Cuando realmente nos sirve como ahorro
Y no sólo hablamos de ahorro económico, sino de tiempo, de preocupaciones etc. En el caso de los viajes por ejemplo, si nuestro objetivo más inmediato es descansar, buscar un relax reconfortante, el todo incluido nos lo permite al no tener que pensar en quebraderos como el alojamiento o las comidas, ni tener que ir midiendo el coste al milímetro de cada acción o servicio que disfrutamos.
En este caso conviene que tengamos claro qué es lo que realmente nos compensa más o incluso una planificación previa de aquello que consideremos que nos va a venir bien disfrutar para realmente poder liberar la mente de ese estrés, ya que incluso se puede dar el efecto contrario de aquellos que por tenerlo todo a su alcance, se estresan al no poderlo disfrutar o se crean ansiedad por aprovecharlo al máximo.
Cuando el precio es razonable
Tanto al alza como a la baja. Si apreciamos que vamos a tener un considerable ahorro porque realmente “lo queremos todo”, sin duda el todo incluido es una buena opción.
En cambio, si notamos que el precio está considerablemente inflado y que realmente no nos compensa debido a que no vamos a disponer ni el tiempo ni las ganas de disfrutarlo absolutamente todo, nos compensaría en este caso considerar tarifas de servicios concretos por separado.
Por otra parte, si el precio es bastante inferior a la oferta del mercado real, debemos conocer a fondo las razones (en ocasiones respaldadas para atraer clientes, por excedentes, por necesidades afines al producto, falta de alternativas etc.) y que no se deba a una reducción igual de considerable de la calidad. Como sabiamente decían nuestros abuelos: “nadie da duros a cuatro pesetas”.
Cuando hay un respaldo tras la oferta
Al aceptar un todo incluido aceptamos también encomendar todos los servicios a la empresa organizadora, limitando nuestra capacidad de reacción y decisión ante lo contratado.
Por tanto, debemos asegurarnos que quien se encarga de ofrecer el todo incluido, sea la institución que sea (hotel, crucero, restaurante, residencia, agencia de viajes etc.), posee las garantías suficientes que nos hagan pensar que estamos en buenas manos. A día de hoy, una simple consulta web, visitando la página oficial y revisando los comentarios en foros y blogs, nos puede ayudar a ello.
Cuando la necesidad está por encima de otras cuestiones
Pese a que pueda ser lo que buscamos, la relajación no lo es todo en un viaje, ni mucho menos una necesidad que debamos abordar sí o sí. Sin embargo, si hablamos de una residencia de estudiantes por ejemplo, sí que existe la necesidad de que se dedique el máximo tiempo posible al estudio, teniendo que relevar otras tareas como la cocina, limpieza etc.
En este caso, contar con un servicio de todo incluido ayuda no sólo a liberar tiempo que se puede dedicar a la formación o al descanso, sino también a tener la tranquilidad de que pase lo que pase, vamos a tener nuestras necesidades básicas cubiertas.