derecho le pertenece. Sin embargo, el control de su pueblo no es el límite de su ambición: unificará a todos los clanes hunos a lo largo y ancho de la salvaje Escitia y los forjará en un único y poderoso ejército. Sólo entonces, con este poder inimaginable bajo su mando, se lanzará sobre Roma.
«William Napier es un genio para recrear el caos sangriento de la Antigüedad con un trepidante estilo narrativo». Tom Holland, autor de Rubicón y Fuego persa
«Un clamoroso relato sobre la juventud de Atila el Huno, una aventura atestada de momentos épicos, batallas sangrientas, una dosis justa de historia y los necesarios interludios de desahogo… una novela con gancho». Daily Mail
Reseña
Segunda parte de la trilogía Atila, en esta ocasión cargada de acción.
Voy a hacer una pequeña recapitulación. En el primer libro se narra la infancia de Atila en la corte romana, ya que estaba recluido como garantía para que los hunos no se volviesen contra Roma -de igual manera, un muchacho estaba retenido en el principal campamento huno-. En esa etapa de la vida es en la que Atila forma su odio por Roma y sus ganas de borrarla del mapa. Si bien forja alianzas y uniones que serán importante para su vida, y en el final del libro se especula lo que ocurrirá en el futuro, el inicio del segundo no puede ser más diferente.
Bien. Atila aparece en escena convertido en un guerrero, en un verdadero caudillo, treinta años después de terminar la anterior parte. En este libro se narra principalmente toda la unificación de las tribus hunas de Escitia, lo que actualmente es Rusia, Ucrania, Kazajistan y territorios más al este, y también algunas tribus asiáticas que en los inicios fueron hunas.
Si bien puede parecer que es bastante monótono, no es así la realidad.
Estructuralmente, el libro se compone de tres partes. La primera se titula «El regreso del rey», y narra todo lo que sucede desde que regresa hasta que sale con la misión de unificar a las tibus hunas bajo un mismo estandarte; es en esta parte donde, además de saberse de los planes de Atila para el futuro, se encuentran prácticamente todas las páginas -unas 80 seguidas- en las que los romanos, con Aecio, Atenais y Gala Placida a la cabeza, son los protagonistas, abarcando los treinta años de desaparición de Atila.
La segunda parte, «La unificación de las tribus», narra desde los preparativos antes de partir hasta que llegan a su poblado de nuevo; en este tiempo Atila es el completo y absoluto protagonista, girando todo en torno a él -ni siquiera hay escenas de los que los enemigos tienen su rato de protagonismo-, aunque también es cierto que el narrador, Prisco de Planio, cuenta todo como si estuviese las 24 h al día con el Azote de Dios. En esta parte de más acción como tal, pero también situaciones sacadas adelante con astucia o diálogos profundos. La parte más dinámica, sin lugar a dudas, y la más ágil, además de la más sangrienta.
La última parte, «El Hungvar», es la más corta -no llega ni a las 50 páginas-. En esta se produce la marcha de Atila hacia Roma y cómo esta intenta evitarlo y/o prepararse para lo que se avecina. El protagonismo recae sobre los romanos, dejando el final como el principio del fin.
En total, el protagonismo de los romanos en este libro es pequeño, 130 páginas de 455 como mucho, de las cuales bastantes se explica la degeneración de Roma en los 30 años de exilio de Atila.
Al igual que en el primer tomo, el narrador es Prisco de Panio en la vejez, un escriba muy poco conocido, pero que ha pasado a la Historia por ser prácticamente la única fuente de conocimiento sobre los hunos. En este libro me ha dado la sensación de que interacciona más con el lector que en el anterior, incluso se permite hablar tanto en tercera persona como en primera cuando aparece en escena. Es como si escribiese más «alegre».
Fragmento del fresco que idealiza a Atila, de Eugène Delacroix (1843-1847), en la
Biblioteca del Palacio Borbón (París, Francia)
«-Chanat-dijo el el jinete de piedra-, ve al campamento. Tráenos una pala.
Chanat frunció el ceño.
-¿Una pala, príncipe Atila?
-Atila tanjou -replicó este-. Rey Atila. Rey.»
Es obvio que la parte más descriptiva es la segunda, Es un libro que se le da gran importancia al escenario, con numerosos detalles -demasiados a veces- pero con una gran calidad, sobre todo a la hora de narrar las batallas, que no son precisamente «limpias»; en más de una ocasión tanta atrocidad asombra, incluso puede dar repulsa.
En cuanto a la parte psicológica de los personajes no es algo que esté muy desarrollad. Hay que entender que la personalidad en este libro es inherente a cada personaje, y no cambian por nada. En el inicio Atila eligió a sus guerreros por una determinada forma de ser y así seguirán hasta el fin del libro o hasta que mueran. Solo Atila y Pajarillo (y en menor medida la bruja Enkthuya) son los que presentan un carácter algo cambiante; uno por ser el protagonista y el otro por estar loco. En este libro, Napier muestra al lector que Atila no solo es una máquina de matar y un líder nato, sino que también puede tener buen corazón, ser un excelente estratega o tener pensamientos profundos.
Sobre los demás personajes, me resulta curioso porque hacia mucho que no me encontraba con unos personajes tan «estáticos» en cuanto a forma de pensar, cosa que no es mala si va a juego con el libro, aunque es cierto que a veces pecan de un poco planos.
Ahora bien, hay un par de cosas que no me han convencido. Una de ellas es el discurso excesivamente largo de Atila en una determinada parte. A su lado el de Braveheart es una frase. Es muy épico y todo lo que se quiera, pero llega un momento que cansa.
Otra cosa que es que del periodo de exilio de Atila no hay nada más que cuatro o cinco menciones. Se podría achacar a que no se conoce nada de esa época, pero es que tampoco se conoce nada de su infancia. Históricamente, Prisco no se encontró con Atila hasta el 448 d.C., y toda la acción ocurre en el 440-441 d.C,, es decir, que prácticamente es el tercer libro en el que se la figura de Atila es más real, si bien el marco histórico está bien trabajado.
Me ha dejado un tanto frío pasar de un muchacho a un adulto sin una transición clara. En mi opinión se podría haber adentrado un poco en las peripecias de su viaje (que era lo lógico; mi sorpresa fue grande a ver que la narración empezada con un Atila curtido), aunque es cierto que quizás habría de haber tenido otra parte. Personalmente, hubiese sido buena idea meter las aventuras de Atila adolescente, pero bueno, no soy el autor.
Pero a pesar de eso, creo que este es un libro más entretenido que el primero, con mucho menos de temas palaciegos y más espada. Si te gustó el primer libro, sobre todo el tema de las batallas, este quizás te guste mucho más, como es mi caso. Trilogía recomendada para los amantes de la guerra a espada y hacha, así como de la Historia, porque no olvidemos que es una novela histórica, aunque su protagonista sea un personaje bastante desconocido.
Sobre el autor
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