Ofelia, de John Everett Millais
A través de Millais somos testigos del fatal desenlace del personaje. Toda la escena rezuma serenidad: desde la propia postura de su cuerpo (boca, brazos y palmas de las manos), hasta el arroyo que arrastra flores y que cubren su vestido de encajes con bordados de plata. El artista nos muestra así la iconografía que rodea a los mártires, efectuando el tránsito entre la vida y la muerte.
El fatal desenlace de Ofelia
Todas las flores que rodean el cuerpo de Ofelia tienen su porqué. Las ortigas que crecen en la orilla representan el dolor; la margarita, la inocencia; la violeta, la fidelidad y la pequeña rosa que yace junto al rostro de la novia frustrada de Hamlet, la indecisión. De entre todas ellas destaca la amapola, no solo por encontrarse en el lugar más céntrico de la escena, sino también por su color rojo, que predomina por encima del resto.
Las flores que pinta Millais tienen su simbología
Tal era la obsesión de Millais por reflejar con extrema similitud la naturaleza que primero creó todo el fondo vegetal y, después, añadió la figura de Ofelia.
Para elaborar esta increíble obra de arte, John Everett le pidió a la modelo Elizabeth Eleanor Siddal, de 19 años, que posara durante cuatro meses en su estudio de Gower Street (Londres) metida en una bañera hasta arriba de agua. La modelo, lógicamente, agarró un fuerte resfriado y el padre de la joven amenazó al pintor con demandarle. Millais pagó las facturas del médico.
La modelo Elizabeth Siddal
En la actualidad, el cuadro de Ofelia (76 x 112 cm) se encuentra en el Museo Tate Britain de Londres y es la postal más vendida en la tienda del museo londinense.
No sé tú, pero yo me siento muy identificado con Ofelia cuando termino una clase de zumba.