Un 7 de junio del 2002, hace ya 13 años, viví el momento más feliz de mi vida, cuando me casé por civil con Silvana, el amor de mi vida. Aunque me imagino que algunos pensaran que entro en una contradicción, ya que en algunos posts anteriores he afirmado contundentemente que el día más feliz de mi vida fue el 19 de noviembre del 2008 en Santiago de Chile al lado de mi esposa, cuando ese día logré hacer realidad el sueño de ver a la dupla sobreviviente de QUEEN en concierto. No, sigo sosteniendo que ese día fue el más maravilloso que me ha tocado vivir en mis 52 años de vida, de principio a fin. Pero, si hablamos de momentos, el momento en el cual me sentí más feliz que nunca fue cuando me casé por civil por Silvana -no me casé por religioso porque mi esposa era divorciada y la Iglesia tiene sus retrógradas reglas considerando al divorciado como un paria o apestado, sin derecho a ser feliz nuevamente-, pero no fue el día más feliz que tuve, porque ese día fue literalmente un día lleno de caos, correteos, apuros y tensiones, y todo cambió cuando puse en pie en la Municipalidad, Y quiero compartir con ustedes, mis queridos amigos lo que fue ese día para mí.
Como antecedente, les comento que originalmente me iba a casar el 12 de abril del 2002, pero a fines de marzo, mi entonces novia Silvana se puso mal y la tuvieron que llevar de emergencia y tuvieron que extraerle la vesícula, y ello ameritaba reposo absoluto luego de ser dada de alta en los primeros días de abril. Ante ello, como habíamos ingresado el expediente en la Municipalidad de San Borja el día 21 de marzo -el día del cumpleaños de mi madre-. teníamos hasta el 21 de junio para fijar nueva fecha. Y decidimos que fuera en junio, el viernes 7, para que ella pudiera estar totalmente recuperada. Y así fue. Y en parte, el destino casi me juega una mala pasada, porque el día 4 de junio murió el ex presidente Belaúnde y el entonces presidente Toledo decretó dos días de duelo nacional como feriados no laborables. Si ese señor hubiera fallecido un día después, todo se iba al agua y no me hubiera podido casar ese día 7, y ya teníamos todo separado a partir de esa fecha. Felizmente no ocurrió así y el 7 fue un día laborable más, pero no me imaginé el problema del tráfico que se iba a generar después.
En ese momento estábamos en pleno mundial de fútbol y de los 32 partidos de la primera ronda del Mundial Corea Japón 2002, el único partido que me interesaba ver era el de Argentina-Inglaterra. Y para mala suerte mía el partido fue fijado el 7 de junio a las 5 am, hora de acá. Y no me lo quería perder por nada del mundo. Me levanté a las 5 am para ver el partido, que finalmente ganó Inglaterra por 1-0, y luego de ello, me puse a embalar en cajas lo último que me quedaba. Hasta ese momento y durante 4 años y 8 meses, viví en una casa de familia en La Calera de la Merced en un habitación amplia con baño y un patiecito, que era independiente. Y siempre tuve una muy buena relación con la dueña de casa, la Sra. Amelia, quien siempre se portó muy bien conmigo y me apoyó enormemente en momentos algo complicados. Para eso, ya había contratado a un taxista que trabajaba en Metro y quien en los días anteriores, me transportó parte de mis cosas a la casa de mi esposa en San Antonio, en el Rímac, donde vivo actualmente. Y también lo había contratado para que nos llevase a la Municipalidad de San Borja. Ese momento fue muy duro para mí. Primero me despedí de mi vecino de cuarto en el tercer piso y ya en ese momento comenzaba a sentir un nudo en la garganta. Luego me despedí de otro inquilino, el Sr. Soto, quien siempre fue muy respetuoso y cordial conmigo, y ya en ese instante sentía que me temblaba las piernas por la emoción y la pena. Y lo más difícil vino después, despedirme de la Sra. Amelia y ya en ese instante, los ojos se me pusieron vidriosos, y recuerdo algo que me dijo la Sra. Amelia. "los buenos amigos nunca se despiden. Nos vemos en el matri". Luego de ello, llegué con el último cargamento de mis cosas a San Antonio y a partir de ese momento a acomodarlas, hacer las maletas y coordinar lo que se venía en las siguientes horas.
Acompañé a Silvana a una peluquería para que le hicieran un pequeño arreglo a su pelo, y lejos de hacerlo bien, y como SIlvana tiene rulos, al salir de allí, quedó totalmente descontenta con lo que le habían hecho a su pelo y a mojarse el pelo nomás para que sus rulos volvieran a estar como estaban. Pero eso no fue inmediato y mientras no sucedía, la tensión se apoderaba del momento. En principio, la idea de ese día era descansar, pasar un momento en familia y dejar todo listo para el matrimonio civil. Pero fue todo lo contrario. Teníamos previsto que el taxista nos recogiera a las 5 pm, porque el matrimonio era a las 7 pm y queríamos llegar una hora antes para coordinar todo allí, con los mozos para el champagne, recibir a la gente que asistiría y esperar el momento. Y de paso, ya había quedado con la Sra. Amelia en dejarle mis maletas antes del matri para luego de terminado, recogerlas e irnos al Hotel. Pero jamás imaginamos el horrible y atorado tráfico que hubo ese día. Como los dos días anteriores habían sido feriados y siendo viernes el último día hábil de la semana, la congestión del tráfico era en todos lados. No avanzábamos nada y a mí me estaba matando la tensión y la idea de llegar pasadas las 7 pm. Eran las 6:30 pm y todavía seguíamos en la Vía Expresa. Pasaban los minutos y avanzábamos a ritmo de tortuga. Y encima, como aparentemente habíamos salido más temprano que lo usual, mi suegro, el hijo de mi esposa, mi cuñado y sus seis hijos iban a salir a las 6 pm. Eran las 6:55 pm, y recién salíamos de la Vía Expresa y estábamos en el taxi con todas las cosas, la torta, los champagnes, y nuestras maletas y me imaginaba que allí estarían pensando que nos arrepentimos y nos fugamos. A las 6:58 pm en punto llegamos a la Municipalidad y en ese preciso instante cuando puse un pie en la Municipalidad, el día cambió totalmente para mí. Fue como pasar de la noche al día y lo que vino en las siguientes horas fueron los momentos más felices de mi existencia. Fue pura magia para mí y allí estaban nuestros familiares y amigos cercanos. Pero debido al problema del tráfico, muchos de nuestros familiares más cercanos llegaron cuando ya la ceremonia había terminado y estábamos en el saludo, entre ellos, quienes salieron a las 6 pm del Rímac, mi hermano Alex y mis dos sobrinos y mis tías maternas más cercanas. Ese fue un momento hermoso y único. Y luego de allí, nos fuimos a la recepción, que a última hora mi hermano Alex me ofreció para hacerla en la terraza del edificio donde vivía en ese entonces, en la Av. Javier Prado y donde estuvieron presentes nuestras familias y nuestro grupo de amigos más cercano. Y nuevamente, la magia se apoderó de ese momento y nunca me sentí tan feliz como en ese momento. Hasta me dí el gusto de bailar un medley de QUEEN. Al final de todo, retornamos al Hotel Country Club, donde fue nuestra Noche de Bodas y donde pasamos un mágico momento, y a la mañana siguiente, disfrutamos de un rico desayuno. Pero antes, el gran fotógrafo Luchito Padilla fue hasta el Hotel para entregarme todas las fotos que tomó tanto en el matrimonio civil como en la recepción. Y las fotos fueron de muy buena calidad de quien además fuera gran amigo de mi padre. A las 3 pm, viajamos por tierra a Tacna para nuestra luna de miel, y nos hospedaríamos en la casa de mis tíos Ernesto y Celia, quienes siempre nos invitaban a visitarlos a Tacna. Y pasamos una semana muy grata y tuvimos la suerte de pasar una noche en Arica, Chile.
Han pasado trece años de ese mágico momento y hoy vivo feliz de la vida al lado de mi esposa Silvana y me considero una persona FELIZMENTE casada. Lo mejor que me pudo haber sucedido en la vida fue casarme con ella y como dije en el momento que me casé, "antes de conocerla mi vida era distinta, después de conocerla, ya nada fue igual".