Si algo me anima a hacer este tipo de post es, no solo porque me queda un recuerdo precioso del viaje, sino para animar a todo el mundo que sí se puede viajar con niños, y que los límites los ponemos nosotros, no nuestros hijos.
Si algo tenía claro en este viaje, es que el ritmo lo iban a poner ellos, pues Nueva York es una ciudad para andar mucho y era fácil que se cansaran. Con ayuda del cambio horario, estuvimos todas las vacaciones acostándonos muy temprano y durmiendo al menos 10 horas (somos muy dormilones), y así pudimos aguantar todo el día caminando por una de las ciudades más bonitas del mundo.
El vuelo es más llevadero de lo que pensamos. Hoy en día cada asiento tiene una pantalla de tv donde se escogen las peliculas que quieres ver, y así los niños se entretienen con películas de dibujos o infantiles todo el camino.
Al viajar en invierno, organizamos los días en función del tiempo y nuestro primer día lo dedicamos a Central Park. Solo visitar el Zoo de Central Park, incluyendo la zona de animales domésticos y pasear por el parque ya te lleva todo el día.
Una de las zonas más bonitas del parque es el Belvedere Castle, donde las chicas nos sentimos como princesas en esas almenas de cuento. La entrada es gratuita, así que no hay excusa. Desde el castillo se tienen unas vistas geniales de todo el parque.
Todo Central Park está lleno de puestos donde comprar perritos y bebidas, a precio bastante elevado, así que siempre es buena idea llevar una mochila con provisiones.
Nosotros dedicamos otro día completo en el Museo de la Historia Natural, que está en un lateral del parque. Aunque se puede entrar sin pagar (la voluntad), compramos las entradas por internet para tener acceso a una exposición temporal de dinosaurios.
El museo se compone de 5 plantas donde hay salas de la tierra y el espacio, de fósiles, de animales y de medio ambiente. También se ve la evolución del ser humano y hay un planetario.
Los niños lo pasaron genial. Dentro del Museo hay un restaurante buffet y así pasamos nuestro segundo día en NY. Al salir del museo fuimos a ver el musical de Matilda, que recomiendo totalmente, fue divertidísimo. Las entradas para el musical las compramos el mismo día de la función en el quiosco de TKTS en Times Square con un ahorro del 50%.
En otros post os contaré otras excursiones y nuestra ansiada escapada a Cataratas del Niágara.