La primera cita

20 horas de chat + 35 sms + un par de largos llamados al teléfono fijo es la antesala de nuestra primera cita.

Ya sentís que estás lista para dar el primer gran paso entre ustedes: verse cara a cara de una vez por todas.

Hablando con amigas, llegamos a la conclusión que la mayoría de los primeros encuentros son para el olvido, pero al menos estamos dispuestas a seguir intentándolo.

Pero ¿por qué pensamos esto?

Veamos un ejemplo:

El chico invita a la chica, al fin, a cenar. Ella se prepara con mucho entusiasmo para aquella noche. Se viste bien, huele a rosas y su imagen comunica que está con muchas ganas de pasar un muy buen rato.  Él, aparentemente, también está en frecuencia (o al menos ella así lo creía). Hasta que llega la carta del menú, y la cena se convierte en aperitivo y sólo comparten  dos cervezas, pues él dice estar descompuesto y prefiere no comer.

Aquí, nuestra chica ejemplar, comprende la situación y se flexibiliza adecuándose al menú (y morirse de hambre durante la noche) esperando que lo mejor esté por venir.

Y lo mejor ocurrió cuando la cuenta (corta, pero cuenta al fin) llega a la mesa, y es él quien propone que ella pague, por haberse olvidado pasar por el cajero automático.  

Esto no termina acá, porque ella pensaba que la noche recién comenzaba y que irían juntos a otro bar a charlar cómodamente de sus gustos e intereses, en fin: conocerse más.

Pero no.

Nada de eso pasó.

Porque cuando él le propuso saltear esa parte para ir directamente al hotel, tras la negativa de ella, se fue, casi literalmente corriendo, hacia su último colectivo que lo dejara en casa, al estilo carruaje que a las 12 hrs se convierte en calabaza.

Todo esto me hace pensar ¿Sirve hablar durante horas por chat antes de concretar una cita?

¿Las mujeres somos exigentes a la hora del encuentro?

¿O lo hombres son muy claros con sus objetivos sexuales?

¿Significa que nosotras pensamos menos en el sexo?

¿O que ellos para avanzar en una relación necesitan pasar, inevitablemente, por el contacto íntimo?

Las mujeres los tildamos de egoístas si nos piden sexo en la primera cita.

Ellos nos jactan de neuróticas si no intentamos al menos hacer el amague para pagar la cuenta.

Hay que tener en mente la puntualidad, los temas de la conversación (ni se te ocurra nombrar ni preguntar por los ex novios), la forma de comer, las preguntas para compartir. ¿No es mucho para medir?

Si durante la cita, él tiene su teléfono apagado, y al sonar, sólo  atiende las llamadas que dice son importantes, al menos te respeta.

En cambio, si lo deja encendido y está pendiente de las últimas novedades en las redes sociales de su BlackBerry, estás perdiendo el tiempo.

Sin embargo, si tiene teléfono celular, pero a diferencia de los casos anteriores, ni te enteras porque ni siquiera lo puso sobre la mesa,  estás con suerte linda, porque él tiene su atención puesta en vos.

Es cierto que las cosas no necesariamente tienen que ocurrir como nosotras pensamos, o deseamos en un 100 %. Pero lo importante es que el momento sea placentero para ambos, sin engaños ni mentiras que sirvan para vender una imagen que no es la verdadera, porque más tarde o más temprano, la personalidad real de cada uno saldrá a la luz.

Sin dudas, el cierre de la primera cita nos dejará una señal sobre el encuentro.

¿Será que le gusté? ¿Será que me gustó? ¿Que nos volveremos a ver?

Puede que un beso ayude a darte las respuestas, pero atenta, porque que no lo haya no significa que la cita sea para el olvido.

-Chau, ¡Te llamo!- se despide alejándose.

Habrá que esperar a ver qué sucede de ahora en más.

Si tiene que ocurrir, pasará un nuevo encuentro entre ustedes.

Y sino, al menos  tendrás mucho que contarle a tu amiga y compartir, como siempre, más sobre los encuentros.

¿Estás lista para una segunda primera cita?