LA MAGIA DEL DESTINO (RELATO ERÓTICO)

Ruth tan solo tenía diecisiete años cuando conoció a Javier. En plena adolescencia, Ruth descubrió muchas sensaciones nuevas con aquel chico que le llevaba algunos años.

Nunca había sentido algo similar. Eran emociones y sensaciones diferentes, nuevas y peculiares.

Pero a pesar de la intensidad de los momentos, los destinos de ambos tomaron rumbos separados.



El destino tenía una jugada maestra. Se le antojó que sus caminos se bifurcaran. Sin previo aviso, sin despedidas, sus brújulas se orientaban en rumbos totalmente opuestos.

Las calles seguían sus ajetreadas vidas. Las estaciones repetían sus ciclos. Y los calendarios insistían en desechar días, semanas, meses y años. Todo avanzaba, todo cambiaba. Hasta que un día... un día todo volvió atrás.

Hubo magia, hubo conexión llamado reencuentro de la manera más inverosímil que podría darse. Una voz en mitad de la gente alertó a Ruth. ¡Era él! - dijo su voz interior ¿Cómo no reconocer aquella voz? ¡Era imposible olvidar aquella voz!

Tras casi veinte años después, y miles de vivencias vividas se pudieron reencontrar. Era solo cuestión de tiempo, pero era necesario.

No tardaron en ponerse al día, de contarse casi veinte años de vida, sus cambios, sus proezas, sus metas y logros.

Comenzaron a retomar el contacto y no tardó en llegar las confesiones, los recuerdos, las ansias, y las ganas de experimentar si aquello tan bonito que habían vivido, podría seguir existiendo entre los dos a pesar de aquel parón que tuvieron en sus vidas.

Rápidamente ambos fueron conscientes que ese sentimiento era recíproco y único. Que aquella mágica sensación a pesar de los años y los múltiples cambios, seguían existiendo.

Una noche decidieron quedar para cenar y seguir poniéndose al día con tantos años de lejanía. La magia no tardó en aparecer en aquel encuentro. Hablaban de sus vidas, pero sus ojos se contaban anhelos, deseos y pasiones. Sus ojos seducían sin misterios. Aquellos viejos amantes se extrañaban sus cuerpos. El lenguaje corporal relataba que ansiaban aquella conexión inigualable.

No tardaron en dejar tras la puerta todo el protocolo, alejar bien lejos de ellos los convencionalismos y desatar todo aquella pasión que durante mucho tiempo habían mantenido distante.

Cada una de las prendas caían lentamente al suelo, calcinando con delicadeza el ambiente.

Las manos recorrían palmo a palmo de sus cuerpos, otorgando una dulce condena. Un castigo con afán, ambición y deseo.

Javier recostó sobre el sofá a su compañera Ruth. Contemplaba con lujuria cada rincón de su cuerpo. Sucumbía a su agonía por poseerla, pero sabía que debía deleitarse lentamente, después de tanta espera.

Las manos de Javier recorrían pausadamente cada recodo del cuerpo de Ruth. La joven se agitaba y suspiraba con aquel ciclón de caricias.

Javier introdujo su mano en él entre piernas de la chica. La pasión que Ruth sentía, calaba la mano de Javier. Brotaba por cada uno de los recuerdos.

Todo comenzó a dilatarse... las pupilas, las venas, la tensión y sus miembros. Había llegado el momento de compenetrarse y dejar atrás los recuerdos. Era el momento de rememorar, aquí y ahora, sin anhelos, con presencia.

La piel, las ganas, el alma, la lujuria, la voluntad, los cuerpos... todos sin aliento, sin pulso, con el corazón en llamas.

Presos de la carne acompasaron aquel esmero, pero con pausa, catándonse con mesura. Queriéndose sin querer como por arte de magia.

Amor a mar abierto, ganas con sabor a tormenta y una cruzada de sus cuerpos, cama sin cerraduras ni puertas.

Estaban dispuestos a complacer todos sus deseos. Todo era diferente, todo era jodidamente diferente a todo lo demás

Los abrazos eran una segunda piel, las curvas de las caderas eran una invitación a ingresar en los bares de la lascivia. Las respiraciones, los gemidos, las gotas de sudor avisaban de que un orgasmo sería el final de aquel baile. Sin recetas ni remedios, acabaron recostados sobre su espalda. Extasiados, agotados, exhaustos pero jodidamente felices. Con una sonrisa cómplice, con una mirada pícara que delataba que solo necesitarían tomar aire para aprovechar el tiempo perdido.


LES QUIERO CON MUCHO HUMOR

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Etiquetas: RELATOS ERÓTICOS

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