NO TIENES EL DEBER DE QUERERME

No es un derecho, ni una obligación. Tampoco es un compromiso, ni un cargo. No hay menester. Tan siquiera lo necesito. No estás comprometido a quererme. No tienes el deber de estimarme.
No tienes la responsabilidad de amarme. Ni mucho ni poco, nada de nada. No es tu obligación. No debes hacerlo, no te lo pido ni te lo exijo.




No creas que te espero, que te quiero, que te necesito. No aguardo ni permanezco inmóvil a la espera de tus emociones o muestras de afecto, ya no. Se dan o no se dan.
Tengo la jodida manía de sentir. De sentir en cantidades que tú jamás podrás entender ni mucho menos comprender.
No quiero que me quieras, así no. Ser o estar no te impondrá ningún tipo de coacción. Te lo prometo, detesto la presión.
Quizás no sepas querer. O quizás no tengas los huevos necesarios para hacer tal acto de valentía. Quizás tus demonios no sepan lidiar con los míos. Quizás mi lealtad tenga otra talla que no te encaja. ¡Quizás!
Despréndete de toda la culpa. Abre tu navaja de bolsillo, esa que ayuda a cortar todo aquello que necesitamos y rompe las asas de esa mochila injusta. Pero te aseguro que es injusta para mí. No quiero que me quieras, así no.
El amor no es una carga, no es un compromiso, no es una lucha. Es una elección. Y yo elijo que no me quieras. ¡Así no!
No necesito que tus demonios se abalancen sobre mí en forma de amor, de cariño. Demonios que viven largas temporadas de soledad, compaginándolas con la normalidad de la vida mundana.
No tienes el deber de quererme. No quiero que me quieran así. Decido que no merezco tan poco. Amor de compasión y migajas.
Libérate de todo pretensión absurda e inepta sobre mi persona. Despreocúpate, absuélvete de lastre, que yo lo he hecho por egoísmo. Por un sano amor propio que me aleja de mórbido compromiso.
Yo decido la calidad afectiva que me merezco, no todo me vale.
No te desanimes, yo no lo hago. Quizás suena a descorazonador, pero yo lo llamo realista, incluso exigente, y en otras puede parecer tiránico, pero yo decido. Decido cuidar mi integridad y mi felicidad. Así que descansa, libérate que no tienes el deber de quererme. Yo no quiero que me quieras.
Los intervalos de amor por el beneficio unilateral son nocivos, deprimentes, incómodos y anhelantes. ¡Así no, no todo me vale!
Los trueques de sentimientos son bondadosos, honestos y limpios. De nada me vale otra cosa que no sea imperfecta, pero pura y desinteresada.
No tienes el deber de quererme, así no.


LES QUIERO CON MUCHO HUMOR



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