Los días anteriores a la visita de sus majestades los Reyes Magos de Oriente, suelen ser propicios para hacer "Patarrán del Bueno".
Como siempre, molestar, lo justo.
El lugar... una población cercana a la capital, con una pequeña zona residencial de adosados y pareados en lo alto de un loma, desde donde se accede a una buena ruta hacia lugares patarránicos.
Hace frío y la gente está menesterosa con sus quehaceres, propios de las fechas.
El día anterior a la noche de reyes -como no- es uno de ellos.
En el campo... hay poco ser humano que pueda verse molestados por un sendos y discretos patarranes con un par de motillas.
Luego, tras una jornada de enduro gozoso y buena compañía... a recoger los bártulos mientras anochece y la temperatura cae en picado.
Tu compañero, en el que confías ciegamente, te recoje bolsa y equipo.
Y para casita, que hay prisa
Pero cuando llegas... caes en la cuenta que tu casco no está en la bolsa.
Se ha quedado en el camino junto al lugar donde aparcaste vehículo y remolque.
Mea culpa.
Es MSE (Mi Santa Esposa, que tipa mas grande) la que me dice:
"Ves mañana hombre, que está muy cerca y no pierdes nada. Seguro lo ha recogido algún vecino."
Y como soy bien mandao, para alla que voy, nada mas amanece.
Sin muchas esperanzas, no os voy a engañar.
Llego todavía de noche, recorro la zona y "empapelo" el barrio con carteles con foto de mi casco y mi teléfono.
Reparto incluso alguna tarjeta a algún vecino madrugador que anda paseando a sus mascotas, alegres y retozonas ellas, por estar cerca del campo.
Y vuelvo para casa, con el disgusto en el cuerpo.
Para quitarme la espinita, me llevo a toda la familia a comer a una terracita, al solete: Con el estómago lleno... se ve la vida de otro color.
Y después... la cabalgata de reyes.
Un niño mas, recogiendo caramelos.
Y sé acabó el día.
Con una sensación agridulce.
A la mañana siguiente compruebo que sus majestades han cumplido con todas las peticiones de los retoños. Han trabajado duro esa noche.
Y... para mi sorpresa, recibo una llamada:
-Hola. ¿eres Fulanito?
-Si, soy yo.
-Oye, que soy Menganito. No nos conocemos. Pero creo que tengo tu casco.
Todavía se me quiebra la voz cuando lo cuento.
Lo sé. Solo es un baqueteado casco. No hay que darle mas importancia de la que tiene. Pero... me veía con ese casco en una estantería dentro de bastantes años.
Ya -quizás- con un bastón en una mano... y una copilla de licor en la otra.
En alguna venidera noche de invierno (probablemente de reyes) diciéndole, socarrón:
-Las liamos buenas tu y yo... ¿Ehe?
Total, que para allá que me voy de nuevo, a una población cercana a la capital.
No sin antes preguntar a mi nuevo amigo si le gusta el vino.
Pues le obsequo a con el mejor que tenía en casa.
Y un buen Roscón de Reyes, para endulzarle la mañana.
Me costó que lo aceptaran.
Fijénse ustedes.
Y según me contaron ambos (mi nuevo amigo y su Santa Madre) andaban preocupados porque creían que era de alguien que había tenido un accidente.... y no sabían como ayudar.
En fin, amigos míos, que después de muchos años, este cínico descreído, volvió a creer en sus majestades los Reyes Magos de Oriente.
Y también en este país y su gente, que por mucho que ese empeñen chorizos, truhanes y gente de malvivir, tiene más futuro del que creen algunos.
Sólo depende de nosotros.
Y el que no lo quiera ver, es que está ciego.