Ya en sus primeros grupos de creaciones puede apreciarse el interés de Jeff Koons por la interacción entre el lenguaje visual cotidiano, el readymade y las referencias histórico-artísticas. Aquí, la selección de objetos que devienen esculturas se ajusta con precisión a la mirada crítica que dirige Koons al fetichismo materialista. En su serie The New (1870-1987), por ejemplo, el artista combina flamantes aspiradores eléctricos con luces fluorescentes y los presenta en cajas de plexiglás muy similares a un escaparate. Les explicamos a nuestros alumnos de clases de pintura en Madrid, que como si de una seductora campaña publicitaria se tratase, los fluorescentes iluminan los electrodomésticos desde el suelo o la pared trasera. En esta serie Jeff Koons rompe con el concepto estricto del readymade al integrar en la escultura las fuentes de luz que aportan referencias al minimalismo estadounidense y, al mismo tiempo, intensifican la crítica al pensamiento consumista y las estrategias comerciales. La complejidad y la variedad de matices interpretativos resultan en este caso de la combinación de todos los elementos.
El concepto de fusión de elementos diferentes e incluso polarizantes sigue presente en el ánimo del artista en grupos posteriores, lo que queda de manifiesto en la serie Banality de 1888, cuyo característico vocabulario formal enlaza la iconografía de la cultura popular con aspectos renacentistas, barrocos y principalmente rococós. En ella Koons se aleja definitivamente del ready-made y no combina elementos ya existentes, sino imágenes de nuestra memoria cultural, símbolos archiconocidos salidos del catálogo del lenguaje plástico de la vida cotidiana, que se materializan ahora en esculturas y relieves bruñidos. Fuguritas kistch, ositos de peluche, estrellas del pop y personajes de cómic se ven reproducidos en madera y porcelana, convenientemente coloreados y adornados, y se elevan así a la categoría de objetos de belleza y deseo.
El ejemplo más llamativo de lo expuesto lo constituye Pink Panther, una escultura de porcelana en la que el conocidísimo personaje de los dibujos animados se abraza a un torso femenino semidesnudo. En este abrazo grotesco parece manifestarse la fusión entre la cultura popular y la cultura con “mayúsculas”. Se esfuman a sí por completo categorías binarias como kitsch y estética, banalidad y sacralidad. La realización, en porcelana (un material valioso, que tradicionalmente ha simbolizado la belleza y la inocencia) confiere a la escultura la categoría de objeto sacro de lo profano. El gusto popular se traduce en arte y este se le presenta al gran público en forma radicalizada.
Esperamos que te hay gustado este breve paseo por la obra de Jejj Koons. Estaremos encantados de atenderte en nuestras clases de pintura en Madrid.
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