Para planear este viaje me inspiré en Ibiza y sus playas, unas entradas que escribí hace tiempo. Así fue como descubrí que esta isla tenía mucha magia y sentí la curiosidad y el deseo de descubrirla.
Semanas antes de este viaje empecé a dudar si merecería la pena gastar este dineral para conocer un lugar tan parecido a nuestra zona y relativamente cerca de Alicante. Nos habían dicho que los pueblos de Ibiza eran muy parecidos a los de aquí: cielo azul y mucho sol, playas, paisaje de pinos, restaurantes, bares y terrazas... pero aun así Mario y yo teníamos algo dentro que nos decía que este viaje iba a ser inolvidable. Merecidamente recordado también por ser la primera vez que Mario sube en un avión! entre otras cosas, pero vayamos en orden...
Nuestro vuelo Alicante - Ibiza con Vueling despegaba a las 10:40, una hora muy buena para aprovechar todo el día. Aun así los nervios me hicieron despertar a las 8 de la mañana. ¿Imaginas cómo estaba Mario antes de su primera vez en avión? no durmió en toda la noche. Yo recuerdo mi primer vuelo con 12 años, Madrid - París, preguntándome justo antes del embarque ¿qué hago yo aquí? todavía estoy a tiempo de salir corriendo! los nervios y el miedo de algo que nunca había experimentado se apoderaban de mi... pues así estaba Mario, que ni siquiera me permitía hablarle hasta pasados 15 minutos después del despegue jajajaja. Y fue valiente, la verdad que el despegue fue movidito... no se que pasa últimamente que siempre hace viento en el aeropuerto de Alicante!
El resto del vuelo fue tranquilo aunque tampoco es que de tiempo a mucho: el avión no estuvo ni 20 minutos en el aire y ya estábamos sobrevolando la isla. Desde la ventanilla podía ver la costa de aguas turquesas y llena de islotes... nada que ver con Alicante ¡esto promete! y por fin bajamos del avión y pisamos isla firme ¡no me lo podía creer, Mario y yo estábamos en Ibiza!
Nos dirigimos a la oficina de alquiler de coches de Goldcar que dio paso a nuestro disgusto del viaje... nos habíamos estudiado todos los tipos de engaño pero aun así nos la colaron... y no solo con el Seguro Súper Relax que nos costó lo mismo que el alquiler del coche: 57 € "lo sentimos pero si no podéis pagar con la tarjeta a nombre del conductor no podréis retirar el coche" WHAAAT???!?! no podíamos pagarlo en efectivo, no podía pagarlo con mi tarjeta, tenía que ser con la tarjeta a nombre de Mario. Conseguimos que Inés y mi hermano fuesen al banco a ingresar el dinero en la cuenta de Mario y por ser domingo no fue posible. Intentamos hacer transferencias pero no se reflejaban hasta el día siguiente... esto no podía estar pasando. Teníamos el coche de alquiler pagado y no nos daban la llave...
Preguntamos a la chica qué podíamos hacer para solucionarlo y nos dijo que fuésemos a Ibiza en taxi (30 € i/v) para ingresar el dinero, pero teníamos las mismas, los domingos no se podía hacer esa gestión. Barajamos la posibilidad de olvidar el coche y perder el dinero pero necesitábamos un coche a la fuerza o nos sería imposible movernos por la isla. Estuvimos 2 horas en el aeropuerto pensando cómo conseguir el coche, cómo salir de allí sin arruinarnos... dos horas de agobio y desesperación nada más llegar que me recordaron mucho al disgusto de la cartera robada en Madrid... 2 horas que perdimos para disfrutar Ibiza... 2 malditas horas que se me hicieron eternas... entrando y saliendo del aeropuerto para tomar el aire... al final hasta me puse a llorar.
La chica me dijo que había otra opción: si me ponían a mi como segunda conductora podría pagar con mi tarjeta el seguro y la fianza del depósito. Tuve la gran suerte de que no se fijó en que no tenía la edad necesaria así que el precio no subía mucho. Solo tuve que pagar 17 € más y nos hubiésemos ahorrado desde el principio el gran disgusto... vale, entre el seguro y el suplemento de conductora nos cobraron 74 € más de lo que en un principio nos costó el alquiler... pero así es Goldcar, cuando reservas solo pagas una parte. Ya os explicaré el funcionamiento de Goldcar detenidamente...
Ya estaba "solucionado" el problema y por fin teníamos la llave de nuestro coche!!! tengo ese momento tan fresco como si acabase de ocurrir; la preocupación se transformó en cuestión de segundos en ilusión y felicidad y mi sonrisa era permanente ¡tenemos la llave! Nos dirigimos al parking del rent a car y allí, en la plaza 168 nos esperaba nuestro Ford Fiesta gris plata, limpio, olor a nuevo y reluciente. Este sería nuestro querido coche en los próximos días.
Olvidamos pronto el mal rato y las dos horas perdidas en el aeropuerto para disfrutar de este día tan perfecto: el sol apretaba pero no hacía ni pizca de calor. Qué nervios, ya tenemos coche ¿qué hacemos ahora? ¿a dónde vamos? pues... a Ibiza!! salimos del angustioso aeropuerto y por la única autovía que hay en toda la isla llegamos hasta la ciudad. Sorprendentemente no tuvimos ningún problema para aparcar. Algunas personas no saben todavía que la zona azul no funciona los domingos pero eso nos ha venido muy bien más de una vez. No perdimos ni 5 minutos buscando aparcamiento en plena ciudad! mejor dicho pueblo. Nos sorprendió lo pequeñita y sencilla que era Ibiza.
Nuestra primera imagen de Ibiza
Era como cualquier ciudad costera de Levante: edificios antiguos, normales y con toallas playeras colgadas en los balcones, pero aquí todavía más. Al final de las calles que desembocaban en el mar se veía brillar el agua. Dejamos el coche y fuimos directos a comprobar que las playas allí son una maravilla y efectivamente, el azul turquesa del mar es surrealista. Era tan hipnotizante que se me olvidó que era la hora de la siesta y aun no habíamos comido, pero Mario empezó a cascar con que tenía hambre y quería comer ¡pues habrá que comer!
Así que paseando y buscando una terraza enfocada a españoles (en comida y precio) divisamos una pequeña terraza pizzería en una callecita empinada que entraba al pueblo. Era sencilla y tenía buena pinta así que nos acercamos a la carta y vimos que los precios no eran nada abusivos ¡eh, que estamos en Ibiza! pero tan barato como la pizzería de pueblo: Da Nino. Así que fenomenal, nos sentamos en la terraza y enseguida nos atendió un camarero muy majo y atento. Yo estaba en una nube. Todo era tan perfecto que el disgusto del coche fue como si nunca hubiera pasado. Hacía fresquito y un día muy bueno y con esas vistas que teníamos desde la terraza a la playa no podía entender cómo encontramos un lugar así de barato. Entonces nos sirvieron la pizza... oh, que recuerdos a Roma! era italiana auténtica y la masa tan finita.... mmmm!! y el tiramisú? estaba de muerte! servido en copa como solo he visto que hacen en Italia, riquísimo. Lo recomiendo 100%!
Pizzería Da Nino ¡deliSiosa!
Seguimos nuestra visita a la ciudad hasta llegar al casco antiguo y el puerto pero de camino nos encontramos con un Hard Rock y claro, mi hermano es fan de las camisetas (sí, de las de 30 €) e hicimos la parada obligatoria para comprar el souvenir. Seguimos en busca de esas callecitas empinadas y antiguas, casas blancas mediterráneas que caracterizan Eivissa, la famosa moda adlib, tiendas hippies y no faltó de nada. Efectivamente, Ibiza cumple sus tópicos; también tiene sus restaurantes súper chics al lado del puerto, tiendas de famosas discotecas o pequeñas terrazas bohemias donde resistirse a una Estrella Damm es difícil, y es que Ibiza no solo es la isla de los excesos, también fue el hogar del movimiento hippie en los años 60, mezcla de libertad y contacto con la naturaleza. Así de cambiante es Ibiza.
Moda Adlib
Sin embargo nos esperábamos algo más de la ciudad con más movimiento de la isla. Sus calles estaban tranquilas pero se preparaban para acoger el masivo turismo de verano con el que llegan a vivir el resto del año. Sus callecitas con encanto se nos quedaban cortas en el sentido mas literal que pueda haber pues al recorrerlas de un lado a otro ya no había más, solo quedaba darse la vuelta y volver.
Subimos hasta la catedral de la Virgen de las Nieves aunque más bien parecía una pequeña iglesia. Desde allí habían unas vistas fantásticas al puerto y la ciudad, y si a eso le sumas un día tan estupendo como el que nos hizo... no había quien moviera a Mario de allí, pero el sol estaba bajando y teníamos que cruzar la isla a tiempo para ver la puesta de sol.
Como era domingo, día de la fiesta de los tambores en Benirràs, nos fuimos de Ibiza justo al lado contrario de la isla. Una vez sales de Ibiza el tráfico disminuye notablemente y las carreteras empiezan a ser estrechas, con curvas y nada cómodas para conducir aunque en buen estado. Cruzas montes, pueblecitos y pinada pero a Mario y a mi eso nos encanta. Lo más molón en la isla es recorrerla sobre un Jeep pero pertenecen a las gamas tipo Mercedes y tal, así que eso mejor lo dejamos para cuando nos toque la lotería, por ahora nosotros estábamos encantados con nuestro Ford Fiesta nuevo!
Empezamos a meternos entre montes solitarios donde la pinada es tan abundante que no deja ver casi nada y las cuestas apuraban el motor del coche. Al rato aparece un Jeep negro con dos ingleses que nos siguen, estábamos llegando a Benirràs!
Al llegar nos encontramos con infinidad de coches y el aparcamiento era imposible ¡y parecía que íbamos a estar solos! incluso habían unas zonas habilitadas como parkings pero no daban a basto y además cobraban 3 €. Sin calentarnos mucho la cabeza nos metimos por un camino entre casas hacia arriba y lo dejamos al final. Parecía que estábamos lejos pero encontramos unas escaleras que daban directas a la cala así que perfecto! nos acabamos de ahorrar 3 €.
Nuestro coche de alquiler aparcado
Entonces aparecimos en la cala acompañados de la música de los tambores, el murmullo de la gente y la luz baja que daba el sol de frente. Una playa bastante grande de arena envuelta en un abrigo de roca y pinos y cientos, cientos de personas. El rollo era muy bueno: habían varios chiringuitos, un mercadillo de artesanía, y varios grupos de batucadas que hacían que la gente se moviera sin parar al son de los tambores mientras el sol iba bajando.
No podía quitarme la sonrisa de la cara, todavía no me creía que estuviera allí. Había visto tantos vídeos, leídos tantos artículos, tantas fotos... y sin embargo sentirlo de verdad aun es más emocionante. Colocamos nuestras toallas y nos sentamos a ver el ir y venir de la gente por la playa mientras escuchábamos la música de los tambores, y mientras, el sol seguía bajando.
El sol ya estaba cerca de la línea del horizonte cuando la gente se vino arriba, todo el mundo en pie silbando y animando a medida que se iba poniendo, si os digo que se me soltó la lagrimilla de la emoción me creéis? lo estoy reviviendo ahora mientras lo escribo y tengo la piel de gallina! finalmente el sol desaparece y empiezan los aplausos, todo un espectáculo súper recomendable ¡y más si sois tan emotiv@s como yo!
Terminado el espectáculo la música sigue y la fiesta continua en la playa. Entonces los malabaristas enchufan sus kariokas y mazas de fuego y se convierte en un espectáculo nocturno, pero Mario no había dormido la noche anterior recuerdas? así que nos retiramos pronto a buscar un lugar donde dormir... se me ha olvidado deciros que nuestra primera noche iba a ser en el coche, en una cala. En Cabo de Gata dijimos que no lo volveríamos a hacer y aquí estamos de nuevo, viendo cómo dormir cómodos jajaja.
Volvimos a San Miguel ya de noche, un pueblo de interior de dos calles si llega, en busca de un lugar donde cenar barato. En pueblos tan pequeños y en interior no hay problema con los precios y además no se aprovechan del turismo. Nos metimos en otra pizzería con buen ambiente y nos compramos unas porciones de pizza a 2 €. No estaban tan buenas como las de medio día pero eran más que aceptables. Aunque la pizzería tenía terraza nos fuimos a un banco de la calle a cenar (no se por qué) y después volvimos al coche a buscar un lugar donde dormir. La elegida fue la Cala Portinatx.
De camino a la cala, entre más carretera de montaña solitaria, pinos y densa oscuridad veíamos la luz de un faro que indicaba que el mar estaba ahí, pero no veíamos más que las estrellas. Miles y miles de estrellas dibujaban el cielo con su brillo, como se ven en la montaña una noche clara, muy alejados de la contaminación lumínica. La experiencia de Ibiza te hace sentir en el mejor lugar del mundo; es mágica.
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