Y qué mejor compañero de ruta que la persona que más ha aguantado mis quejas, mi mal humor y mis bucles. Cómo no queríamos gastarnos mucho dinero, hicimos una lista de varias ciudades de Europa y elegir aquella que tuviera el vuelo más barato: Bruselas.
Siempre he querido ir a Brujas, por lo que decidimos también visitar la ciudad belga, haciendo la primera noche allí. El despertador sonó a las 4:30 de la madrugada, y llegamos a Brujas sobre las 12:00 del mediodía. Primero llegamos a Charleroi (segundo aeropuerto de Bruselas). Cogimos un autobús hasta la Gare du Midi de Bruselas (50 minutos), y allí cogimos un tren hasta Brujas (1 hora).
Una pena que en mi maleta sólo llevara ropa con aires mediterráneos. En Barcelona ya estaba empezando a hacer buen tiempo, y pese a mirar y remirar las temperaturas en Bélgica, no quise dejar de meter en la maleta sólo camisetas de manga corta y vestidos... Lo primero que hice al llegar a Brujas fue ir en busca de una chaqueta o algún jersei que me ayudara a no entrar en hipotermia. En serio, qué frío!!! Y qué viento!!! Al final me compré un maravilloso jersey color coral que me ha acompañado durante tres días en Bélgica. Si,si, sólo me compré uno, y lo he usado los tres dias. Su-per-vi-ven-cia. Las fotos parece que se han hecho todas el mismo día, qué pena con lo mona que iba a estar yo!
Me encantó Brujas. Tiene un montón de sitios para perderse, un montón de rincones muy bonitos para fotografíar, y un montón de plazas donde sentarse y poder disfrutar de los patos y ocas que recorren la mayoría de canales. Está poblada de tiendas de chocolates y souvenirs varios, de gofrerías y de restaurantes. Todo pensado para el turista!! La verdad es que muchas terrazas de restaurantes te animan a entrar y tomarte una fresca cerveza belga.
Cata de cerveza
Chocolates belgas
Lo ideal es pasar en Brujas un día y medio. Nosotros tuvimos más que suficiente para poder disfrutar de sus calles y sus rincones más escondidos, eso pese a la lluvia y el gran viento que hacía ir más rápido a la hora de pasear y ver las cosas.
Comer y beber en Brujas es caro. Al ser un pueblo no muy grande hay muchas opciones pero todo muy caro, dirigido al consumista turista sin filtro. En Bruselas hay muchas más opciones, por lo que hay mucho más donde escoger. Recomiendo mirar bien los precios de los sitios. Por la misma cerveza nos llegaron a cobrar en un sitio 5,50 euros y en otro 3,50...sólo por estar uno en una zona más céntrica.
Patata rellena y carne en salsa con moulés
Haciendo una de nuestras tantas cervezas, por la tarde conocimos a un hombre muy amable, con el que estuvimos hablando un rato sobre nuestras ciudades. Nos explicaba cosas típicas de Brujas y nos recomendó un restaurante que para él era el mejor de Brujas. Nos acercamos a ver la carta pero sinceramente no somos de gastar demasiado con la comida, y nos pareció demasiado poder llegar a pagar 60 euros por persona.
El chico de nuestro hotel nos recomendó uno algo más barato y que lo frecuentaban pocos turistas, ya que no estaba en el centro. No dudamos ni un momento en la recomendación y pudimos disfrutar de una de las mejores cenas de mi vida. La única pega fue la espera entre plato y plato, pero por el resto, recomendado 100%. Se trata del restaurante "T Bagientje, una hermosa casa situada entre la estación y el pueblo, que a parte de restaurante es hotel. El restaurante es bastante íntimo y efectivamente la mayoría de comensales son los propios habitantes de Brujas, por lo que íbamos a poder disfrutar de una típica comida belga. Lo que nos demostró que era un restaurante de calidad es que nos explicaron que no tenían Moulés (los típicos mejillones que vimos en todos lados), ya que los que hay ahora ya no son de buena calidad y no quieren servirlos. Nos sirvieron un exquisito entrante algo extraño pero curiosamente bueno. No sé explicar bien bien lo que era, una mezcla de limón triturado (que no exprimido), con rábano y bacalao, con mantequilla y pan para untar. Para compartir pedimos una patata rellena con gambas y puré, duró poco más de 3 minutos en la mesa. Y de segundo, Enric se pidió lenguado rebozado a la pimienta y yo Carbonade Flamande, el plato típico por excelencia en Bélgica, un estofado de ternera con cerveza, increíblemente bueno. Me lo sirvieron en esas maravillosas cacerolas de Le Creuset (que pena que sean tan tan caras). Tan bueno que en breve os colgaré la receta porque pienso hacerlo en casa. Ambos platos acompañados con patatas fritas (allí todo lo acompañan con patatas fritas) y ensalada. Quedamos tan llenos que no pudimos ni pedirnos postre. Tened cuidado con el agua, más recomendable pedir un refresco, cerveza o vino, ya que la botella vale 6 euros! Nos costó unos 25 euros por persona.
Restaurante "T Bagientje
Al día siguiente aprovechamos primera hora de la mañana para acabar de ver unas cosas de Brujas y volvimos a coger el tren vuelta a Bruselas, donde nos esperaban dos días mas.
Bruselas es una ciudad muy variopinta, con mucha mezcla de razas y muchos barrios diferentes. El centro para mi gusto está demasiado saturado de turistas, gofrerías y restaurantes anunciando moulés con patatas fritas. Los probamos, caímos, era obligado, y nos gustaron muchísimo.
Lo primero que hicimos al llegar a Bruselas fue ir al Delirium Cafe, la cervecería más conocida de Europa, al ostentar el premio record Guiness en variedades de cerveza, recomendado por mi entonces compañero Rubén. Un descubrimiento increíble, la cerveza de cereza Kriek, que se ha convertido en una de mis favoritas.
En Bruselas puedes disfrutar de grandes parques, de monumentos y edificios imperiales muy bonitos, de grandes plazas, de unas panorámicas increíbles y de varios barrios muy diferentes entre si y con muchos contrastes que merecen la pena ver. Aprovechamos para coger el metro e ir a las afueras para ver el Atonium, y tras disfrutar un rato de la enorme obra arquitectónica, cogimos un tranvía de vuelta que recorría la ciudad por la zona del norte, lo cual nos hizo poder ver otras zonas de la ciudad a las que seguramente no hubiéramos ido.
Escultura cerca del Atonium
Hay que tener especial cuidado por la zonas que rodean las principales estaciones de tren, la Gare du Midi y la Gare du Nord. Es increíble ver el contraste que hay entre un lado y otro de la vía, donde de un lado está la zona de negocios de Bruselas y del otro los barrios más pobres de la ciudad, un contraste que da miedo.
Si se va poco tiempo y hay que prescindir de algo, recomiendo no visitar la zona de la ONU y todo los edificios de la Unión Europea. Edificios demasiado grandes y ostentosos que parecen aún más absurdos si justo bajo los regazos de uno de sus edificios duerme un indigente.
Hemos comido gofres, hemos probado los famosos mejillones con patatas fritas y su Carbonade Flamande, hemos probado muchas muchas muchas cervezas, nos hemos divertido, hemos reído mucho, nos hemos hecho muchas fotos, hemos desconectado y hemos cogido mucho aire para la vuelta!
Escultura escondida
Un viaje que ha cubierto todo lo que tenía que cumplir. Un compañero perfecto para perderse, que ha hecho de guía estupendamente. Olé tu poder de orientación! Cha-pó!
Besos, Marta