Lo malo, lo peor, es cuando los números tienen nombre y apellidos. Porque es terrible el número de muertos que arrastra esta enfermedad del coronavirus, pero dicha la cantidad ahí queda la cifra que formará parte de la estadística, y día a día la miraremos una y otra vez el número de infectados para intentar ver que no aumente. Pero está sucediendo, en muchos hogares, que resulta que en concreto alguno de los números de las listas, es un ser querido y deja entonces de ser una mera cifra para convertirse en una herida, en dolor. Entonces, naturalmente, cambia la cosa. Ya, casi todos, tenemos a alguien en la listas de contagiados, en las UCIs o fallecidos. Es terrible.
Por eso, antes que nada, diré lo más importante: con ellos y por ellos, siempre con los afectados por el virus y sus seres queridos. Todo lo que conduzca a beneficiarles, bienvenido sea. Os necesitamos y os queremos. Nuestro enemigo, no es otro que el maldito virus. No, no son políticos, personalidades o instituciones. No nos equivoquemos. Y doy las gracias a la sanidad, a sus gentes y a las personas que desde todos los ámbitos proponen, colaboran y hacen su trabajo. Vamos a machacar el virus que la batalla continúa. Animo.
Por otra parte, otra cosa que llevo diciendo años, y lo vuelvo a decir, por si a alguien le interesa:
Por aquí pasó uno, y le dio por construir pantanos; luego llegó otro, este ya sin uniforme, y le dio por construir las autovías; finalmente apareció otro más, e hizo kilómetros y kilómetros de AVE. Bueno, más o menos así fue la historia reciente de España. Ya sólo resta que el próximo que llegue se de cuenta de la importancia y necesidad de poder contar con cientos de residencias de ancianos. Esas residencias que a día de hoy están contaminadas por el virus, donde mueren en silencio muchos de sus huéspedes, y unas residencias que nos hacen falta. Porque en algún lugar habrán de meterse, las personas que no contemos con unos 2000 euros al mes, que vamos a ser muchos. Es un pecado cobrar 2000 euros/mes o más.
Porque ahora, cuando superemos la plaga, tenemos un grave problema: como digo, no hay pasta, no hay actividad. Teniendo en cuenta que seremos millones de viejos en poco tiempo, no sería mala idea elaborar un ambicioso proyecto de construcción de residencias de ancianos donde la construcción de las mismas genere empleo, la puesta en funcionamiento de las mismas genere también empleo, y la posibilidad de ocupar alguna de sus plazas, a unos precios asequibles, genere ingresos mensuales al estado. Creo que tenemos y debemos hacerlo. En su día hubo los "planes de desarrollo", allá por los años 60 del siglo pasado, me parece a mí que hace falta algo parecido.
Así, que lo dicho: estoy deseando que termine toda esta locura, pillar un buen atasco y darme de empujones en el metro. Ojalá llegue pronto la aglomeración. Con una cervecita brindo en mi casa por ello. ¿Podremos en mayo tomar cañas con los amigos y abrazarnos?. Uffff, no sé, no sé...ojalá.