Agua limpia, diáfana y agitándose: tu
hermoso rorro, niña de mis ojos
anhelo inesperado y lleno de vida.
Que secreto, que misterio hay en ello,
medras braceando suavemente
meciéndote con impulsos rítmicos
al compás de mi lento caminar.
Mis dedos en instantes,
se deslizan muy suaves
presionan el bajo vientre,
sintiéndote palpitar con vigor.
Pequeño corazoncito, pedacito mío
Pedacito de carne de mi vida
quiero estrecharte en mi seno
mantenerte en mi regazo,
mirarme en tus ojitos y acariciarte.