La muerte es ese tema escabroso del que todos quieren hablar pero no cualquiera se atreve. Dice el dicho, lo único seguro en esta vida es la muerte y aún así dedicamos nuestros días a vivir sin pensar en ello.
Conocí de cerca la muerte, cuando tenía siete años, el sobrino de la señora que ayudaba con la limpieza de casa falleció a causa del tétanos.
¿Por qué tenemos que morir? ¿Y cómo podré respirar dentro de la caja? ¿Puedo prender la luz o todo el tiempo estará oscuro? Pero si me queman me va a doler y me van a salir cicatrices y ya vez que se me ponen feas.
Esas pláticas las tenía con mi Pa una y otra vez tras aquel suceso. Él con su peculiaridad forma de explicar la vida, me compuso poemas, cuentos y hasta canciones. Pero esa cosa que sentí en mi barriga cuando vi a Doña Lupe contar sobre la muerte de su sobrino nunca se me va a olvidar. De hecho, cada que me entero de la muerte de alguien recuerdo ese suceso como si fuera ayer.
¿Y si al morir, no nos acuden alas?
LA MUERTE INCOMODA, PERTURBA, MUEVE EMOCIONES.
A mí me pone a pensar que no podré ver un amanecer más, que no podré escribir, ni cantar, ni molestar al cavernícola y la pregunta sin respuesta de no saber lo que hay después de que el final se acerca. Hasta la fecha cuando me doy cuenta que estoy boca arriba con los brazos puestos sobre el pecho los quito y es que en automático mi cerebro lo asocia con una posición de muerte. ¿Me da miedo la muerte? Sí. Y creo que en el fondo a todos.
Pero es un temor que nos ayuda a vivir, a crear, a creer y hasta a cantar.
Durante dos meses sufrí ese ir y venir de estar a la duermevela entre la vida y la muerte. Mi guapo, el cavernícola iba y venía. A veces más se iba de lo que venía. ¿Que si sufrí? Pues claro que sufrí, me aterraba todo y a ratitos moría junto con él. Es difícil darte cuenta que alguien que amas está por dejarte y creo que ahí reside todo el secreto ?dejarte?.
En los últimos días de esa lucha, Bibis me exigió soltar. ¿Pero soltar qué? Soltarme al deseo, a la necesidad, al aferre de no dejar que se muriera. Me exigió dejarme llevar y en sus palabras ?encomendarme a Dios? en mis palabras sólo respirar. Recuerdo escucharla decir ya no puedes hacer nada mi niña, encomiéndate y que pase lo mejor para él, no para ti Andrea, para él. Si se va, se va con bien y si se queda, se queda para bien. ¡DIABLOS!
Dejar que las cosas sucedan como tienen que suceder no de la manera que quieres sino como tienen que ser.
Lo que me gusta de esta historia además claro de tener al cavernícola vivito y coleando es que por alguna extraña casualidad de la vida las cosas se arreglan cuando sueltas o lo que es lo mismo “The moment you are ready to quit is usually the moment right before the miracle happens.”
Te cuento esto porque cuando hice lo que me exigieron, logré por primera vez en dos meses descansar y por primera vez en treinta y tres años no le tuve miedo a la muerte.
La ?Pelona?, la ?Flaca, la ?Parca?, la ?Huesuda?, ?la Calaca?, la ?Catrina?, esa eterna compañera del hombre que si no existiese simplemente no habría cantos, poesía, religiones, sistemas, creencias, sin esa eterna compañera no existiría la vida. ¿Curioso no crees?
El miedo a la muerte te mantiene vivo.
Soy mexicana y como dice Carlos Pellicer en su “Discurso por las flores”:
El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.