Reflexión; Aprovechar el momento

Jueves reflexivo; vivir el momento

Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Qué tal ha ido la semana? La mía bien, sigo con algunas reformas y hoy de tarde tengo un plan en familia(y la casa ultradesordenada), así que podríamos decir que bien, una de cal y otra de arena pero en general bien.

Hoy toca el post reflexivo, así que con un café bien calientito empezamos.

El otro día hablaba con una amiga a la que no puedo ver casi nunca, a pesar de vivir muy cerca. No sé como lo hacemos pero nos vemos muy poco. Y charlando a toda prisa para recuperar el tiempo perdido ella me dijo que le daba rabia pensar en la cantidad de veces que no había sabido vivir el momento, había dejado pasar instantes muy felices sin darles casi aprecio, y aunque ahora eran un bonito recuerdo no los había exprimido al máximo, unas veces por tener otros problemas, otras veces por estar a la espera de ciertos acpntecimientos y otras veces por la vida acelerada que llevamos.

parque


En mi caso he hecho mil cosas mal en la vida, hay muchas cosas que cambiaría, cosas que no debí hacer, cosas que sí debí hacer, pero si hay algo que hice bien, o al menos que me hace sentir bien, es vivir intensamente el momento.

La vida está llena de buenos momentos, y me gusta disfrutarlos. A veces hay golpes y cosas malas que nos impiden ser felices al cien por cien, pero en mi caso, cuando la vida me iba normal, cuando no estaba en un duelo o pasando por algo complejo, siempre he intentado disfrutar.

A veces hay grandes momentos, momentos únicos como un viaje especial, nuestra boda o el nacimiento de los hijos, que se viven intensamente, o al menos se intenta.

Pero hay muchos otros momentos que no son tan únicos, a lo mejor es un paseo por un sitio normal, en un día normal y con una conversación normal pero nos sentimos felices, a nuestro alrededor todo o casi todo está como tiene que estar, y ese momento normal pasa a ser especial. Recuerdo que os hablé de uno de esos días que sin ser especial es muy especial aquí.

Ayer con mi madre y mi hermana tuve uno de esos momentos. Me estaban ayudando a meter libros en cajas para que no se dañen con la reforma cuando nos entró un ataque de risa brutal. Fue por una bobada, pero acabamos recordando unas anécdotas de mi padre y ya no podíamos parar. Cuando llegó mi hijo a ayudar se acabó contagiando y la verdad es que el embalaje no avanzó pero lo que nos reímos, eso no tiene precio.

Y ya más tarde, hablando con mi madre, coincidimos en decir que había que vivir los momentos intensamente. A veces estamos esperando que lleguen las vacaciones, o un viaje, o una excursión o lo que sea y hacemos del presente un tiempo de espera, y eso no pude ser.

Obviamente en el presente hay obligaciones, y hay problemas, pero seguro que cada día encontramos momentos de desconexión o de risa.

Si hago memoria, casi todos mis veranos han sido felices, pero recuerdo algunos muy muy felices. Uno de ellos fue con mis hijos, el año que hicimos un viaje que era un sueño cumplido.

El viaje fue genial y me trae recuerdos inolvidables, pero lo bueno en realidad fue el verano entero. Lo disfrutamos como nunca, cada día teníamos un plan diferente. A veces los planes los hacíamos mi marido y yo con mis hijos, otras los hacíamos con mis padres, con mis abuelos, con mi tío y con mi hermana, otras veces con la familia de mi marido, otras eran planes con las dos familias, a veces también con la del pueblo...Y nos íbamos a la playa, de ruta en bici, de excursión, a buscar luciérnagas, de verbena, de todo. Si hubiésemos estado esperando por el viaje sin disfrutar del verano seguramente a día de hoy ni recordaría ese verano, pero vivimos cada día muy muy intensamente.

En la época en la que tuve problemas económicos también viví el momento. Obviamente había más preocupaciones, tenía que mirar mucho por el dinero, había que buscar soluciones urgentes y todo es más complicado. Durante el día a día había momentos muy complicados, pero los fines de semana, en los que por mucho que me disgustase nada podía cambiar, o por las noches o en los días de fiesta, siempre encontraba una motivación para disfrutar y saborear cada momento.

De esa época guardo como recuerdo las cenas especiales(hay una etiqueta arriba), y muchos planes chulos.

Recuerdo un día en concreto, un último fin de semana de octubre y ya habían cambiado la hora. Habíamos ido con mis hijos, ya adolescentes, a un parque en el que apenas había gente a buscar lavanda y a jugar al béisbol(por entonces ellos entrenaban con un equipo). Y pasamos allí la tarde jugando y merendando. Cuando empezó a anochecer nos subimos todos en un columpio redondo y nos echamos a ver como se hacía de noche mientras nos mecíamos.

Recuerdo que nos reímos mucho, y a mí me habría gustado parar el tiempo con mis hijos mayores pero conmigo, con aquel aroma a lavanda, con aquellas risas y aquella sensación de cariño y amor que había en el ambiente.

Supongo que no hay un secreto de la felicidad proque no solo depende de nosotros, pero pienso que buscar cada día lo bueno que la vida puede ofrecernos es una manera de ser feliz.

Yo al menos intento alejarme de lo negativo, no doy excesiva importancia a las cosas que no la tienen, no pierdo ni un segundo de mi valiosa vida en pensar en lo que no tiene solución o en cosas que realmente no deberían ni importarme.

Y cambiando un poco de tema para ir acabando el otro día Chema hablaba en un post de gente que mola. A través de algunas experiencias nos hablaba de personas que molan y me apetecía recordar a algunas así.

Una de ellas es un amigo de mi hijo que siempre tiene buenos detalles. Su madre es muy detallista, es la típica persona buena y cariñosa que siempre ayuda a los demás. Y claro, su hijo es igual. Es la típica persona que ayuda sin esperar nada a cambio, de forma discreta y nadie se sorprendió cuando supimos que sus estudios tenían relación con el mundo de la medicina.
Es un chico al que conocemos desde qu etenía tres años aunque a su padre lo conocemos de antes porque trabajaba con mi padre y mi tío, y son una familia que mola. El año pasado cuando tuve a mi suegro muy muy mal, en la UCI y ya esperando lo peor él acabó su turno y se quedó con él, estuvo animándole, acompañándole y fue un favor enorme porque la familia no tenía permitido el acceso.

Mis padres tenían un matrimonio amigo de esos que molan. En este caso también era heredado porque los padres de ella eran muy muy buenas personas. Él no tenía padres así que ni idea, pero los de ella eran muy buenos.

Con el tiempo fui valorando mucho lo buenos que eran, y no solo porque nos daban regalos de Reyes superchulos, o porque siempre se les ocurrían planes divertidos, es que eran especiales.

Y con esa gente así siempre apetece tener detalles. Cuando yo tenía 15 años el padre de esta señora falleció de repente, y el marido y el hijo mayor estaban en el médico en otra provincia, porque su hijo tenía un problema y estaba con un médico de otro sitio.

Pues la mujer se vio sola con su madre, que estaba muy muy mal y con un niño de 8 años. Y a mi hermana y a mí se nos ocurrió ir a por el niño y entretenerlo. Lo llevamos al cine, a merendar y en casa hicimos manualidades y juegos. Con el tiempo el niño(ya adulto) nos dijo que la muerte de su abuelo no había sido traumática porque lo mantuvimos entretenido y ajeno a esas cosas, que por entonces el difunto estaba en la casa, menudo panorama para un niño.

Mi abuela tenía una vecina, una señora uruguaya, que era increíble. Si sabía que estábamos mi hermana y yo en casa de mi abuela nos preparaba unos dulces estupendos, los metía en una castita, ataba una cuerda y la bajaba desde su ventana a la de mi abuela. Y nosotras, cuando veíamos la cestita en la ventana de la cocina nos poníamos muy contentas.

Y la vecina de puerta de mi abuela era superbuena. Siempre tenía una palabra amable, un detalle para los niños de la zona y cualquier favor que alguien necesitase ella lo hacía. Cuando nació mi hija ella estaba en una situación precaria porqeue había gastado mucho para cuidar a su marido y al fallecer le había quedado una paga pequeña, y a pesar de eso le compró a mi hija un regalo precioso que yo valoré un montón.

A vecs hay desconocidos increíbles, como una mujer que fue a su casa a por el coche y llevó mi madre al centro de salud cuando no tenía obligación(esta anécdota la conté aquí) o cuando una vez nos perdimos en Lisboa y el señor de una heladería, después de dibujarnos un mapa en una servilleta y vernos algo perdidos se subió en el coche con nosotros y nos fue guiando.

Aún queda gente buena, que ayuda sin esperar nada a cambio, que consuelan en un momento duro(como la chica que me dio la mano aquí), gente que ha ayudado a algún familiar o amigo cuando les ha pasado algo y estaban solos, y como valoro tanto esas cosas intento ser así, para hacer entre todos el mundo un poco más agradable.

Cuando mi tío estaba ingresado y sedado, en la habitación de al lado había una señora qu eestaba con su hermano, también joven y sedado, esperando el desenlace. Estaba sola, no tenía a nadie más y cuando de noche mi hermana y yo nos íbamos a la máquina a por café le llevábamos un chocolate. A nosotras no nos costaba nada y ella, que no tenía a nadie que la relevase, le sentaba bien.

Y eso día tan malos había personal médico que desde luego se merecía un premio por el apoyo y la humanidad, hay gente que es muy muy buena.

Bueno, ya no sigo que menudo post, cada día me enrollo más.

Si habéis llegado hasta aquí os merecéis un premio.

Muchísimas gracias por leerme y nos vemos el sábado con el repaso semanal y algún especial.

Muy feliz día.

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