“Grand Central Terminal se erige como un símbolo universal entre el pasado y el presente de la ciudad de Nueva York “ (Jacqueline Kennedy Onassis)
Lo más impresionante de la estación es el “Main Concourse” (el vestíbulo principal de la estación), en el que destaca su famoso reloj, rodeado de banderas y centenares de personas corriendo de un lado para otro, con sus espectaculares techos abovedados… la primera visita es emocionante. Es majestuoso, impone respeto y ahí parado, entre tanta gente que va y viene, adquieres conciencia de que estas en uno de esos lugares míticos que siempre recordarás.
La estación fue financiada por la familia Vanderbilt (una de las familias más ricas de la historia de Norteamerica) . Esta situada en el centro de Manhattan, en la calle 42nd con Park Avenue, cerca del icónico Hotel Waldorf Astoria. Se puso en funcionamiento en febrero de 1913.
En 1978, el arquitecto Philip Johnson y la primera dama Jacqueline Kennedy Onassis hicieron campaña a favor de la Grand Central Terminal como edificio singular para las nuevas generaciones de neoyorquinos y de este modo evitaron su demolición.
Merece la pena visitar la “Whispering Gallery” (galería del susurro) en la planta baja, al lado del Oyster Bar. Su forma arqueada permite escuchar un susurro de una punta a otra como si te estuvieran hablando al oído.
En la planta baja también hay varios pasadizos secretos cerrados al público hoy en día. Una puerta sin identificar, y sin ningún detalle, frente a Park Avenue en el centro de Manhattan, conduce a un túnel oscuro con un pasado histórico. Una vez se transportó encubiertamente al Presidente Franklin D. Roosevelt desde Grand Central hasta el hotel Waldorf Astoria a través de estos túneles.
La Grand Central Terminal no es sólo una estación sino también es un destino comercial, gastronómico y cultural con más de 60 tiendas, 35 establecimientos para comer y un calendario completo de actividades y el lugar de reunión extraoficial de la ciudad de Nueva York con miles de personas que eligen el Reloj del “Concourse opal” (el vestíbulo principal de la estación) como punto de encuentro.
Entre los restaurantes en la Grand Central destaca el Oyster Bar, que, al igual que la estación, abrió sus puertas en 1913. Es el lugar perfecto donde comer unas ostras o un cóctel de gambas con un buen martini. El restaurante, que actualmente sirve más de cinco millones de ostras al año, cumplió 100 años en 2013. Sigue resistiéndose a la fuerte competencia de los muchos establecimientos de comidas abiertos en los últimos 15 años, desde que instalaron el “Dining Concourse” (hall de restaurantes) con el Magnolia Bakery, comida rápida, comida china, pizza…, el “Grand Central Market” con puestos de delicatesen o el Steakhouse de Michael Jordan en el vestíbulo superior.
Por cierto, el arquitecto que proyecto el Oyster Bar fue Rafael Guastavino (1842-1908), arquitecto Valenciano que emigró a Estados Unidos en 1881. La singularidad de su obra fueron las las bóvedas tabicadas que levantaba con ladrillos finos y cemento según la tradición de los arquitectos medievales y que no requerían ni andamios ni muros de gran grosor. “Las bóvedas del valenciano están presentes en el mercado que se levanta debajo del puente de Queensboro, en el Oyster Bar de la estación de Grand Central o en la sala de registro de la isla de Ellis, por donde debían pasar los inmigrantes antes de desembarcar en Nueva York”(El Mundo)
El restaurante se encuentra bajo la Grand Central Station y es el más antiguo de la estación. Su ubicación atrae tanto a gente de negocios como a turistas. El restaurante es precioso y la arquitectura del salón es sobrecogedora, con arcos que sostienen la estructura del restaurante y luces tenues que lo iluminan.
En el Oyster Bar podéis comer o simplemente tomar unas ostras frescas rociadas con limón y un vaso de vino blanco en cualquier momento del día.
Su bar ofrece más de 30 tipos de ostras. También podéis optar por un bocadillo de pastel de cangrejo de Maine o de gambas u ostras fritas que vale la pena probar. También en su carta podéis encontrar más de 20 tipos de pescado y una amplia oferta de mariscos. Merece la pena una visita. De hecho llevan desde 1913 sirviendo ostras. Es una institución. No hay lugar más neoyorquino que esta estación y este restaurante.