Lo malo de tener un canal de Youtube, es que tú te vas soltando a una velocidad de vértigo y tu mente no asimila a la misma velocidad la gente que te ve, ni el hecho de que está al alcance de cualquiera verte en cualquier momento. Es muy creepy, pero es así. Cualquiera tiene el poder de invocarte en cualquier pantallita con conexión a internet. Magia negra? Quizás. Lo cierto es, que últimamente he estado conociendo a gente que ya me veía en Youtube y yo me he enterado MESES DESPUÉS de ese pequeño detalle. Hola, qué tal? Hombre, digo yo que me podías haber dicho que ya sabías que me había comprado ese mono tan precioso en Mango, desde hace una semana. Pues no, reírte interiormente de mi, mientras yo te lo describo costura a costura, es deporte nacional.
Evidentemente, no es un hecho que me enfade ni mucho menos, más bien al revés. Sin embargo, me hace gracia lo mucho que deseamos que algo que nosotros libremente decidimos hacer público, se vuelva de repente invisible. Simplemente porque no podemos elegir exactamente a quien le llega esa información. A mí, Youtube no me ha traído más que alegrías y cada uno de vosotros que me escribe, es una bendición. Así que por favor, olvidad la vergüenza y decidme que os ponéis mis vídeos a la hora de la merienda o que leéis mi blog en el bus ( y si es en el baño, decidme a secas que lo léeis, es suficiente información)
Por eso, desde aquí os animo a dos cositas de nada:
1. A que me escribas por Facebook, Twitter, o Instagram
y me cuentes algo sobre ti. Porque digo yo, que la cosa sería menos akward si tuvieras la decencia de decidme: "Soy Pepa, de Almendralejo y me gustan los macarrones"
2. Que no dejes nunca de verme y/o leerme
PD: Está el blog como más bonito, no? Tienes los datos de mi diseñadora favorita al final del blog ;)