Clara Cortés
Queridos lectores:
Empezaré por el principio y por lo tanto, más importante: ¡¡mil gracias de nuevo a Plataforma Neo por el envío de este ejemplar!! Sabía que este libro me iba a encantar.
Si tuviera que decir algo negativo es que me da rabia no haber leído antes a esta autora y no será por desconocimiento pues me he empachado de ver sus preciosas portadas por todas las redes sociales. ¡Tendré que ponerle remedio! Pero lo que no tiene remedio es mi TOC, algunos de vosotros ya sabéis que estoy como una regadera pues bien, la anécdota con este libro es que a mí se me metió en la cabeza desde el primer día que el fondo de la portada es azul y de ahí no me sacas así que, cada vez que lo miro se me hace cortocircuito en el cerebro... y después de compartir la anécdota de mis paranoias con vosotros os presento la sinopsis que podéis leer aquí:
Ha pasado un año desde el accidente que tuvo lugar al final de la calle 118 y Simon aún ve el fantasma por todas partes: en la calle donde ocurrió, en su casa, en la tienda... Le sigue de cerca y solo él la puede ver. Todo el mundo parece haber pasado página, pero Simon se siente atrapado en una espiral de la que no sabe cómo salir.
María siempre ha tenido una forma muy curiosa de lidiar con los problemas: huir de ellos. Después de lo que pasó con su familia, tomó un avión y acabó en Francia, de donde era su madre, para empezar de cero su vida. Lo único que la une a su pasado son las postales que le envía a su hermano: siempre sin remitente; charlas unilaterales y seguras.
Cuando encuentran una foto en uno de los libros de Valeria y leen la carta escrita en el dorso, la única opción plausible parece intentar encontrar a la dueña para devolvérsela. Y tal vez, de paso, tratar de solucionar algunos de sus problemas por el camino.
¡Cómo no me iba a gustar una trama así... si colecciono postales! Y sí, la Editorial me ha brindado un regalito junto al libro para que amplíe mi colección ¡¡adoro los detalles!!
Mis lectores habituales ya saben que adoro las historias tristes, de ésta la verdad es que no me lo esperaba por lo que me he llevado una grata sorpresa, siempre digo que sobre el duelo se ha escrito demasiado poco y que los temas que duelen son los que menos aprendidos tenemos, algo que, conforme te vas haciendo adulto, te das cuenta de que cobran verdadera importancia.
Se dice que éste es el tercer libro de una saga compuesta por: Al final de la calle 118 y Cosas que escribiste sobre el fuego, sin embargo, yo lo he leído como libro autoconclusivo y no he tenido ninguna dificultad en seguirlo, es una novela de la que pasas las páginas sin ser consciente y cuando vas a darte cuenta, lo has acabado, a mí me parece bonito porque las historias con heridas y sufrimiento me resultan muy atractivas, pues como las cicatrices en las personas, todo lo que nos ocurre pasa por alguna razón, nos hace más fuertes y avanzamos gracias a esos tropiezos, a ese dolor y no al margen de ello, por lo que esas marcas físicas o emocionales que llevamos con nosotros son tan importantes como la luz que nos guía hacia el futuro de nuestro camino.
Y de eso va esta lectura, de la gestión del sufrimiento, de las reacciones de las personas ante él, de cómo buscamos diferentes estrategias ante lo que nos ocurre que no esperábamos o que, sencillamente no queríamos que ocurriera, pero sobre todo habla de autosuperación que no es ni rápido ni sencillo pero es muy gratificante... ¡cuando se consigue! Por ello, os invito a que descubríais por vosotros mismos qué ocurre con estos personajes, qué decisiones toman y los que ya lo hayáis leído comentarme si os esperabais ¡o no! ese final en el que... ¡si nunca os cuento el final! ^^
Nos vemos en la próxima lectura.
Fuente: este post proviene de Diario de una Chicka Lit, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: