VI CAPITULO

VI CAPITULO

La despertò el ring de su celular. Creyò que era la alarma y vio la hora: Eran las 10 de la mañana. Se inclinò ràpido sobre la cama, pensando que se habìa quedado dormida y poco a poco fue cobrando el sentido  de la realidad. Era domingo y no se trataba de la alarma. Vio nuevamente en el visor. Era Benjamìn. Se levantò poco a poco, nerviosa, sin saber si contestar o no. No querìa que la escuchara recièn despertando. Finalmente contestò:
- ¿Alò?
- Hola. ¿Te despertè?
Definitivamente se daba cuenta de su voz soñolienta. "Siemprre digna"- Pensò-
- No, ya estaba despierta. Supongo que llamai para ver lo de las fotos.
- Te dije que lo harìa, ¿no?
- Ya me estaba empezando a preocupar. El martes es la fecha de entrega y...
- Sì, sì, tranquila. ya hice la pre-selecciòn. Pero estoy consciente que el asunto es de dos, osea que de todos  modos tengo que saber què te pareciò lo que escogì. Asì que, ¿còmo hacemos esto?, ¿A què horas te paso a buscar?
- Ay, no sè, igual  podrìai traer las fotos a mi casa.
- No,  prefiero estar en la comodidad de mi departamento.
La verdad es que no se sentìa nada bien. Era un dìa nublado y el frìo empeoraba su enfermedad. Valentina no tuvo otra opciòn. No disponìa del tiempo para hacer las cosas de otra manera.
Llovìa cuando llegò. Ràpido, se acercò a Valentina con un paraguas en la mano. Cubrièndola, la llevò al auto, corriendo. En el asiento trasero estaba Francisco, que lo acompañaba gracias a las exigencias de su padre y pese a las muchas protestas de Benjamìn.
- Valentina, èl es mi amigo Francisco. Francisco, ella es mi compañera de clases, Valentina.
- hola como estai, soy Francisco. También Soy su ...
- Es mi compañero de gastos.- lo interrumpiò- vivimos juntos y compartimos gastos, para ahorrar.
Se saludaron. Obviamente Valentina notò algo extraño. Habìa sido una presentaciòn poco comùn.
Poco antes de que llegaran, Benjamìn detenìa el auto en una cafeterìa.
- Bueno Pancho, que te vaya bien.
- ¿Còmo que me vaya bien?
- Definitivamente el amor te tiene medio ido,¿ah? No me pediste acaso que te trajera al cafè porque te ibai a encontrar con tu polola?
Francisco se daba cuenta de que Benjamìn estaba astutamente desligàndose de su cuidado.
- Valentina, ¿nos disculpai un momento?
Bajaban del auto para conversar lejos de los oìdos de ella. Pero aùn cuando no podìa escucharlos, se notaba que estaban en medio de una discusiòn. Una tarde extraña, sin duda. Lo cierto es que ni Benjamìn ni Valentina podìan saber que ese encuentro cambiarìa radicalmente sus vidas.
- ¿Estài loco? - Protestaba Francisco- ¿Què pretendis?
- Bueno, pretendo estar tranquilo alguna vez, sin mi chaperòn designado.
- ¿Alguna vez?, ¿No te basta con ir solo al instituto?
-  No.
-¡ Ah, ya! ¿Y què creis que va a decir tu viejo cuando se entere?
- Relàjate, no tiene por què enterarse. Yo no voy a decir nada. Y tù tampoco.
Le palmeteò la mejilla. Francisco le empujò la mano, enojado.
- Sabis muy bien que tu viejo siempre logra enterarse de las cosas. Mira, yo no estoy de su lado, pero esta vez tiene razòn. Benja, No me paga para andar tomando cafès con pololas imaginarias.
-  Estoy consciente que no. Pero  no sé po, invita a alguien, alguna minita que te guste, qué se yo .El tema es que ahora necesito estar a solas con ella.
- Oye, está bien,  la mina es bonita, pero...
- No se trata de eso.
-  hoy no es un buen dìa para conquistas. El frìo agrava tu condiciòn. No estài bien y lo sabis.
- Y nadie mejor que los aguafiestas para recordàrmelo, ¿no? - Avanzò hacia el auto- Me siento bien, estoy perfecto. Y asì lo dejamos. Vuelve en un par de horas.

Llegaban a un condominio cerrado. Para su sopresa, no era un lugar de lujos, màs bien se notaba que estaba hecho para estudiantes.
Benjamìn recordò que no habìa tomado las precaucionbes necesarias, es decir, esconder todo lo relacionado con su enfermedad, asì es que se apresurò a hacerlo.
- Espèrame, vuelvo al tiro.
"Definitivamente el rey de lo freak"- pensò Valentina- Minutos despuès, lo veìa correr hacia ella con otro paraguas en la mano.
Al entrar, el olor llamò su atenciòn. El tìpico olor a hospital, mezclado con el perfume de Benjamìn. Vio a su alrededor. A pesar de que el lugar era espacioso, todo estaba nìtido y ordenado.
- Sièntate.
Se sentò junto a ella y comenzaron a revisar las fotos seleccionadas.  Ya  las habìa revelado en su propio taller, instalado en un espacio de su pieza.
- Las arreglè un poco. ¿Què opinai?
Estaban increìbles. Benjamìn les habìa agregado luz y otros detalles.
- Estàn muy lindas.
La mayorìa de las fotos seleccionadas, eran las que habìa tomado ella. Se detuvo en una ; 2 àrboles que estaban frente a frente, uno màs inclinado que el otro.
- Esta foto es la que màs me gusta. - Se atreviò a comentarle- Pareciera que èste - apuntò al àrbol inclinado- le estuviera haciendo reverencias al otro, como si estuviera pidièndole una pieza de baile...
Sintiò un flash en la cara. Inesperadamente Benjamìn le habìa tomado una foto. No se percatò antes de que tuviera la càmara en sus manos.
- ¿Por què hiciste eso?
- Bueno, es que hablabai con tanto entusiasmo, con una expresiòn tan fresca... pensè que querìai verte capturada en ese momento. Mìrate.
Le extendiò la càmara, invitàndola a verse en ella. Aunque no era muy fotogèncica, la imagen efectivamente habìa sido todo  un acierto. De todos modos no se sintiò còmoda con el repentino arrebato fotogràfico de Benjamìn.
- ¿Estai loco o què?
- No. Pero tù sì, imaginàndote àrboles danzarines...
- Borra la foto. - Dijo, irritada de que se burlara de su percepciòn- Terminemos con lo que nos falta, ¿ya?
Comenzaron, entonces. Debìan darle sentido a cada una de las fotos y exponerlas como en una disertaciòn, lo que les estaba tomando gran parte de la noche. Sobretodo porque ambos no dejaban ir un solo detalle. Benjamìn reconociòn en Valentina a alguien muy capaz y talentosa.
Su rostro era como un imàn para èl, ya que no podìa dejar, disimuladamente, de observarla en sus movimientos, cuestionàndose sentimienrtos hacia ella que  habìa estado forzàndose a desechar.
Ya con el trabajo a medio terminar, decidieron darse un rato de ocio y pizza. Benjamìn debìa tomar su medicamento, asì que se excusò, ausentàndose unos instantes. Ausencia que valentina aprovechò para comenzar a recorrer su espacio, que, claramente gritaba la personalidad de este ser, que la tenìa al borde de la melancolìa. Un poco màs allà, se encontraba una galerìa de fotos. Desde anocheceres estrellados, puestas de sol con golondrinas, hasta niños en parques y globos de colores. Animales ; Caballos en blanco y negro y juguetones cachorros baset hound. Aquellas tomas eran impresionantes. Girò a su izquierda donde encontrò varias fotos sobre una consola. Èstas ya no eran artìsticas, sino màs familiares. Abriò los ojos cuando en una de ellas vio a Benjamìn abrazado de una joven muy atractiva. Se preguntò si ella podrìa ser la chica que tenìan en comùn con Cristòbal, Antonia. Se permitiò tomar el retrato para mirarlo màs de cerca. Saltò al sentir la voz de Benjamìn a sus espaldas :
- ¿Se te perdio algo?
Dejò inmediatamente el retrato en su lugar pero ya no tenìa caso, ya se habìa visto sorprendida, asì que le preguntò:
- ¿Es tu polola?
- No.
- ¿Fue tu polola?
- Nunca he tendido pololas.
Era verdad. Antonia era la ùnica que se habìa acercado a algo estable. Pero  finalmente, nunca supo definir lo que tenìan. Valentina pensò que le estaba diciendo que sus relaciones eran poco serias.
- Bueno, entonces, era tu amiga con ventaja o algo asì...
Benjamìn se acercò y levantò el retrato. Lo miró por un momento y luego lo colocó en su lugar. Valentina pensó que, a juzgar por el brillo en sus ojos, debiò ser alguien muy especial.
Ahora se concentrò en ella, sonrièndole con su particular acento burlòn:
- ¿Tù decis, amigos con ventaja, asì como Cristòbal y tù?
- No sabis sostener una conversaciòn cuando se trata de tì, ¿cierto? Y decis la primera tontera que se te ocurre. Es un mecanismo de defensa que utilizas, porque no soportai que la gente quiera saber de tì.
- Osea que considerai una tontera la idea de cristòbal y tù juntos...
- No, jamàs considerarìa una tontera estar con el Cris. Es una persona maravillosa, es un caballero...
- El entusiasmo se te sale por los poros... -dijo burlón-
- Hablo en serio. Cualquier mujer querrìa estar a su lado.
- Làstima que no sentis nada por èl.
Lo mirò, sin saber què decir. No soportaba que con su aire arrogante lo diera por hecho. ¿Acaso era ella tan predecible? no iba a darle en el gusto.
- No me conocis. Ni a mis sentimientos. Creis que te las sabis todas y no es asi.
- Bueno tú tampoco me conoces, respeto demasiado a las mujeres como para ser "amigo con ventaja " de nadie. Ahora si tu estai acostumbrada a llevarte asi con los amiguitos que conoces, que suerte que yo no soy tu amigo ni quiero serlo.
Se lo dijo con rabia, con ganas de hacerla sentir mal, ya que su orgullo había sido herido de igual forma. Pero inmediatamente se arrepintió de sus palabras.
-  Eris un completo cretino... y estás tan equivocado que ni siquiera voy a gastar mi tiempo en discutir contigo.
Avanzó hacia el living, a pasos rapidos, tomando su bolso.

Benjamìn se sintiò un desgraciado. Pero es que la cercania de Valentina empezaba a afectarlo y se asustó. Estaba enrabiado consigo mismo porque su resistencia hacia ella de a poco se venìa abajo y la ùnica forma de desquitarse por ello era atacàndola. ¡Debìa obligarse a detestarla! Porque, ¿Què futuro podrìa èl prometerle? Ni siquiera estaba seguro de si su salud tendrìa futuro. 

 Benjamìn se estacionaba, a unas cuadras de su casa. Aunque quizàs para èl era mejor dejar las cosas como estaban y que Valentina lo odiara por siempre, no pudo evitarlo. Tenìa que disculparse.
- ¿Què onda?
Suspirò.
- Sè que es tarde pero no puedo dejarte ir sin antes disculparme. No suelo ser asi.
-  Lo ùnico que me interesa ahora es irme a mi casa. Estoy cansada.
Aùn estaba dolida.
- Ademàs, èste eris tù, no deberìa sorprenderme, siempre te hai mostrado igual.

Ese era el punto. Se habìa mostrado ante ella de una forma en que ni èl mismo se reconocìa. Esa no era su verdadera  forma de ser. Pero tampoco era bueno disculpàndose. Y le costaba trabajo asumir que se habìa equivocado. Tenìa un conflicto interno por saber si lo que estaba haciendo en esos momentos le correspondìa o no. Luchaba con su orgullo, pues ella se lo estaba dificultando aùn màs , dando a entender que no le importaba, bajàndole el perfil al asunto.
- Tenis razòn, no es para tanto. Sòlo querìa que supierai que no quise ser irrespetuoso contigo.
Valentina se hartò de que hablara tanto del respeto hacia los demàs. En cuanto lo mencionò la primera vez, quiso enrostrarle en su cara que era un mentiroso, ya que le habìa quitado la polola a su mejor amigo y èsta estuvo al borde de la muerte por su culpa. Se controlò entonces, pero ahora estaba tan furiosa que no pudo contenerse:
- ¿Sabis què? Eris un hipócrita hablando del respeto hacia los demàs. ¿Con què moral te llenai la boca de eso?
- ¿A què te refieris?
-  Antonia. ¿Te suena familiar ese nombre? Dime una cosa ; ¿En què lugar aplicaste el respeto que decis cuando le quitaste su polola a Cristòbal, o cuando ella casi muere por tì?
Ya estaba dicho. No podìa dar marcha atràs. Benjamìn empalideciò. "Cristòbal"- murmurò- Obviamente no iba a dejar pasar la oportunidad de quedar como vìctima en esta historia. ¡Era evidente que le iba a contar a Valentina una versiòn muy distinta de los hechos!
- ¿Eso te dijo?, ¿Que YO le quitè a su polola?
Lo vio tan descolocado, que no se treviò a contestarle.
- Fue muy conveniente al omitir que fue èl quien se metiò en nuestra relaciòn. Antonia estaba conmigo, antes de pasar ese breve tiempo con èl.
Ahora tenìa esta nueva versiòn ante ella.
- No, Cristòbal no me mentirìa en algo tan delicado.
- ¡Pero si no te mintiò! fue muy astuto, debo reconocèrselo, al ocultarte todo lo demàs.
Valentina nunca habìa visto a Benjamìn asì, tan fuera de control.
- ¿Con què derecho se atreviò a contarte todo esto? tenìamos un acuerdo de no volver a este tema, y ahora no sòlo te lo dice a tì, ¡sino que, como el maricon que es, miente en todo, para su conveniencia!
- Bueno, claramente es un malentendido, nada màs, tiene que haber alguna explicaciòn.
- ¡No, no la hay! y si pretendis justificarlo, eris igual de mentirosa que èl.
-No me gritis. O me dejai bajar del auto o me llevai a mi casa, no tengo ganas de estar contigo un segundo màs.
- No te preocupis, pienso lo mismo. Despuès de que presentemos las fotos, no quiero saber de tì o de tu pololito chanta.
Ya està. Lo habìa perdido. Lo supo al mirar sus ojos furiosos.

En marcha, los recuerdos de Benjamìn comenzaban a aflorar. Cristòbal habìa removido una herida que, al parecer, aùn no cicatrizaba.
 La familia de Antonia y la de èl, estaban ligadas desde que ellos eran unos niños. Habìan crecido juntos, compartiendo las misma cenas y eventos sociales, educàndose en los mismos costosos colegios. Ya, de adultos, era de esperarse que sus apellidos terminaran emparentados. Su futuro matrimonio era algo esperado y planificado por sus respectivas familias. Pero para Benjamìn su relaciòn no era sòlo una uniòn predecible. Se habìa enamorado de ella, hasta el punto de que su felicidad giraba a su alrededor. Quizàs ese fue su error, ya que su abuelo, (personaje muy allegado a èl),  le habìa advertido : " No permitas que tu felicidad dependa de alguien, porque no siempre esa persona serà como crees" .o "No permitas que alguien se convierta en tu todo, porque cuando se vaya, no te quedara nada".
Pero èl estaba practicamente agradecido de que ella estuviera dispuesta a amarlo asì, con su corazòn a medio latir. Se sentìa afortunado de tenerla. Cuando Antonia lo dejò por Cristòbal, su mundo se vino abajo y su salud tambièn. Sufriò mucho fìsica y emocionalmente por causa de su engaño.
Al darse cuenta ella de que se habìa equivocado, quiso volver con Benjamìn, pero èl no la aceptò de vuelta en su vida. Podrìa morir esta vez si volvia a fallarle. No quiso correr ese riesgo. Antonia, entonces, volviò a su antigua adicciòn a las drogas. Vicio que sòlo conocìa Benjamìn y que guardaba en el màs estricto secreto. Habìa estado batallando a su lado para ayudarla a salir de èl. Fue entonces que una mala mezcla de alcohol y pastillas llevaron a Antonia al borde de la muerte. Pero lejos de ser un intento de suicidio, fue una alocada noche en compañìa de antiguas "amistades". Benjamìn, a pesar de todo, quiso proteger su reputaciòn, accediendo a ser el culpable de sus acciones, dando a conocer una versiòn de los hechos que la dejaban a ella como la vìctima. Esto con la condiciòn de que se fuera de su vida y no volviera màs.
Metiò el pie en el acelerador. Odiaba tener todos esos recuerdos en su cabeza. Lo que no sabìa era que Valentina habìa comenzado a sudar helado debido a la velocidad. Tambièn tenìa sus propios fantasmas.
- ¿Podis disminuìr, por favor?
- No, ya quiero llegar.
Valentina apretò sus manos a los costados, trayendo a su mente el accidente en que sus padres habìan perdido la vida. Parpadeò ràpido. Debajo de esa densa lluvia que no paraba, vio imàgenes sucesivas ; La gasolina, la sangre y los cuerpos, se mezclaban en el suelo. La ambulancia volaba. Su hermana y ella se debatìan entre la vida y la muerte.
- ¡Para, detente ahora!
Benjamìn se daba cuenta de que algo estaba pasando. Valentina temblaba.
- ¿Y ahora què te pasa?
- ¡Àbreme la puerta! -dijo, llorando-
Benjamìn desactivò los seguros y Valentina saliò del auto. Sin importarle la lluvia corriò lejos de él. Se estacionò y corriò tras de ella.
- ¡Esperate!
- ¡Dèjame tranquila!
La alcanzò.
- ¿Què te pasa?,¿ por què llorai?
-  ¡Suèltame! ¡eris un loco de mierda! ¡estai tocado!
Lloraba llena de rabia ante el triste recuerdo que Benjamìn le habìa obligado a tener. Querìa desprenderse de sus brazos. La lluvia los empapaba completamente.
- ¡Càlmate!¡ Por favor, dime, ¿què hice?!
- ¡Mis papàs murieron en un accidente automovilìstico! ¡ ¿estai contento ahora?!
Benjamìn estaba muy conmocionado. Se frotò la cara con ambas manos, tratando de sacudirse lo miserable que se sentìa. Sin pensarlo, se acercò y la abrazò, con fuerza.
-Perdona.. Lo siento tanto, soy un imbècil, ¡perdòname!...
Tomò su rostro a tan sòlo unos centìmetros de su cara. Su mano palpò una pequeña cicatriz debajo de sus cabellos mojados.
- La Maca y yo ìbamos con ellos. - Sollozaba - A veces pienso que hubiera sido mejor morir...
Llorando, esta vez era ella quien se apoyaba en su pecho. Sòlo unos segundos, ya que Benjamìn la apartaba de sì, para levantarle la barbilla con su mano.
- No quiero que digai eso, nunca màs. ¿ya? Yo... te doy las gracias por existir. En verdad te agradezco el conocerte.
- ¿Què?...
- Sì, yo ya estaba muerto por dentro... gracias a tì vuelvo a sentir.
Tomò su mano y la guiò hasta su corazòn. No le importaba nada màs. Finalmente se rindiò. Si las cosas habìan sucedido asì, debìan ser por algo. Despacio, comenzò a acercarse a ella, casi temiendo su rechazo. 
- Quiero besarte... - le dijo Benjamin, sonriendo cerca de sus labios- 
 Valentina no podìa creer lo que estaba pasando. Cuando su nariz rozò la suya,  cerrò los ojos, dejàndose llevar. Benjamìn, entonces, besò tiernamente sus làgrimas, mezcladas con la lluvia, mientras acariciaba su rostro, su pelo, mientras sus manos posadas en su espalda, la acercaban aùn màs a èl. La mirò, y con sus dedos, delineò sus labios en una caricia suave. Luego cerrò los ojos tambièn y por fin la besò en la boca, una y otra vez, lentamente. Permanecieron abrazados. Benjamìn susurraba sobre los labios de Valentina.
- Desde que te vì, el primer dìa, en las escaleras del instituto, supe que erai lo que habìa estado esperando y supe que estaba perdido.
La tomò de la mano y la llevò hacia un costado del edificio que tenìan frente a ellos. Levantando sus manos, con las de ella, las apoyò sobre la pared, entrelazando sus dedos. Volviò a besarla, pero esta vez con intensidad. Su lengua saboreaba la de ella, sus labios apretaban los suyos con fuerza. Sus respiraciones unidas, sus corazones latiendo con fuerza.
- Estoy loco por tì...
Valentina temblaba por el frìo y tambièn debido a sus emociones.
- No podemos seguir aquì, estai congelàndote. Ven.
Corrieron hasta su auto.
- Pensè que me odiabai.
- No. Me odiaba a mì mismo por no ser capaz de sacarte de mi cabeza.
- Aveces sentìa que lo ùnico que te importaba era alejarte de mì.
- Y no te equivocabai.
- Pero, ¿por què?
no iba a decirle que todo se debìa a su inestable salud. No querìa que se enamoraran porque no sabìa si tendrìan un final feliz. Toda su hostilidad hacia ella era porque habìa llegado a su mundo, en el que estaba resignàndose a quedarse solo. Por muy deprimente que fuera la idea, ya lo tenìa asumido. No querìa dañarse, ni dañar a nadie. pero ella aparecìa para desorganizar todos sus planes.
Le mintiò, ya que, en cuanto dependiera de èl, Valentina nunca se enterarìa de la verdad sobre su delicada condiciòn.
- Pensè que mi historia con Antonia aùn no estaba cerrada.
- ¿Y es asì?
- No..
- Era ella en la foto, ¿cierto?
Bajò la cabeza. Se dio cuenta de que ahora en adelante debìa compartir con Valentina, las vivencias que guardaba para sì.
- Sì, era ella. Pero es una historia larga y no quiero que te enfermis por mi culpa. Mejor nos vamos.
- No puedo creer que Cristòbal me haya ocultado informaciòn.
- No pensis màs en eso, ¿Bueno? ya habrà tiempo  para hablarlo.
Pero Valentina tenìa màs dudas.
- ¿Què va a pasar ahora?
La acariciò. Sostenìa las manos de Valentina entre las suyas para darles calor. Las besò.
- Ahora... tenemos el mundo para los dos..

Ya a punto de dormirse, rememorò los instantes que llevaron a sus besos. El encuentro con el que habìa estado soñando definitivamente fue mucho mejor que en su imaginaciòn. Sus besos estremecieron todo su ser..
Antes de despedirse esa noche, Benjamìn habìa sonreìdo sobre los labios de ella, en una frase que terminò por adornar la velada : " Ahora que te tengo, no hay manera en que te podai deshacer de mì. No te dejarè ir de mis brazos nunca".

 
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