Pero empecemos por el principio. En marzo y para celebrar el día de la mujer, le hice un pequeño homenaje a mi pequeña heroína: mi madre, con el que me presenté al concurso que organizaba Sara de Medias y Tintas. El premio consistía en un descuento del 50% en uno de sus cursos tanto para mí como para mi pequeña heroína, es decir, mi madre.
Siguiendo las indicaciones de Sara, que me conoce bien, me apunté al Curso Las cosas que nunca te dije de Diana Fontenla. Y os puedo asegurar que es mucho más que un curso de fotografía y de escritura, es un viaje hacia el interior de una misma, así como descubrir aquello que está ahí, a nuestro alrededor y que no le prestamos la suficiente atención.
Uno de los ejercicios que Diana nos propuso ha sido escribir una carta a alguien explicándole lo que nos inspira y nos hace sentir una imagen o las sensaciones que nos despierta. Y de mis fotografías, la que más se asemeja a la de Diana es la siguiente:
Y esta es mi carta:
Querida Mónica,
Hace años que perdimos el contacto y te echo mucho de menos, echo de menos tus cartas, los momentos de espera hasta recibir la próxima, la ilusión de abrir el sobre y ver qué me contabas, las fotos que me mandabas y sentarme a escribirte. Cambiaste de dirección, nos dejamos de escribir y nos distanciamos. Traté de buscarte las últimas veces que estuve por Barcelona, pero no tuve éxito. Busqué tu apellido en la guía y llamé a desconocidos que no me pudieron ayudar a localizarte.
Sé que esta carta no te llegará nunca, pero eres la persona en la que primero he pensado a la hora de sentarme a escribir.
Mirando esta fotografía me imagino que para ti significaría otra cosa, para mi es la caída ligera y controlada de la vida de una hoja, o de mi vida. En el trayecto noto el aire que roza mi piel y que me ayuda a volar, observando el mundo que me rodea y controlando el lugar donde quiero posarme. Me gusta mirar el cielo azul donde, de vez en cuando, las nubes rompen su monotonía haciendo formas que hacen despertar mi curiosidad e imaginación. Disfruto del aroma que me rodea, otoñal, ese en el que las chimeneas empiezan a calentar los hogares y su olor a leña quemada se expande por las calles del vecindario, ese a tierra húmeda después de la lluvia,...
Mi caída lenta hace que pueda disfrutar de las estrellas, que brillan con fuerza en la lejanía, eso me relaja, me hace recordar a seres queridos que ya no están conmigo. Y con los que me encontraré algún día. Aunque sé que están ahí, observándome como esas estrellas, cuidando de mí.
Espero poder algún día darte esta carta y que me cuentes cómo ha sido tu camino, tu vida, y que podamos reírnos juntas como antes, bailar y disfrutar de un nuevo verano, ya sea en Andalucía, en Barcelona o por donde vivo ahora.
Un besito enorme amiga.
¿A quién le escribirías una carta? ¿Qué le contarías en ella? ¿Se la mandarías?