El 8 de Setiembre del año pasado, se cumplieron 10 años de la partida de mi querida madrina Rosalía Wiese de Vizcardo. Y por ese motivo, le dediqué un post recordándola con mucho cariño. Hacía tiempo que tenía deseos de dedicarle un post a mi madrina y al cumplirse 10 años de su partida, el motivo era más que propicio para hacerlo, como una muy sencilla forma de recordarla y hacer una semblanza de lo que fue su presencia en mi vida. Han transcurrido los meses, y hoy, 14 de Enero, se cumple un año más de su nacimiento y la ocasión es perfecta para actualizar dicho post publicado el año pasado y adaptarlo a la fecha de su cumpleaños, como una forma de celebrar su vida.
El primer recuerdo que tengo de mi querida madrina Rosalía fue cuando tenía 4 años de edad. En ese entonces vivíamos en el segundo piso de un edificio en la primera cuadra del Jr. Huancayo en Lima, y me acuerdo que mi mamá entró a mi cuarto y me dijo "Te ha venido a visitar tu madrina". Salí y allí estaba ella en la sala y con mucho cariño me saludó. Ella era la prima hermana de mi padre, ya que mi abuela Ida y el papá de mi madrina, Alejandro Wiese ?quien era un empedernido bromista- eran hermanos. Mi padre le tenía un gran y enorme cariño, y definitivamente ello influenció en la elección de la persona que sería mi madrina de bautismo. A partir de ese momento, ella siempre se haría presente con un regalo en mi cumpleaños durante mi niñez y siempre con auténtico y genuino cariño. A partir de mi adolescencia, ella siempre me llamaba por teléfono para saludarme por mi cumpleaños y a sugerencia de mis padres, comencé a poner en práctica la costumbre de llamarla también cada 14 de Enero, que era su cumpleaños. Y así fue de allí en adelante. Cuando vivíamos en aquella casa en Lince, frente al parque Mariscal Castilla, en bastantes ocasiones la tuvimos en casa y en algunas oportunidades, también estuvimos en su casa en San Borja, y siempre éramos muy bien recibidos por ella y su esposo, el recordado tío Héctor Vizcardo. Uno se sentía genuinamente en familia y también ello se extendió a sus hijos, mis queridos primos, José Manuel, Alvaro, Gonzalo y Fabiana. Cuando mi tía Elba -la hermana de mi papá quien vivía en USA- venía de visita al Perú, nunca faltaba un almuerzo o comida en la casa de mi madrina para mi tía Elba y a donde también éramos invitados, pasándola super bien. También recuerdo mucho un fin de semana de Febrero de 1990 cuando pasé todo ese fin de semana en su casa de playa en Punta Hermosa -a la cual nunca dejaba de invitarme-, en donde fui maravillosamente atendido y la pasé bastante bien. Cuando murió mi madre en 1987, mi padre en 1993 y mi abuela en 1995, ella siempre estuvo presente acompañándonos hasta el mismo momento del sepelio.
En 1997 dejé la casa de Lince para mudarme a La Calera, en Surquillo, y como mi madrina vivía en San Borja, estaba relativamente cerca a su casa, ya que yo vivía por el cruce de las avenidas Angamos y Aviación y ella por Aviación y San Borja Sur, y ello marcó un nuevo momento con ella, ya que comencé a visitarla con bastante frecuencia y ella me recibía siempre con los brazos abiertos. Recuerdo mucho que cuando me separé de mi anterior relación en el año 2000, ella fue una de las primeras personas a quienes le conté de este hecho, y me dio su apoyo total. Me acuerdo muy bien que me dijo que mirara hacia adelante y que ya encontraría a alguien mejor. Cuando en mayo del 2001 comencé una nueva relación con quien es mi actual esposa, también fui a verla para contárselo y se puso muy feliz y me pidió que la trajera a la casa para presentársela porque quería conocerla, lo cual hice a la semana siguiente. Tanto ella como mis primos recibieron maravillosamente a mi hoy esposa Silvana. Para el año 2002 lamentablemente mi tío Hector falleció de una enfermedad que lo aquejó en el último par de años y fue un momento bastante triste. Cuando me casé en junio del 2002, mi madrina asistió con mi prima Fabiana y fue maravilloso para mí verla en ese momento tan importante en mi vida, pero por motivos en que se encontraba de duelo, al final se excusó de asistir a la recepción. Y recuerdo que de frente nos preguntó a Silvana y a mí, "¿Qué quieren que les regale?". Al final, nuestra respuesta fue una licuadora y un mes después que fuimos a visitarla a su casa, nos entregó tanto su regalo como el de mis cuatro primos. A partir de allí, seguirían las visitas, pero un poco más espaciadas, ya que al casarme pasé a irme a vivir al Rímac, donde vivo actualmente.
La última vez que la ví fue en la celebración de las Bodas de Oro de mis tíos paternos Enrique y Nena en febrero del 2004, y nos saludamos con el cariño de siempre. Posteriormente, la llamé con cierta frecuencia para saludarla y así pasaron los meses. La última vez que conversé con ella fue cuando la saludé por el Día de la Madre y conversamos bien, y quedamos para ir a verla, pero por la distancia entre San Borja y el Rímac, como que la flojera vencía a veces y el típico pretexto "la próxima de todas maneras voy por allá" se imponía. Hasta que un 9 de Setiembre del 2004 en la tarde, recibí en mi trabajo la llamada de mi tío Enrique, quien textualmente me dijo "Lamento tener que darte ésta muy mala noticia: ha fallecido Rosalía". Recuerdo que me quedé paralizado y petrificado y lo primero que le pregunté es que había sucedido, si había sido algo repentino. El tío me contestó que ya estaba mal desde hace varios meses y que había fallecido la noche anterior. En ese instante, mi día pasó del tono claro al oscuro y me parecía algo propio de una pesadilla, que me sacudió y me estremeció de pies a cabeza. En la noche fuimos con mi esposa al velorio y allí supe que ya desde comienzos de año había estado lidiando con una penosa enfermedad y que incluso cuando la ví por última vez, ya estaba con ese problema de salud. Nos quedamos un prolongado rato para darle el último adiós a mi querida madrina y lamentablemente por motivos de trabajo no pude ir al sepelio, algo que de todo corazón hubiera querido hacer.
En estas épocas en las cuales los padrinos de bautismo son elegidos por motivos coyunturales y muchas veces, se pierde contacto con ellos, en mi caso, ella fue una madrina auténtica y de verdad, que siempre estuvo presente en mi vida tanto en mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y mi adultez, y a quien quise muchísimo. Fue una muy buena y maravillosa persona y su carácter alegre y jovial, su trato amable, campechano y cariñoso fueron sus signos distintivos y siempre con su sonrisa y con los brazos abiertos para recibirme en su casa. Echo mucho de menos el ir a visitarla y al menos, con mis primos mantengo el contacto vía Facebook e incluso, cuando en noviembre del 2008 viajé a Chile a ver a QUEEN + Paul Rodgers, mi primo Alvaro vivía en ese momento en Santiago y mi otro primo Gonzalo viajó también para el concierto y al día siguiente del concierto, nos reunimos en casa de Alvaro y pasamos un momento muy pero muy grato. Hoy, en el día de su cumpleaños, siempre la sigo recordando con todo mi afecto. Y SE que en el reino espiritual ya debe estar más que feliz al lado del tío Héctor y de sus recordados padres, los muy queridos tíos Alejandro y Elia. Y de paso, también debe haberse encontrado con mis viejos y mi abuela. No tengo la menor duda de ello.
Gracias querida madrina por todo lo que fue tu presencia a lo largo de mi vida. Han pasado más de diez años desde que nos dejaste para siempre, pero tu recuerdo permanece intacto en mi mente y en mi corazón. Y este día de hoy, 14 de Enero, he querido recordarte con este sencillo post y en algún momento del día haré un brindis a tu salud, aunque sea con agua mineral, por aquellos maravillosos e inolvidables recuerdos que me unen a tí.
¡¡HAPPY BIRTHDAY QUERIDA MADRINA ROSALIA!! ¡¡SIEMPRE EN MI CORAZON!!