Nacida en Coyoacán, Ciudad de México, fue la tercera hija del fotógrafo Guillermo Kahlo y Matilde Calderón, en 1907. A la edad de cinco años contrajo poliomielitis, una enfermedad que afecta a la médula espinal. Gracias a su fuerza de voluntad, tras numerosas lesiones y operaciones logra entrar en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México.
También en esta prestigiosa institución fue pionera, ya que por primera vez admitía alumnas en sus aulas. Tres años más tarde sufre uno el mayor accidente de su vida a causa de un tranvía, lo que la dejó seriamente fracturada la médula espinal. Este trágico hecho la marcó seriamente, como podemos ver en su obra, cargada de sufrimiento y pesar, pero siempre con enorme belleza.
Un ejemplo de su figura la encontramos en 'La columna rota', de 1944, donde la pintora aparece retratada con un su estructura vertebral visible, mirando fijamente al espectador. Su imagen fue el tema más tratado en sus composiciones. A lo largo de su vida mantuvo una gran preocupación por su estado de salud y belleza, que a día de hoy, podemos seguir apreciando en su arte.
Cada suceso que la acontecía quedaba plasmado en sus lienzos con gran sentimiento, como sucede con 'Las dos Fridas', de 1939, donde se contraponen la mujer casada con Diego Rivera, a quien conoció en el colegio, y su nueva vida, cada vez más enfocada a trayectoria europea. Ese mismo año expone en París una de sus colecciones, lo que la llevaría a aparecer en la portada de la revista francesa 'Vogue'.
Por aquel entonces, Frida Kahlo ya tenía una reputación internacional, lo que la permitió mostrar sus cuadros por todo el mundo, especialmente en Estados Unidos. También impartió clases de pintura en diversas universidades. No obstante, su salud se fue resintiendo cada vez más, llevándola a un estado de reposo casi continuo.
En 1953 elaboró su última exposición en la Galería de Arte Contemporáneo de México. Fue organizada por Lola Álvarez Bravo, quien se encargó de mostrar por primera vez, los trabajos de la artista en solitario. Tuvo una repercusión inimaginable y es que, tras varias recomendaciones por parte de los médicos de no salir de su hogar, la pintora apareció públicamente el día de la inauguración.
Para ello, se cargó su cama con ella dentro a un camión que la llevó hasta el acontecimiento. Una vez allí, se procedió a colocarla en el centro de la sala donde se mantuvo toda la velada recibiendo a sus admiradores. Tristemente, ese año, debido a una gangrena, tuvo que ser amputada su pierna derecha.
Sin embargo, fue tras unos actos públicos contra la intervención norteamericana en Guatemala, cuando enfermó por neumonía, lo que le produjo su muerte, el 13 de julio de 1953. Su obra difícil de clasificar ha sido englobada en múltiples categorías, desde expresionismo hasta surrealismo. Aunque, en sus retratos siempre aparecen elementos oníricos ella dejó claro que 'yo nunca pinto mis sueños o mis pesadillas, pinto mi propia realidad'.
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