Hola a todos.¿Qué tal estáis? Ya estamos a martes, la semana está en marcha y todo va a salir genial.
Antes de nada mil gracias por los comentarios de ayer, son tantos y siempre tan buenos que me alegran un montón así que gracias, de verdad.
Hoy iba hablar de dos de mis parques favoritos de la ciudad, pero creo que me quedaría un post tan extenso que sería imposible, así que empezaré por uno de ellos, mi favorito desde que recuerdo.
Yo soy muy aficionada a los parques. Cada vez que voy a una ciudad siempre quiero conocer sus parques. Cuando mis hijos eran pequeños y me iba a una ciudad o pueblo cualquiera, lo hacía para que jugaran y se divirtieran, y ahora que son mayores lo hago porque me gusta, sin más.
Y ya sabéis que mi post no va a ser un post turístico al uso, es más bien un post escrito con el corazón, con los sentimientos y los recuerdos.
Este parque fue diseñado en 1941 así que en el jugaron mis padres de niños, mi hermana y yo, mi marido y sus hermanos y mis hijos, sus primos y sus amigos.
La zona de juegos ha ido cambiando con los años.
Lo que más me gusta de este lugar es sin lugar a dudas lo impregnado de recuerdos que está.
Aquí estamos con mi padre, antes todo era distinto pero igual de bonito.
Podemos acceder a él por varios sitios. Si estamos en la playa hay un paso subterráneo que nos lleva directamente.
A veces, cuando salgo a correr y no tengo prisa me voy a dar un paseo hasta el parque, a ver a los pájaros, a pasear por la gravilla entre las estatuas y a contemplar a las ardillas que vienen a buscar algo rico de comer.
Las ardillas, curiosas, se acercan a la gente.
También podemos acceder por la Avenida Castilla, que es una calle muy amplia, solo hay que cruzar un prado y estamos en el parque.
Cuando voy por esta calle me detengo en una casita que hay a la entrada, supongo que es donde guardan los útiles de jardinería, y observo unas preciosas estatuas de una mamá observando a su hijo.
Antes había dos niños pero no sé porqué ahora solo hay uno.
Cuando mis hijos eran pequeños decían que éramos nosotros, yo la mami y ellos los niños,jajaja.
Antes había un niño más y mis hijos decían que éramos nosotros,jajajaja.
Luego nos encontramos una serie de caminos de gravilla adornados por rosaledas y estatuas maravillosas y unos hermosos bancos de piedra que ahora quieren cambiar.
Caminar por aquí es delicioso, la gravilla resuena y las estatuas están salpicadas...
Y tenemos el palomar. Hace años allí vivía Paco, un cuervo precioso, pero ahora solo hay palomas. Y al lado hay una enorme pajarera con emús, gallinas de guinea, agapornis, ninfas, periquitos, faisanes y algunas aves más. Pasar por ahí es envolverse en una algarabía que me gusta un montón, pájaros de todo tipo piando con esas vocecitas tan dulces.
¿Veis los faisanes paseando? Y en las jaulas hay agapornis, periquitos...de todo.
La zona de juegos es enorme, hay todo tipo de columpios y cacharritos para los niños, y han ido cambiando a lo largo de los años.
Y luego está el estanque principal. En el medio hay una isla con frondosa vegetación y cuando era pequeña mi madre se inventaba historias chulísimas, y años después yo las inventaba para mis hijos, era una isla encantada con muchos misterios, con una lancha allí varada en la que seguro viajaban hadas, duendes y muchas otras criaturas mágicas. A día de hoy me siguen intrigando esa isla y esa lancha.
La de historias que nos hemos inventado mi madre y yo de esa isla tan misteriosa...
En el estanque viven muchísimas aves, es una reserva y es una gozada verlas, especialmente en primavera, cuando hay muchos bebés de todas las especies. Y siempre que voy estoy siglos mirando los cisnes bebés y pensando que el cuento de El patito feo está equivocado, de feo nada,no se puede ser más adorable. Con razón mi hija se negaba a llamarlo así y era El patito guapo.
Al lado del estanque hay una cafetería y es genial sentarse allí alguna tarde, o un domingo por la mañana después de ir al rastro, tomar algo y dejar que el sol nos caliente.
Es increíble la cantidad de aves que viven en el estanque.
Pero no solo tenemos el estanque de la isla encantada, es un parque amplio y hay más estanques, todos muy chulos aunque menos misteriosos que el principal. Y también tenemos un río con sus puentes, que también son muy románticos.
En invierno están más tranquilas y en primavera hay tantos bebés adorables...
Cuando yo era pequeña y el running se llamaba footing había un circuito que hasta hace muy poco aún estaba, y tenía zona de abdominales, unos troncos para subirse, lianas...cómo molaba!!!!
Y además había kiosco y barquillero, así que cuando era iba con mis padres siempre me compraban rosquillas de anís y un barquillo,y aunque son cosas que comía en más sitios en ninguno me sabían igual que allí.
Todos los rincones son bonitos, lo blanco es el palomar y el edificio largo la pajarera.
¡No sabéis que ilusión me hacía ir guardando el pan duro para los patos! Todos comían en la mano y eran tan adorables.
Recuerdo una vez cuando yo tenía 12 años y había ido con mis padres después de clase; estábamos dando de comer a los patos cuando se nos acercaron unos niños y nos preguntaron si queríamos un pato.
Al parecer querían soltarlo allí pero era muy pequeño y les daba miedo que se lo comiese una gaviota.
Mis padres nos dejaron llevarlo para casa y nos lo quedamos desde ese día, que era martes, hasta el domingo que lo llevamos al pueblo con el otro pato que ya habíamos tenido en casa. Era tan precioso y vivió tan feliz con su amiguito que a día de hoy me sigo acordando mucho de él y los días que pasó en casa.
Son tan monos.
Qué elegante.
Cuando mi hijo comía tan tan tan mal, tenía unos dos años, muchas veces los llevaba a este parque con mi marido o con mi madre y les dábamos de comer en los columpios de bebé, o viendo los patos, y durante una buena temporada resultó y comía un poco mejor, y además nos encantaba comer al aire libre.
Los bancos de piedra y hierro son muy bonitos.
Las estatuas que adornan el parque están salpicadas aquí y allá. Hay una de Isabel la Católica, un busto de Evaristo Valle, otro de Piñole y otro de Ventura Álvarez Sala, mis tres pintores asturianos preferidos.
Y la estatua de Flemming, cuya familia vino a la inauguración es muy bonita y significativa.
Con mi madre y sus historias nos lo pasábamos genial. El cestito que llevo está al revés pero era un gatito, es que me encantan de siempre. Si os fijáis se intuyen las orejas.
Cómo anécdota os diré que junto al parador El molino viejo hay una pista donde mis hijos aprendieron a patinar. Y yo me reía mucho porque jugaban a ser las chicas de Carrefour que iban en patines y yo era la clienta que quería cambiar cosas,jajaja, podía pasarse así la tarde entera.
Aquí estamos mi herana y yo muy cerca de ese famoso parador que os digo y los cisnes son más grandes que nosotras,jejeje. Cuántos recuerdos.
Y otra vez estaba la selección española de fútbol alojada en ese parador y en un contenedor que se veía desde la pista había unas cajas de zapatos que imagino serían de su calzado deportivo. Bueno, pues tenían el nombre de los jugadores y vi que había una que ponía Luis Enrique y casi me mato por llegar a ella, pero nada, no hubo forma y menudo ridículo. Desde luego lo mío con él siempre tiene que ver con los zapatos, sino mirad lo que me ocurrió aquí.
Qué bonito, quizás es nieto del de la foto con mi madre.
Para acabar os diré que este parque huele a tardes de Feria de Muestras en verano, cuando lo cruzamos al volver a casa agotados, a mañanas de inviernos después de ir al rastro, mi primer cumpleaños infantil fue precisamente ahí, viendo los patos y corriendo como locos en la zona de juegos.
Siempre hay rincones por descubrir, siempre.
Si pienso en momentos llenos de paz sin duda tengo que pensar en este sitio, un lugar pintado de risas infantiles y de juegos, de paseos y de cuentos.
Este parque sabe a la infancia de mis padres y a mi infancia ayudada por sus recuerdos, a la cara de sorpresa de mis hijos cuando les comprábamos un molinillo de viento en el kiosco y lo hacían girar soplando y a sus primeros paseos con amigos, y también a sus primeros amores, y quien sabe si también llevarán a sus hijos y les contarán cuentos sobre una isla encantada.
La luz del atardecer le da un encanto especial.
Bueno, como de costumbre me ha quedado un post larguito larguito y tenía tantas fotos que me resultaba difícil descartar, ainnnns. Espero que os haya gustado y os apetezca mucho venir a Gijón y lo conozcáis, que os maravilléis con las Driadas, La Maternidad y las demás estatuas y os enamoréis de los colores del otoño al atardecer.
Mil gracias por leerme y nos vemos mañana!!!!!