Aunque suelo hacer un resumen de cada mes en la newsletter mensual, creo que hacerlo por trimestres –y centrándome en lo bueno, que para eso es un post de “placeres”– da una visión más amplia y precisa de cómo marcha el año. Si echo la vista atrás, rebobino al uno de enero y pienso en todas las pequeñas cosas que me han hecho feliz durante este primer trimestre, me quedo con esto:
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Los paseos junto al río. El confinamiento me enseñó a disfrutar más de los espacios abiertos y de la naturaleza. Vivo muy cerca de un pequeño río que desemboca en el Ebro y le he cogido el gusto a pasear por allí. Aunque no deja de ser plena ciudad, la senda del río está bastante aislada del ruido y del tráfico; es maravilloso recorrer el camino sin escuchar nada más que el murmullo del agua y los pajarillos.
Ver exposiciones. En los últimos tres meses he visto más exposiciones que durante todo el año pasado junto. Si eres de Zaragoza, te recomiendo visitar la exposición de la Colección Telefónica, en la Lonja (es espectacular y está hasta el 11 de abril). Si no, seguro que en tu ciudad hay alguna interesante que se te ha escapado y a la que todavía puedes ir.
Empezar a pintar con gouache y seguir practicando con las acuarelas. En febrero me compré unos tubos de gouache. Aún no he terminado de pillarles el truco, pero todo se andará. Las acuarelas siguen siendo mis grandes aliadas cuando se trata de dar rienda suelta a mi creatividad.
Los ratitos tocando la guitarra y el ukelele. Los últimos discos de Taylor Swift son los culpables de que no suelte la guitarra. ¡Me encanta cómo suenan canciones como “The lakes”, “Seven” o “Champagne problems” en la guitarra acústica y en las cuerdas cantarinas del ukelele!
El solete en la terraza. ¡En marzo dio comienzo la temporada de terraza! Y a pesar de no contar con una terraza enorme, por suerte tengo espacio suficiente para disfrutar del solecito mientras leo un libro o escucho un podcast –aprovecho para recomendarte el podcast “(De eso no se habla)”, mi último gran descubrimiento en este mundillo–.
Los desayunos en la churrería. Mi hermana y yo hemos fichado una churrería de confianza que abre temprano los fines de semana, y salir a desayunar de vez en cuando se está convirtiendo en una maravillosa rutina. Ahora que empiezan a subir las temperaturas quizás cambiemos los churros por helados, ¡ñam!
Las librerías de segunda mano y el mercadillo de antigüedades. Este año estoy leyendo mucho y las librerías de segunda mano son mi lugar predilecto para seguir añadiendo títulos a mi pila de lecturas pendientes. Además, hace poco he descubierto que en el mercadillo de antigüedades de los domingos también venden muchísimos libros usados y, libros aparte, pasear ojeando viejas cámaras, muebles vintage y antiguas cucharitas de plata me parece tremendamente inspirador.
La nevada Filomena. Ya le dediqué un post entero, pero no podía dejar de incluir en la lista la nevada histórica del pasado enero. Mi mejor fin de semana en lo que llevamos de 2021 lo viví gracias a Filomena, ¡firmaría por repetir esa nevada-de-tres-días una vez al año!
Y a ti ¿qué pequeñas cosas te han alegrado la vida estos últimos meses?