Bienvenidos a mi espacio de cosas bonitas. Arranco, agradecida, estas líneas al equipo de Spain Magazine por contar conmigo en este viaje de descubrimientos preciosos.
Era inevitable escribir un poco de Norte, de salitre, de recuerdos de toda la vida, de olas… era inevitable escribir sobre Zarautz. Mi lugar en el mundo, mi pueblo al que siempre regreso y por el que no cambiaría ni por Formentera. Bueno, sí, más adelante escribiré sobre esta isla de película.
Pero regresemos al Norte. En Zarautz siempre recomiendo ir con la idea de descomplicarse la vida y disfrutar del entorno. Los motivos lo valen:
Andar desde la pasarela del Golf hasta Getaria. Sin música para empaparse bien del lugar. Casi una hora de maravillosos pasos. En Getaria puedes subir hasta el faro del Ratón, comer en Astillero que está en el puerto y es el mejor calidad – precio, visitar el soberbio Museo Balenciaga y la iglesia del pueblo. Más Norte, imposible. O al regresar a Zarautz, hacer una parada en la terraza de Aiten – Etxe ver toda la playa y tomar unas croquetitas muy ricas.
Y para los andarines, llegar a Getaria por el monte. Es una sencilla ruta que tiene unas vistas de infarto, con los viñedos de txacolí y el mar. Sólo el primer tramo es más durillo, luego es un paseo de locura.
Desayunar en la mítica terraza de Arguiñano. Las vistas y los dulces que hacen, lo valen.
Telesforo: Restaurante en el centro del pueblo, para mí, el mejor calidad – precio.
Para aprovechar bien bien el día de playa, San Francisco 33 te lleva a la toalla en una preciosa bici unos bocadillos y ensaladas que son espectaculares.
El ambiente surfero al atardecer en Shelter, en el malecón. Es de Aritz Aramburu, un sherpa del surf, que además acaba de inaugurar una preciosa escuela de surf.
En la plaza de la música hay dos tiendas de ropa muy monas y con cosas muy especiales que no suelen ver. Y cerca está Inge, que trae cosas especiales de Francia.
Y para vestir a los ratones de la casa, la tienda Cambo es preciosa.
Adictos a los dulces, la parada obligatoria es en Joseba Arguiñano, en el centro del pueblo. Y también las pastas y las palmeras de chocolate de Sayalero.
El conservatorio de música es un palacete precioso. Pasear y escuchar los instrumentos, ¿qué más puedes pedir?
Pintxos: Para mi uno esencial es el Salegi, en el centro del pueblo. Y Okamika es brutal por la originalidad que tiene.
Ruta foodie: Hay que ir sí o sí al mercado. Materia prima excelente en estado puro. Pasar por el puesto de Zabala para llevarte a casa queso idiazábal, txacolí y bonito de Getaria… Abrirlo en casa es recordar Norte. Y comprar a las caseras unos tomates y vainas de la zona que saben de verdad.
Regalar un cursillo de surf en Pukas o una sudadera, si las olas imponen mucho.
O simplemente, dejarte llevar y disfrutar de su playa, de su bravo mar, de ver el espectáculo de los surfistas, en definitiva, de sentir un poco de Norte. Muchas gracias por acompañarme en este viaje.
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