Y nada más divertido que ir al colegio con sus amigos montando bicicleta, si llueve mejor aún, es más emocionante, disfrutan, ríen y buscan los charcos para salpicar a sus amigos. Quién no quiere hacer eso cuando es niño? (cuando somos grandes también pero nos reprimimos).
Tengo el lujo de poder dejar a mis niñas en sus aulas todas las mañanas, sentarme un rato con ellas para que me muestren lo que hicieron el día anterior. Sus aulas son como un salón de juego lleno de papeles multicolores pegados a la pared y al techo, con andamios repletos de libros y juegos educativos.
El patio del colegio al que van mis niñas da hacia la calle con una reja baja y una puerta que se abre fácilmente, al principio creí que era inseguro porque lamentablemente ni en sueños existiría un colegio así en mi país (yo hubiera abierto la puerta y me habría escapado a cualquier otro lugar).
Paso a veces por allí ya que el ‘super’ me queda cerca, uno de esos días era justo la hora del recreo de mi enana menor y vi cómo se reía con sus compañeros, ella no habla holandés pero igual goza (como su madre). Empezó a llover y la profesora se puso la capucha, los puso en fila y poco a poco los fue llevando dentro (sin pánico). Por supuesto ellos querían seguir jugando para mojarse y corretear bajo la lluvia.
Otro día entré al colegio y encontré a un señor que muy alegremente tocaba el acordeón, los niños entraban felices y los padres también.
Siento que la educación aquí es más relajada, los niños no se estresan en el colegio por aprender, no es una competencia, los niños tienen que jugar y los educadores aplican la teoría de aprender – jugando. Y no sólo eso sino que también los niños aprenden a su ritmo, no más rápido ni más despacio, todo a su momento. Los holandeses usan mucho esta frase: ‘Aprenderá cuando esté listo’.
Los niños tienen libertad, por las tardes salgo con las niñas a los pequeños parques cerca a casa y veo niños muy pequeños paseando solos, montando bicicleta, mirando el pasto o fijando la vista en el cielo siguiendo el rastro blanco que dejan los aviones. Otros niños prefieren la pesca y se van al canal a probar suerte con sus amigos.
A los niños los dejan ser, sin miedo, yo me he preguntado en reiteradas ocasiones si podré algún día pensar como lo hacen aquí. Yo temo que les pase algo malo mientras están solas, quizás son traumas que traigo de donde vengo.
Será que el secreto de tener niños felices es criarlos con libertad y sin miedo?
Aquí me siento niña otra vez.