Después de muchas vueltas pensando a donde podría viajar una chica sola evitando peligros y disgustos a mis padres, el destino que escogí, fue Ecuador. La decisión no pudo ser más acertada, pude visitar a amigas que tenía trabajando en Guayaquil y recorrer un país dispar y maravilloso. A mitad de viaje descubrí Montañita, y como no tenía billete de vuelta, decidí quedarme a vivirlo.
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Para los que no lo conocéis, se trata de un lugar de playa, como cualquier otro del mundo, con la particularidad, de que la naturaleza le otorgó olas gustosisimas para practicar el surf… Y claro, surf, buen clima y buenos precios, son los ingredientes perfectos para crear un lugar idílico con gente guapa de todo el mundo (el surf es un deporte de guapxs!) mucha fiesta, mucho yoga y muchos argentinos. Además se caracterizaba por ser un lugar excepcionalmente seguro, podías oír hablar de asaltos y secuestros exprés en Guayaquil o en Quito, pero en Montañita? No! Allí solo hay diversión, paz y amor.
Me quedé unas semanas a comprobarlo, y me convertí en el perfecto cliché, leyendo mucho, intentando coger alguna ola, coqueteando con el yoga y haciendo amigxs desde Australia a Perú.
Al final volví a Madrid saturada de ceviche y loca de amor por Montañita, pensé hasta en volver y montar allí un hostel! Pero luego me cansé de esa idea, como me suelo cansar de todas… De lo que no me cansé, fue de recordar lo bonito que era vivir en un sitio en el que se puede ir descalzo por la calle.
Hoy tengo este recuerdo manchado, lleno de odio a esos asesinos, pero también tengo la cabeza más despejada y más realista, porque de pronto esa Montañita idealizada se muestra ante mí real, un lugar en el que como en muchos otros, los tíos al verte sola en la playa se tomaban la libertad de hablarte y hacerte preguntas muy personales, un lugar donde te tocaban el culo sin pudor en las discotecas, un lugar donde podías toparte con un profesor de surf baboso y tocón, y un lugar al que volver al hostal de noche corriendo y con algún teléfono de confianza marcado en el móvil por si acaso, al fin y al cabo, un lugar en la media, como cualquier otro del mundo, más de lo mismo.
Así que si me estás leyendo y amas a alguna mujer, tu hija, tu pareja, amiga, nieta, lo que sea, te pido que te unas a nuestro despertar, que no le digas que no viaje, o que se ponga la falda más larga o se tape el escote, no le pidas que no lo haga, porque le estarás diciendo con eso q si lo hace, se la juega, y no queridx, no nos la jugamos, no queremos ser valientes, se trata de vivir.
Queda mucho camino y mucho trabajo por nosotras en todos los ámbitos, pero somos la mitad de la humanidad, estamos juntas, viviendo, normalizando.
Ahora tengo el alma rota, pobres chicas, cuanto dolor, que enorme injusticia, pero hoy también deseo que esa Montañita que mi cerebro se creyó durante años, exista de verdad algún día. Quiero volver a andar descalza y nunca más tener miedo.
Con amor.
Mrs. Shabby
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