Muchas de nosotras nos pasamos tiempo conversando entre amigas sobre ellos.
Conocemos como son.
Intuimos lo que piensan.
Creemos su discurso.
Pero ¿sabemos atraerlos hacia nosotras?
Probablemente; y también podemos ser lo suficientemente inoportunas para alejarlos en igual medida.
Después de un largo periodo de soltería, suele ocurrir que nos olvidemos de actuar naturalmente y temblemos ante una demostración de afecto (o simplemente de sexo).
Los fracasos en las relaciones íntimas ¿nos vuelven paranoicas y nos atrofian la capacidad de reincidir en la pasión?
Cuando un hombre nuevamente nos despierta el interés que tenemos dormido algo se mueve, pero no se siente como antes, sino distinto.
Temor a volver a equivocarnos.
Incertidumbre de saber si él es el correcto.
Vulnerabilidad de nuestros sentimientos.
Nos animamos de a poco a retomar el contacto, pero también damos marcha atrás.
¿Cuál es la manera y el momento exacto para dejarse enamorar por un nuevo afecto?
¿Tiene que ocurrir algo que nos ilumine a modo de "señal" para dar el "segundo" primer paso?
Una noche me animé, de a poco y a la distancia, gracias a Facebook que da la cara por mí y me ayudó a perder la desconfianza.
Y le di "Me Gusta" a su foto de perfil.
Inmediatamente después de hacerlo me arrepentí al estilo histérica de grado con máster en bipolaridad.
¡Cómo me gusta que te guste mi "Me Gusta" en relación a vos! pensé cuando las notificaciones de esa red social me lo indicaron.
¿Y ahora? ¿Qué sigue?
Esperar ladies.
Sólo aguardar, confiada y predestinada a que suceda lo que tenga que acontecer.
El primer paso ya está dado, digamos que le dimos una palmadita por la espalda.
Ahora queda aguardar a ver si voltea.
Muchas de nosotras actúan exactamente al estilo inverso de lo que siente para demostrar interés en el sexo opuesto, y lamento en esta ocasión permanecer del lado de ellos y tildar esa actitud de "perturbada".
Porque cuando nos gusta un pibe actuamos como si así no fuera.
Le queremos hablar, pero permanecemos mudas.
Deseamos tener sexo, pero aparentamos ser difíciles.
Morimos por verlos, pero jugamos al gallito ciego.
¿Actuaremos así por miedo a ser rechazadas? Si se mide la entrega más que la recepción ¿Por qué entonces damos los números del sorteo antes de venderlos?
"Ya está en el aire girando mi moneda, y que sea lo que sea" (Como dice la canción del cantante uruguayo Jorge Drexler) y mientras canto la canción, pienso: Si hay siete mujeres por cada hombre ¿cuántos hombres corresponden por cada mujer?