Por si se olvidaron nuestro viaje de locos les dejo aquí el link para que se hagan una idea de como llegamos a Boston. No sólo llegamos cansados sino que congelados. Nos bajamos del bus y nos dolían los pies y las rodillas del frío, una sensación horrenda.
El bus llega a la South Station, caminamos rápido hasta su interior y encontramos un glorioso Dunkin Donuts donde compramos un café bien grandote y una donut para entrar en calor. Mientras el café nos brindaba el calor que nuestro cuerpo necesitaba, fuimos caminando hacia la entrada al subte.
Llegamos al hall del metro y fuimos derecho para las máquinas, ya veníamos cancheros de comprar la Metrocard de Nueva York pero esto no fue tan sencillo. Un empleado nos ayudó muy amablemente y pudimos comprar los tickets. Como no sabíamos bien cuanto íbamos a usar compramos 2 Charlie Cards con dinero suficiente para 4 viajes cada uno.
Tomamos la Red Line hasta la estación “Harvard“. Bajamos y caminamos algunos metros para ingresar al Harvard Yard y nos quedamos enloquecidos! Todo nevado y esos edificios clásicos que nos hicieron sentir que estábamos en una película.
En medio del recorrido nos cruzamos con la estatua de John Harvard, clérigo del que obtiene el nombre a la famosa universidad. Notamos que el pie izquierdo del señor estaba lustrado y brillante, consultamos con gente que pasaba y nos comentaron que frotarle el pie a don Harvard trae suerte para los estudiantes. Yo en ese momento estaba a 4 materias de recibirme así que le saqué brillo al pie de la estatua y les cuento que trajo resultados: al volver del viaje metí una materia en verano y en el primer cuatrimestre metí las 3 restantes y obtuve mi preciado título de Licenciada en Sistemas de las Organizaciones de la FCE de la querida UBA (si, larguísimo el nombre de mi carrera).
Ya cargados de suerte seguimos recorriendo los edificios, siempre por fuera, no habíamos investigado en qué edificios se podía ingresar y en cuales no, y veníamos en modo visita relámpago sin mucho tiempo extra. De repente nos encontramos con este edificio que nos encantó, la foto solo muestra una parte del mismo, pero es enorme. Más tarde descubrimos que era el Memorial Hall de Harvard y que por dentro era tan bello como por fuera, otra excusa para volver en otro momento y conocerlo con más tiempo.
Empezó a caer la noche y encaramos para el centro de Boston.Nuevamente línea roja de metro, esta vez hasta la estación Dowtown Crossing y allí combinamos con la línea naranja hasta la estación State. Bajamos en esta estación y caminamos por esta calle hasta llegar al hermoso hotel en el que pasaríamos la noche: el Harborside Inn. Veníamos tan cansados que parece que no sacamos ni una foto, un desastre! Tengan en cuenta que en ese momento el blog no existía y no estaba en los planes tener un hobbie, mi único interés del momento era recibirme.
*Fotos sacadas de la web del hotel
La habitación muy linda, una cama súper cómoda, baño con todos los amenities y una mesa muy cómoda para trabajar o comer en la habitación. Dejamos todos los bártulos y bajamos a recepción. En 1 hora teníamos que estar en el famoso TD Garden para ver nuestro partido de la NBA, nos daba un ratito para tomar una cervecita en el bar del hotel.
Nos sentamos en la barra y vemos que tenían cerveza Dogfish Head en 2 variedades, claramente fueron las elegidas y no nos arrepentimos. Para los que no recuerden, esta cerveza fue la protagonista de un show que pasaban en Discovery, fueron los primeros en hablar de la cerveza artesanal y de mostrar los procesos de creación de los distintos estilos.
Terminamos las cheves y nos fuimos caminando despacito hasta el TD Garden que quedaba a un par de cuadras. Toda la experiencia del partido y cómo comprar las entradas lo voy a comentar en otro post porque se merece un relato propio.
Salimos del partido cerca de las 10 de la noche con la intención de salir a cenar: error! Los yankees cenan temprano, en el centro de Boston todos los lugares por los que pasamos tenían la cocina cerrada y nosotros con más hambre que el Chavo.
Recorrimos la zona camino al hotel y la verdad nos encantó! De pasada conocimos la casa más antigua que sigue en pie en Boston, fue construida en 1680 y perteneció a Paul Revere, muchacho que se hizo famoso por cabalgar avisando a la gente: “The british are coming”.
Ya llegando al hotel nuestras ilusiones de comer se desvanecían, a simple vista lo único que quedaba abierto era un súper. Resignados a cenar snacks encaramos para el market y de repente vemos un bar con movimiento y gente que entraba y salía.
Un señor grandote de seguridad custodiaba el ingreso, bien de gordos preguntamos si la cocina seguía abierta y nos respondió con la palabra más linda que escuchamos en el día: “yes”. Nos pidió los documentos y entramos a Sissy’s K. Encontramos una mesita, pedimos unos langostinos rebozados y unos pinchos de pollo (light por supuesto!) para comer y obvio unas cervecitas para acompañar.
No llegamos a terminar de comer y arrancaron con el karaoke, toda gente vestida de oficina pero muy talentosa cantando clásicos, fue como transportarse a un episodio de Ally McBeal (si, la vi completa, no me juzguen).
Panza llena, corazón contento nos fuimos a dormir re tarde. El tiempo vuela cuando la pasas bien. La verdad no vimos casi nada de lo planificado en Boston, pero la pasamos genial y al final de cuentas ¡¿Quién nos quita lo viajado?!