Hace cosa de un año y medio tocaba cambiar de móvil. Mi antigua HTC Touch HD había dejado de funcionar por segunda vez en su corta existencia.
La primera, pocas semanas antes de finalizar los dos años de garantía. La pantalla táctil dejó de responder ocasionalmente y en unos días lo hizo por completo. El servicio técnico de HTC solucionó el problema sustituyendo la pantalla por otra que, exactamente dos años después, también dejaría de funcionar de un día para otro.
Así que llegado el momento de cambiar de terminal HTC ya no estaba entre mis opciones, lógicamente. Me decido por un modelo de Sony muy mono y ajustado más en precio que en características. El Sony Xperia P.
Pantalla de 4", dual core, 1 giga de RAM, cámara de 8 Megapíxeles, conexión HDMI y un diseño con cuerpo de aluminio que se alejaba de lo común en el mundillo smartphone. Solo tenía un pero. Una batería con una capacidad reducida de 1300 miliamperios.
Sony Xperia P, antes de uso.
No era para echar cohetes, pero Sony aseguraba que su tecnología de pantalla MAGIA BLANCA ?en serio, se llama White Magic?- maximiza el rendimiento de la batería como nunca se ha visto. Además, el Xperia P presentaba una ventaja que terminaría siendo su perdición: un cargador rápido que aseguraba una batería completa en tan solo una hora de conexión a la red eléctrica. Quizás la batería no dure mucho pero la iba a poder recargar tan rápido que no iba a notar la diferencia.
El Xperia P funcionó más o menos igual durante el primer año. Después comenzaron las recargas demasiado habituales. Más tarde los reinicios a cuento de nada. Después había que ir con el cargador a todas partes y finalmente sólo funcionaba si estaba permanentemente conectado.
Lo jubilé y recibí con los brazos abiertos un Motorola E cuya batería dura más de dos días en uso normal. Lo escribo y aún no me lo creo.
Lo que le pasó y el porqué.
El Xperia P quedó abandonado y acumulando polvo. Unas semanas después reparo en algo. El Xperia ha engordado en este periodo de inacción y ha forzado la pantalla de dentro hacia fuera. El marco se ha fracturado y el SoC es perfectamente visible desde los laterales. La batería se ha inflado hasta descoyuntar el móvil.
La culpa fue del cargador rápido.
Busco información al respecto y encuentro que este fenómeno, más común de lo que creía en los smartphones, se produce cuando la batería recibe una corriente más potente de la que necesita. Ergo, el cargador rápido. A menos que hayan cambiado las leyes de la física, la única forma que tiene de ser más rápido que otros es empleando más potencia al cargar.
Que es la razón, también, por la que son tan peligrosos los cargadores universales. Y más de baratillo. Aunque eso no tiene que ver con mi caso.
Por muy mona que seas, tú Xperia P es una castaña. Y de las gordas.
El mío es el del cargador rápido de Sony. Del que no debo ser el único que piensa que fue una pésima idea dado que no se ha vuelto a ver acompañando a ningún otro terminal de Sony. Ahora, en cambio, es HTC quien amenaza con una idea similar: HTC Rapid Charger 2.0.
Yo, personalmente, aconsejo huir como de la peste de ese tipo de inventos contranatura.