UNA ATALAYA ENTRE PIZARRAS
El cerro del Castillo, junto a la localidad segoviana de Bernardos, estuvo habitado durante seis siglos
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Acercarse andando desde la plaza Mayor de Bernardos hasta el cerro del Castillo -media hora, como mucho- es la mejor manera de apreciar cómo una ligera elevación del terreno puede convertirse en un impagable enclave estratégico si se encuentra en el lugar oportuno. Así sucede con este cerro segoviano, tan discreto que desde lejos apenas aparenta un bulto sospechoso en la llanura. Pero basta coronar su rasa, hoy bien santificada por una ermita romera, para darse cuenta por qué hubo aquí un pueblo atrincherado durante seiscientos años.
No es que se vea toda la provincia de Segovia, pero sí la suficiente como para no dejarse pillar desprevenidos. Esa misma intención tenía la fantástica muralla de mampuestos que rodeaba todo el cogollo y de la cual se ha desenterrado lo suficiente como para adivinar la contundencia de su sistema defensivo.
El contexto histórico en el que se sitúa la ocupación del cerro es el del final de la dominación romana en la Península, un momento convulso, lleno de inseguridad, violencia y disputas territoriales alimentadas por un sistema administrativo y militar que había ido desmoronándose poco a poco. Así se entiende mejor que, en torno al siglo V d.C., los habitantes de esta zona del valle del Eresma se agruparan en el cerro con el fin de defenderse mejor si venían mal dadas. Para ello se dotaron de un potente cincho defensivo de más tres metros de anchura bien salpimentado de torres semicirculares todo a lo largo del perímetro. A la vista está, en la parte que ha ido saliendo a la luz tras sucesivas excavaciones, que la amenaza de ser atacados no debía de ser una pura conjetura. El tramo de lienzo desenterrado es el que circula por el costado septentrional del cerro y su mitad aparece abierta para dejar paso a una de las puertas de acceso al recinto habitado, bien guardada por dos potentes torres.
Por si no fuera bastante esta muralla principal contaba, hacia el interior del recinto, con otra barrera defensiva construida con posterioridad para reforzar la seguridad de la acrópolis. Todas estas medidas diseñadas por los pobladores del lugar durante su largo periodo de ocupación no hicieron más que reforzar las posibilidades estratégicas de la elevación, aislada en medio del llano y muy bien circunvalada por un río Eresma que marca aquí la base del cerro con un foso natural digno del mejor de los castillos.
Tras las convulsiones militares vividas en torno al siglo V d.C., en el que se supone la construcción de la muralla principal, llegaron las derivadas de la ocupación visigoda. De ese momento se datan diversos restos de viviendas descubiertas adosadas al mismo muro de la muralla. Excavaciones arqueológicas realizadas en los años 60 del pasado siglo descubrieron distintas piezas de escultura decorativa pertenecientes a alguna de las iglesias visigodas que pudo haber en el interior de la población.
Sus habitantes también vivieron la ocupación musulmana sin aparentes cambios en la forma de vida hasta que, a finales del siglo X, el cerro cobra un nuevo valor estratégico para hacer frente a la Reconquista cristiana que baja desde el norte. Una de las medidas fue la construcción de un pequeño recinto defensivo en torno a un alcázar, en el lugar que ocupa hoy la ermita, que quedó convertido en el corazón blindado del cerro. La conquista cristiana del territorio conllevaría el abandono del recinto para fundar los nuevos poblamientos en un llano desprovisto de defensas pero con muchas tierras disponibles para el cultivo y el pastoreo.
Sin embargo, una de las mayores riquezas de Bernardos se escondía aún bajo la tierra: la pizarra. Su calidad y fama fue tal que de las canteras vecinas al cerro se extrajeron las cubiertas pizarrosas de El Escorial y los palacios reales segovianos.
EN MARCHA. A Bernardos puede llegarse desde Carbonero El Mayor por la SG-V-3321.
EL PASEO. Desde la plaza Mayor de Bernardos hasta el cerro del Castillo median unos tres kilómetros por pista agrícola que pueden hacerse a pie o en bicicleta. Hay que salir del pueblo por la calle del Castillo y, a la altura de la báscula de pesaje tomar el ramal de la derecha. La siguiente bifurcación –con posibles e ilegales mastines sueltos de una granja cercana- hay que tomarla hacia la izquierda. Ya al pie del cerro el ramal que lleva hasta la ermita es el que asciende hacia la izquierda.
INFORMACIÓN. Pueden concertarse visitas guiadas a través de la asociación APIA: tel. 921 56 61 08, www.apia-segovia.org. Ayuntamiento de Bernardos: 921 56 60 51.
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