Cuando una historia de amor termina, sin importar las circunstancias, es importante reconocer la necesidad de vivir un proceso de duelo.
Toda pérdida en la vida implica un duelo y negarlo puede encrudecer el dolor a la larga. Cada relación de pareja es única y diferente, pero la ruptura con el ser amado puede sacar de balance a cualquier persona.
No importa quién decide romper la relación. Las consecuencias son para ambas partes; nadie sale bien librado cuando se decide ponerle punto final a una relación.
Una vez que te percatas de que ya no es posible una reconciliación, lo natural es pasar por muchas emociones distintas. Habrá días en los cuales te sentirás triste y desolado. Puede que sientas enojo, incluso odio. Será normal que extrañes a la persona. Vas a estar en un vaivén de sentimientos sin poderlo controlar y debes aceptarlo.
Es importante que cuides de ti. Si no lo haces, puedes provocar malestar físico y se va a intensificar tu malestar emocional. Cuidar de ti es algo tan sencillo como comer bien, hacer ejercicio, descansar y rodearte de personas que te pueden brindar apoyo emocional. Busca a esas personas en tu vida con las cuales te sientes bien y trata de pasar tiempo con ellas.
Habla de tu ruptura y si es necesario, busca apoyo profesional. Nadie va a juzgarte si acudes con un terapeuta para poder manejar la ausencia de la persona amada. Una terapia puede ayudarte a comprender los motivos reales por los cuales se terminó una relación.
Todo es percepción y si logras comprender que todos los problemas humanos son problemas de emociones, será más sencillo superar la ruptura y aprender de los errores que cometemos.
Evita tomar en exceso, abusar de drogas y del sexo de venganza. Es normal que estas conductas tras la ruptura se utilicen como paliativos para mitigar el dolor. Pero son conductas autodestructivas que a la larga pueden generar una baja autoestima y acarrear consecuencias emocionales que solo postergan el duelo de la ruptura.
Si es posible, rompe todo contacto con tu ex pareja, a menos que sea indispensable tenerlo en tu vida, como lo sería si es el padre o la madre de tus hijos. Pero es saludable cortar de tajo con la comunicación. Acosarlo y seguir al tanto de lo que hace (por redes sociales también cuenta) sólo va a empeorar cómo te sientes.
Toma lo bueno de la relación y la ruptura. De todo se aprende y ser fuerte no se trata de evadir el dolor y no llorar, sino de encontrarse con uno mismo sin la necesidad de huir y sostenerse para vivir. Seguramente tendrás mucho que aprender sobre ti mismo a partir de la separación. Es un buen momento para reencontrarte contigo mismo y reinventarte.
Pero lo más importante es comprender que todo va a pasar. El apego no es sano, mejor trata de ser paciente y compasivo contigo mismo. No niegues lo que estás sintiendo, pues, si lo haces, el resultado puede ser un cúmulo de sufrimiento mal encausado que puede dificultar establecer una relación de pareja en el futuro.
Cuando menos te lo esperes, una nueva persona llegará a tu vida, siempre y cuando logres amarte a ti mismo primero y sanes un corazón roto para que entre nuevamente el amor.