Después de una relación a distancia, qué bonito pero qué raro es volver a estar con esa persona todo el tiempo. Llevábamos cuatro meses sin vernos cuando Fer llegó a Bogotá el jueves en medio de una comida con la familia cercana. El viernes Héctor, el novio de mi hermana, le llevó una serenata. El sábado, se casaron en una hacienda bonita y compartieron su amor con toda la familia y los amigos. Y el domingo fui con Fer al aeropuerto para empezar nuestra nueva etapa.
El lunes empecé mi práctica en el lugar que había querido cuando empecé a estudiar y que había olvidado con los semestres… Pero aquí estoy, porque así es la vida, y cada día aprendo de todo un poquito. Desde el gesto mexicano de “gracias por dejarme atravesar la calle aún cuando no era mi lugar pero gracias” hasta cómo hablar con teléfono para conseguir correos y contactos complicados. A distinguir acentos mexicanos según la ciudad de donde sean las personas. A tenerle paciencia a mi computador, un windows que ha pasado por las manos de varios pasantes.
Los días han sido pesados, por el cambio de carga, de horario y de todo. Pero sobre todo bonitos, porque no siempre te das cuenta del momento justo en que tu vida cambia para siempre y esta vez sí que he sido testigo de todos los cambios, uno a uno, que este 2017 me está trayendo. Seguramente los meses que vengan van a ser más tranquilos. Lo que sí, es que a este año ya hay que ponerle estrellita por lo memorable de sus cambios, y eso que apenas vamos por 6 de febrero (¡feliz día de la constitución!).
Y pues es que sí son muchos cambios. Si todo sale según lo tenemos planeado, hay muchas cosas que ya no van a volver a pasar y que cuando lo pienso se me encoge un poquito el corazón. Es extraño, porque es parte de la vida, de su curso, de conseguir las metas que tengo y los sueños que tengo y que comparto con quienes quiero, pero aún así es difícil dejar todo el apego que tengo. Tal vez otro día escriba sobre esas cosas más en detalle. Por ahora, las voy a seguir manteniendo en un pedacito bien cuidado, para irlas destapando de a poquitos, cuando vaya estando más estable y tranquila.
No porque ahora no me sienta segura de lo que hago, sino porque es un golpe de realidad muy fuerte darte cuenta de que, de repente, ya no hay forma de volver atrás. ¿Te ha pasado? ¿Hubo algún momento en tu vida en que pensaste “tengo que abrir bien los ojos, saborear todo, disfrutarlo, porque esto marca un antes y un después”? Claro que toda la vida debería estar más llena de consciencia. Eso no lo dudo. Pero también se que a veces es muy fácil seguir embarcado en la rutina y no darse cuenta de las cosas sino hasta después de que han pasado.
En eso ando. En la búsqueda de un nuevo equilibrio. Encontrándome otra vez, no porque me haya perdido sino porque a veces los cambios hacen necesario hacer un reconocimiento de uno mismo. Pero aquí estoy de vuelta, con ganas de seguir este proyecto.
¿Y el blog?
Por otro lado, hay buenas noticias para el blog: tengo varias entradas con recetas ricas ya pensadas y con las fotos tomadas, lo que quiere decir que es cosa de sentarme a estudiar. Y despuès de haberme sacado esta entrada de encima, que la sentía ya como una carga en los hombros, creo que me será más fácil retomar el ritmo de escritura. No sé si una o dos entradas por semana, pero creo que sí habrá algo de regularidad. Tal vez, hasta algunos videos en los que mi voz parece prestada pero no lo es.
¿Qué tal suenan unos waffles integrales con granola? ¿Una paleta de cerdo caramelizada a la panela (piloncillo) y naranja? ¿Galletas? ¿Ensaladas ricas para llevar al trabajo?
¿Ideas para hacer el súper y que a la larga comas bien y no salga taaaan costoso? ¿Ideas para tratar de organizar tu vida si sientes que ya no tienes tiempo para nada? (esta puede que se tarde, porque apenas estoy probando las cosas) ¿Qué tal algunos planes que sean gratuitos o no tan costosos para los que estamos ahorrando en la ciudad pero no queremos ser ermitaños?
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