Convertido en un símbolo mundial de la angustia, hoy aparece multiplicado en reproducciones, camisetas, muñecos y multitud de objetos. Su estilo de intensa carga emocional fue de gran importancia para el nacimiento del expresionismo del siglo XX. Desafortunadamente, el artista no llegó a vislumbar la popularidad de la figura angustiada que provoca la ansiedad del espectador.
El grito de Edvard Munch
Existen cuatro versiones pintadas por el mismo Munch. Una de ellas pertenece a una colección particular, otras dos están en el Museo Munch de Oslo y la más popular, de 91 cm x 74 cm, se encuentra en la Galería Nacional de Noruega, fue completada en 1893. Esta última fue robada en febrero de 1994 y recuperada doce semanas más tarde. En agosto de 2004 se produjo otro robo, esta vez el de una de las dos versiones que hay expuestas en el Museo Munch. Dos años después, en agosto de 2006, la policía noruega anunció la recuperación de la pintura en buen estado.
Todas las versiones del cuadro muestran una figura andrógina en primer plano que simboliza a un hombre moderno en una situación de angustia y desesperación. Tras el protagonista del cuadro se ve un río que desemboca en el mar y un ondulante cielo rojizo. El paisaje del fondo es Oslo visto desde la colina de Ekeberg. El sendero y la barandilla transmiten fluidez y movimiento a través de sus colores cálidos. Destacan los tonos naranjas y azules, también hay trazos de color negro que al mezclarse con el naranja crean tonos grisáceos y amarronados.
El artista pudo inspirarse en su propia vida
La inspiración para El grito quizá podría encontrarse en la atormentada vida del artista. Edvard Munch fue criado por un padre muy exigente y una de sus hermanas murió de niña de tuberculosis. A otra de ellas le diagnosticaron un trastorno bipolar y fue internada en un psiquiátrico.
La mayoría cree que el icono de la angustia está gritando, ¿pero grita o escucha un chillido estridente? Solo Munch lo sabe y ya nadie puede preguntárselo.
Una mujer observa El grito de Munch en el Museo Munch de Oslo